LA SEQUÍA DEL ASTRO

Messi, congelado en el clásico

El 'crack' argentino encadena en Valdebebas su peor racha sin batir al Madrid: siete choques

El delantero, que casi marca un gol olímpico, acabó tiritando y pidiendo camisetas secas en mitad del partido

Messi se cambia de camisetas durante la segunda mitad.

Messi se cambia de camisetas durante la segunda mitad. / Efe / Juanjo Martín

José María Expósito

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Nunca se le había visto así. En el que podría haber sido su último clásico, si es que Joan Laporta y Ronald Koeman no son capaces de persuadirle para seguir liderando la nave azulgrana, Leo Messi ofreció una imagen jamás vista: tiritando, aterido tras una segunda mitad bajo la tormenta, tuvo que salir del campo para cambiarse la camiseta empapada. El argentino acabó congelado en el clásico, otra vez sin marcar, por séptima vez consecutiva contra el eterno rival, algo igualmente inédito.

Seguramente tenga más ocasiones Messi de batir al Real Madrid, quizá con la camiseta del Barça, pero probablemente ya no pueda hacerlo en Valdebebas, el que podía haber sido su 70º estadio conquistado. Teniendo en cuenta que ha jugado en 80, la efectividad de ‘la Pulga’ es asombrosa. Anoche estuvo a punto de hacer olímpico el estadio Alfredo Di Stéfano (el "campo de entrenamiento", como lo definió Jürgen Klopp), pero su lanzamiento de córner, que Thibaut Courtois no de intuyó hasta muy tarde, lo escupió el palo.

Después Leo toparía con el propio guardameta belga, uno de los grandes responsables de que el máximo goleador de la historia de los clásicos lleve sin celebrar un tanto en ellos desde mayo del 2018. Los últimos cuatro de esos siete choques contaron con el belga, que a bocajarro evitó el 2-1 de Messi al filo del descanso.

Una sociedad eterna

Tampoco pudo ajustarse el traje de asistente, pese a que regaló dos pases sensacionales a Dembélé que el nuevo ‘nueve’ francés no supo transformar en gol. El tanto de Mingueza, eso sí, nació en sus botas, en una de sus innumerables acciones entre líneas, donde se movió como pez en el agua, con el eterno pase a Jordi Alba que derivó en el amago de Griezmann y el disparo poco académico pero muy efectivo de Mingueza.

Después llegó la tormenta, prácticamente una ventisca, que en cualquier estadio habría quedado mitigada por las gradas pero que en Valdebebas campó a sus anchas y se cebó con el ‘crack’ argentino. Aprovechando los problemas de Gil Manzano con sus ‘gadgets’ arbitrales, Messi se dirigió al banquillo para pedir una camiseta. Desde luego no para el colegiado, con el que tuvo alguna discusión durante el partido, quizá recordando que el trencilla extremeño le expulsó en la pasada Supercopa, acrecentando una 'sala de trofeos' en la que ya figuraban Neymar y Luis Suárez.

No. Messi reclamaba ropa seca porque el frío le había calado hasta los huesos. Koeman explicó después que habían acabado "calentitos" por el arbitraje, pero en ese momento su capitán tenía una sensación completamente diferente. Plantado en el césped ante el banquillo y temblando ostensiblemente esperó Messi a que el utillero le ofreciera una nueva camiseta interior y otra azulgrana, que se cambió en la banda para encarar con otro tono el tramo final de partido. Hasta tres disparos de falta probó en busca del empate, que nunca llegó, como su 27º gol en un clásico (Di Stéfano y Cristiano Ronaldo se quedaron en 18). El agarrón de Mendy a Braithwaite pudo propiciarlo, pero Gil Manzano ni quiso ir a verlo.

Sergio Ramos vio desde la grada cómo Messi le alcanzaba como el jugador con más clásicos disputados (45 cada uno), sin que esté claro si uno u otro podrá seguir sumando muescas. Tampoco si el argentino desempatará con Xavi en clásicos ligueros (29).

Laporta 2.0, 11 años después

Curiosamente, se cumplían exactamente 11 años del último clásico de Joan Laporta como presidente, también en Madrid, en el Bernabéu. Aquel 10 de abril del 2010 los dos equipos llegaban empatados en lo alto de la tabla y el Barça encarriló el título con los goles de Pedro y, claro, Messi (0-2). Aún no se había creado Instagram, la red social que el presidente empleó ayer para animar a las tropas antes del choque. "Partido importante para conseguir el liderato. ¡Vamos adelante, vamos adelante! ¡Va! ¡Visca el Barça!", decía Laporta en un vídeo blandiendo el puño cerrado. Tras la derrota, volvió a insuflar optimismo vía Twitter: "Tenemos ocho partidos por delante para conseguir el objetivo de ganar la Liga. No tengo ninguna duda de que el equipo luchará hasta el final. ¡Visca el Barça!".