Leyenda del fútbol inglés

Muere Peter Lorimer, el hombre que nos hizo llorar

Fallece a los 74 años el delantero escocés del Leeds que eliminó al Barça en la semifinal de la Copa de Europa de 1975

Peter Lorimer, en un partido con el Leeds en los años 70.

Peter Lorimer, en un partido con el Leeds en los años 70. / El Periódico

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Eloy Carrasco
Eloy Carrasco

Periodista

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El día de Sant Jordi de 1975, un tipo llamado Peter Lorimer nos hizo llorar. 

El Barça está a medio paso de jugar la final de la Copa de Europa. Hemos perdido la ida de la semifinal en Leeds por 2-1, nunca es un mal resultado, y tenemos a Johan Cruyff; quién nos va a negar que somos los mejores. Solo falta por saber si el rival será el Bayern o el Saint Étienne. Hay que ganar por 1-0, nada más, y el Camp Nou de los 100.000 rematadores vociferantes meterá la mitad de ese gol. Pan comido.

Pero llega el minuto 7 de la fiesta y ese tal Peter Lorimer les gana la espalda a los defensas azulgranas, suelta un chutazo y bate a Sadurní; de pronto, es como si a la madrina se le hubiera caído el bebé en pleno bautizo.

Hay que reponerse, Cruyff no tiene el día y ellos son pedernales, aun así el Barça aprieta, Heredia no desfallece, Neeskens y Asensi empujan, Rexach prueba con otro regate y al fin Manolo Clares marca ya, quedan 20 minutos, les expulsan a uno, el marrullero McQueen, vamos, la prórroga está a tiro.

No. Fin. Definitivamente, el gol de Peter Lorimer ha puesto a llorar a los niños que son del Barça. Se han encerrado en el lavabo porque les da vergüenza que sus padres los vean así. “¿No estarás llorando, verdad?”, les preguntan desde el otro lado de la puerta. Pero claro que lloran. De estupefacción, de incredulidad, de rabia. Encantados de conocerte, impotencia. No odian a Lorimer, no le desean nada malo, ni siquiera se acuerdan ya de su nombre. De hecho, unas semanas después, esos mismos críos se compadecerán del Leeds cuando le roben la final de París ante el Bayern, entre otras cosas por un gol anulado de mala manera precisamente a Lorimer.

Tiros a 170 por hora

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Es muy probable que él nunca supiera que dio un disgusto horrible a toda una generación de niños culés que experimentaron el primer gran trauma de la derrota. Ayer murió, a los 74 años, convertido por derecho en una leyenda del Leeds United, honrado por el inmenso duelo de sus fans. Los más viejos lo disfrutaron cuando jugaba, en la era de los patilludos, en aquel equipo tan brusco y ventajista que entrenaba Don Revie y que nunca hizo ascos a una buena pelea. Billy Bremner, Joe Jordan, Jack Charlton, Terry Yorath, Norman Hunter, Alan Clarke… ‘Dirty Leeds’, lo llamaban. Ganaron muchos títulos.

Lorimer había nacido en Dundee (Escocia) y deja récords que costará batir, porque todavía es el debutante más joven en la historia del club de Ellan Road (15 años y 289 días) y el máximo goleador, con 238 goles en 705 partidos, a pesar de que no era un delantero propiamente dicho. Jugaba como centrocampista adelantado, lo que en tiempos era un mediapunta, y siempre destacó por lo mortífero de su disparo. Se le habían medido tiros a 170 kilómetros por hora, por algo le llamaban ‘Hotshot’. Lo saben bien aquellos culés del ‘baby boom’ a los que un derechazo de este hombre les rompió el corazón por primera vez la noche de Sant Jordi de 1975.

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