La segunda cita del 'Grand Slam' de golf
La era del láser se abre paso en el PGA
Jon Rahm y Sergio García pelearán por el triunfo en Kiawah Island, sede del segundo ‘major’ del año, que permitirá el uso de medidores de distancia

Rahm y Mickelson / Geoff Burke / Reuters


Luis Mendiola
Luis MendiolaPeriodista
En el Ocean Course de Kiawah Island, en Carolina del Sur, escenario en 1991 de uno de los episodios más tensos de la Ryder Cup, se disputará desde hoy al domingo el Campeonato de la PGA, el segundo ‘major’ del año tras el Masters. John Rahm y Sergio García serán la representación española en una edición en la que el estadounidense Colin Morikawa defenderá título y que llegará marcada por la polémica que ha generado la decisión de la PGA (la asociación de profesionales del golf) de admitir, por primera vez en una cita del Grand Slam, el uso de medidores de distancia.
El argumento dado por la PGA es que los medidores láser, que ya se usan en rondas de prácticas, podrán acelerar el juego, idea que pocos jugadores comparten y que choca con la pátina de conversadurismo propia del golf. «Tienes libros de distancias, todo el recorrido medido cuando sales a jugar, no creo que ayude demasiado», dice el estadounidense Justin Thomas, dos del mundo, que podría desbancar a Dustin Johnson como número uno si vence y Johnson no entra en el Top 5.
«El láser será una confirmación más. Hay vientos que soplan, posiciones diferentes de la bola… Hay muchas más cosas en las que fijarte que solo en la distancia», afirma el estadounidense Jordan Spieth, de 27 años, a quien muchos ven en condiciones de completar su Grand Slam (ganó el Masters y el Open de EEUU en 2015, el Open Británico en el 2017), lo que solo han conseguido cinco jugadores en la historia: Gene Sarazen, Ben Hogan, Jack Nicklaus, Gary Player y Tiger Woods.
El recorrido más exigente
Spieth es uno de los jugadores que integran esa lista de favoritos, en la que aparece el número uno, Dustin Johnson, nativo de Carolina del Sur, así como Justin Thomas, Jon Rahm, Bryson DeChambeau, que ha trabajado en estos últimos tiempos el juego corto y el putt, el campeón Morikawa y, por supuesto, el renacido Rory McIlroy, que ya se coronó en el PGA en este mismo escenario en 2012 y ha recuperado las sensaciones con su victoria hace 10 días en el Wells Fargo, en Charlotte, poniendo fin a una sequía de 18 meses.
El Ocean Course, que cuenta con una mayoría de hoyos junto al mar, expuesto a vientos fuertes, es un desafío gigantesco para los jugadores, el más largo de los recorridos en la historia de los Grandes (7.193 metros) y da ventaja a pegadores como Rahm. «Ayudará en la estrategia estar familiarizado con el viento, con las caídas. Pero es un campo en el que no sabes qué esperar. Así que lo que hay hacer es disfrutar del desafío», explica el vizcaíno, que antes del PGA ha mostrado su ilusión por participar en los Juegos de Tokio. «Me encantaría darle una medalla de oro a España», dice Rahm, que lamentó lo que rodeará al evento: «El hecho de que no nos dejan ir hasta el miércoles al hotel del campo, que está a una hora o más de la villa es lo difícil para nosotros», apunta el golfista de Barrika. «El golf no es como otros deportes, que siempre es la misma cancha. Nosotros tenemos que ir a ver al campo y estudiarlo».
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