QUEMADA POR LA NATACIÓN, RENACIDA CON EL TRIATLÓN

La metamorfosis olímpica de Sara Pérez

Sara Pérez, finalista olímpica en natación a los 16 en Atenas, aspira a volver a unos Juegos media vida después y en otra disciplina, el triatlón

«Acabé quemada del entorno de la natación. No te tratan como un ser humano, te tratan como un robot»

«El triatlón me aporta lo que cuando nadaba no supe valorar. Gané el oro y pensé ‘qué mierda es eso’»

Sara Pérez.

Sara Pérez.

Roger Pascual

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A los 16 Sara Pérez disputó la final olímpica de los 4x100 estilos en Atenas 2004. 17 años después podría disputar sus segundos Juegos, esta vez en el triatlón, disciplina que le hizo volver a disfrutar del deporte después de terminar quemada por la natación. «El triatlón me está aportando todo eso que cuando nadaba no supe valorar o no super ver». 

Esta barcelonesa no ha olvidado lo que sintió a los 15 cuando ganó el oro en el Europeo junior. Lo que para cualquier otra hubiera sido un motivo de subidón a ella le parecía, literalmente «una mierda». «Gané los 200 braza y me quedé en plan ‘vale, he ganado, pero qué mierda es eso si no he hecho la mínima’. Te quitan la parte de disfrutar de las cosas. Lo había hecho bien pero estaba todo el mundo tan encima de mí para que hiciera una mínima olímpica que estaba fuera de mi alcance que al final logras algo y no te parece algo importante. ¡Jolín, son cosas que normalmente pasan solo una vez en la vida!». 

Aunque inicialmente la mirada olímpica estaba fijada en 2008, quisieron que intentara hacer la mínima para los Juegos del 2004 en ese Europeo junior. «De las cuatro pruebas que iba a nadar inicialmente me quitaron dos, en las que tenía opción de medalla, para que hiciera bien el 200 braza, que gané, y el 100, en el que quedé cuarta». Finalmente la seleccionaron para el relevo de 4x100, siendo séptimas en la final olímpica.

«Acabé quemada del entorno de la natación. No te tratan como un ser humano, te tratan como un robot»

Tras su precoz irrupción, se estancó. Una lesión de tibiales y el «cambio de niña a mujer, que hizo que cogiera más peso y estuviera más hinchada» provocaron que poco a poco se alejara de sus marcas. «Hacía las cosas bien pero no me acercaba a mis tiempos». Tras no lograr clasificarse para los Juegos de Pekín echó el freno. «Ahí ya dije, ‘hasta aquí, ya no me renta, no puedo más’». «Acabé muy quemada con el entorno de la natación, a nivel político del deporte. Se entrena muchísimo cuando eres muy joven, por eso cuando hay alguien que empieza a despuntar empieza a tener muchísimas presiones». Lo que más agradece es no haber sumado la presión familiar. «Mis padres no eran deportistas y a mi padre no le ha gustado el deporte y no me han dicho ‘Sara tienes que hacer esto, tienes que ganar’. Muchos reciben casi más presión en casa de la que puedan recibir de club y federación. Hay que trabajar para que todo eso cambie un poco si queremos tener nadadores de más edad, que a los 20 no acaben hasta arriba». 

A esa edad y tras estar en el CAR de Sant Cugat y en el de Madrid se va a Oviedo y cambia sus prioridades poniendo por delante los estudios que había abandonado por la natación. «Luego me fui a la universidad a Madrid pero no quería ir a entrenar a las 6 de la mañana y a las 4 de la tarde. ¿Para qué? Yo no quería volver a estar en unos juegos ni ir a un Europeo ni nada de eso. Tenía nivel para poder entrenar una sesión al día y poder ser competitiva en campeonatos nacionales y ayudar al club. Pero el Canoe quería algo más: a una deportista internacional que luchara para estar en un Europeo. Y les dije: no se trata de pueda o no pueda, es que no quiero. No me renta, implica unos sacrificios que no quiero hacer». Empezó a entrenar lo que ella consideraba, algo que no estaba bien visto ni entre algunos responsables del club ni entre algunas compañeras. «No me sentí comprendida. Cuando me echaron fue una liberación. Aunque me encantaba nadar, no disfrutaba por el entorno. La gente no te trata como un ser humano, se piensan que eres una máquina. En el Canoe o cuando estuvo Maurizio Coconi de director técnico en la federación aluciné. Eres un robot y hay que hacer lo que yo digo y me da igual tu lado humano. Les da igual si les dices es que tengo problemas, he discutido en casa con mi pareja, con mi padre. Tú tienes que pensar en el bien de tu deportista. Puedes tener al mejor deportista del mundo, que si él no quiere competir, porque no le gusta, no debe competir aunque sea el mejor. Si no le gusta y no es feliz haciendo eso, que haga otra cosa. La gente cuando ve a alguien que hace algo bien quiere que lo haga sin pensar si esa persona realmente quiere».

«El triatlón me aporta lo que cuando nadaba no supe valorar. Gané el oro y pensé ‘qué mierda es eso’»

Tras dejarlo, buscó otro deporte para seguir compitiendo pero sin presión, a su ritmo. «He competido toda mi vida, porque desde los 6 no conozco el deporte de otra manera». Al principio entrenaba seis meses y descansaba los otros seis y, conforme su cuerpo se adaptaba al nuevo deporte, fue mejorando hasta que en 2015 decidió ver hasta dónde podía llegar. «En natación el más paquete entrena casi lo mismo que el que va para internacional, En cambio en triatlón tú entrenas lo que quieres. Empecé siendo un paquete: no sabía montar en bici ni correr, y poco a poco he ido evolucionando hasta ser una de las mejores ciclistas en triatlón que hay en España, correr decentemente y en aguas abiertas, defenderme. Porque al final, aunque hayas sido nadadora, no significa que puedas nadar bien en aguas abiertas». En 2017 cuando ganó el Campeonato de España en distancia olímpica tuvo un subidón que no había sentido en una piscina. «Nunca he estado tan contenta. Y en casa tengo medallas de campeonatos de España de natación a mansalva. Pero esta vez fue decir, ‘ostras que detrás de esto hay muchos años de trabajo’». Tercera del ránking español de triatlón aspira a una de las dos plazas de los Juegos para volver a a vivir, media vida después y en otro deporte, la experiencia olímpica. «Está complicado pero molaría mucho. El recuerdo de Atenas se va volviendo borroso. Sería decir que puedes cambiar de deporte, empezar de cero a los 25 y llegar a unos Juegos. Lo veo con la perspectiva de que no me va la vida en ello. Eso no quita que quiera ir y me vaya a dejar la vida en ello. Y si no lo consigo, que me quiten lo 'bailao'».

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