El Madrid se queda varado en el frío de El Sadar

Las ligas son muy largas y, entre el inicio de verano tardío y la primavera decisiva, los potenciales campeones tienen que competir, y ganar, en días incómodos, atípicos, inclementes… Así jugó el Madrid en El Sadar, con temperaturas heladoras y bajo una nevada intermitente que tiñó de blanco parte del césped, y así se dejó el equipo de Zidane otra porción de sus opciones de ganar La Liga con un rácano empate a cero, aún con un punto de desventaja con el Atlético y ya con tres partidos más. 

En la noche navarra se quedó atascado el ataque del Madrid, varado en cada intento de avanzar hacia la portería rival, frenado a partes iguales por la meteorología, el trabajo de Osasuna y sus carencias, que salen a relucir ante cada complicación que se presenta en el camino. 

Ante la disposición osasunista perfectamente organizada, los minutos pasaron sin que el Madrid consiguiera generar ocasiones de gol, apenas llegadas prometedoras que terminaban con una mueca a medio camino entre el frío y el lamento del fallo.  

Zidane aprovechó la baja de Carvajal para, sin traicionar sus rotaciones meritocráticas, dar cabida en el once a la delantera titular en las ilusiones madridistas, los que copaban los planes de futuro al inicio de la temporada, el sueño de la directiva. Con Lucas Vázquez en el lateral derecho, la tripleta Hazard-Benzema-Asensio no hizo méritos para ganarse la continuidad, permanentemente sin profundidad, sin ideas ni creatividad. Solo Modric apareció, como siempre, ante un Osasuna tan sólido atrás como paciente para encontrar su oportunidad arriba, que tuvo la mejor ocasión del primer tiempo con un cabezazo de Oier. 

Mejor final de Osasuna

La nieve le tenía ganado un buen espacio al verde en El Sadar, con una capa final que sobrevivió el paso de los minutos camino a un hielo deslizante que incomodó sobremanera a los de Zidane. 

Tras el descanso mejoró el terreno de juego (gracias a los operarios), y mejoró también un Madrid que encadenó algunas llegadas al área, hasta un gol de Benzema en fuera de juego a la hora de partido. 

A partir de ahí, crecieron en intensidad, de la mano de la nevada y Osasuna. Aumentó la presión de los de Arrasate y desaparecieron las ocasiones del Madrid, con un plan de ataque cada vez más copado por la desesperación y sujeto a la improvisación.  

No culminó Osasuna la versión más ambiciosa de su plan de partido, pero consiguió maniatar con solvencia a un Madrid manifiestamente impotente ante un equipo ordenado, cada vez más lejos de ser un equipo fiable y competitivo.