Ilaix Moriba endulza el triunfo del Barça sobre Osasuna

24 puntos ganados de 24 posibles. La racha del Barça fuera de casa empieza a ser muy estimable. Propia de un líder implacable y dominador pero que corresponde, de momento, al incansable perseguidor del primero, porque en el inicio del campeonato su comportamiento como visitante fue risible. Solo sacó 4 puntos de 15. 

Ocho victorias seguidas a domicilio han restablecido el honorable prestigio del Barça que en Cádiz, sede de su última derrota liguera, allá por diciembre, era digno de chirigota. Ahora el equipo de Koeman es capaz de marcar en su primer disparo a portería, lo hace su lateral izquierdo y, además, batiendo su mejor registro goleador con tres tantos.

El post partido del Osasuna - Barça: Messi asiste, Alba vuela e Illaix deslumbra

Jordi Alba recibió un caramelo de Messi y lo saboreó, aunque ese regalo lo desató con violencia, con un tirazo que por poco no arranca la cabeza de Herrera, el portero de Osasuna. El Barça remató el triunfo colocando una dulce guinda, simbólica, y que apuntala el gran éxito de la temporada: el rejuvenecimiento de la plantilla. Con el gol de Ilaix Moriba, 18 años recién cumplidos (el 19 de enero), en el mismo estadio y en la misma portería donde otro adolescente, su «hermano» Ansu Fati, estrenó su cuenta en la pasada Liga. A Ilaix también le dio un regalo en la frontal del área Messi, como si fueran amigos de toda la vida.

Más cerca del Atlético

Así se comportan los campeones, dicen, pero el Barça ha dado demasiados bandazos como para augurar que soplará la oreja del Atlético, aunque anda ya más cerca que nunca. No anduvo fino el cuadro azulgrana en Pamplona, donde nunca ha disfrutado de una experiencia plácida, tampoco sin público. Antes y después del gol de Alba, la otra pata del tridente estaba evitando complicaciones peores. Ter Stegen obsequió a los fotógrafos con dos paradas de premio. La segunda vino a resumir, someramente, las diferencias que separan a ambos clubs. Alba explotó el hueco entre la cabeza de Herrera y el travesaño y Rubén García, chutó al cuerpo de Ter Stegen.

Dembélé entró tras el descanso, junto con un cambio de sistema, para activar la reacción del equipo

Más o menos a aquellas alturas, Koeman había mandado a Dembélé a calentar, pero con el gol le sentó. La irrefrenable necesidad de acelerar el partido, a su equipo, le urgía a meter caña. Ni rastro se veía del juego rápido y vivaz, del ritmo intenso que brindó la heroica clasificación para la final de Copa.

Koeman y Dembélé esperaron al descanso con la coartada de la amarilla que había visto Umtiti. El entrenador aprovechó para alterar, además, el sistema de juego. Con el gol y los cuatro defensas atrás, quería impedir sobresaltos. El retoque tuvo efectos inmediatos, pero efímeros, con un tiro de Messi. A cambio, perdió presencia en el centro del campo, reduciendo y acortando las posesiones es del Barça. La marcha de Busquets acentuó esa deriva. Ilaix Moriba carece del temple y la sabiduría del mediocentro, pero su llegada al área es infinitamente superior.

Sólo faltaba Dembélé

Medio perdida la Champions, y tras el desgaste del miércoles en la Copa con la quinta prórroga, no hubo rotaciones en Pamplona antes de la visita al PSG de la próxima semana. Jugó el equipo A en El Sadar. La Liga es la prioridad hasta el 17 de abril por el poco recorrido que se intuye en la Champions con el 1-4. Solo descansó Dembélé por su voluminoso historial médico en beneficio de Griezmann, aparte de Piqué, lesionado ante el Sevilla. Griezmann, suplente el miércoles, fue sustituido por no aportar el suplemento vitamínico esperado.

Griezmann, suplente el miércoles, no aportó el suplemento vitamínico a una alineación casi calcada de la copera

El desgaste físico se pagó en la misma proporción que el sobrecoste mental de la remontada. Messi fue el ejemplo más evidente con pérdidas e imprecisiones insólitas en él, características de un humano. No había nada que remontar y sobraba tiempo. Y Osasuna no era el Sevilla.

El cuadro navarro se replegó con muchos más jugadores por detrás del balón. Entre que faltaban espacios y faltaba imaginación, el Barça se vulgarizó. La mínima ventaja mantuvo vivo al cuadro rojillo, ilusionado con poder rascar un gol de una falta o un córner. Era una esperanza fundada que fulminó Moriba.  

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