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La resurrección de Carolina Marín

La jugadora de Huelva inicia una nueva temporada que supone una especie de renacimiento deportivo tras su larga lesión de rodilla

Asegura que quiere ganar el oro en los Juegos de Tokio y en el Mundial de Huelva para ser reconocida como la mejor jugadora de la historia

"Me han pasado muchas cosas los dos últimos años. Y el libro me ha ayudado a soltarlo afuera y liberarme", dice sobre la publicación de su autobiografía

Carolina Marín, en un partido antes de la lesión.

Carolina Marín, en un partido antes de la lesión. / JOHANNES EISELE

Albert Guasch

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Carolina Marín siempre ha sido muy del Barça y asegura que, pese a los muchos disgustos que proporciona últimamente, sigue siendo fiel al sentimiento. «Eso no se quita», explica a este diario por teléfono. No es la campeona de Huelva una persona que tienda a rendirse ante los reveses de la vida. Viene de una lesión que la ha mantenido apartada dos años de las canchas de bádminton. Meses después perdió repentinamente a su padre en un accidente laboral. Todo ello figura en un libro de género autobiográfico que acaba de publicar, ‘Puedo porque pienso que puedo’, título que refuerza la fortaleza de su arquitectura mental que ha exhibido a lo largo de su carrera. Se compite al más alto nivel con el motor de la determinación, que empuja la destreza técnica, y Marín se apresta a demostrarlo de nuevo en la resurrección deportiva que planea para el 2021. Sus perspectivas, qué duda cabe, son mejores que las azulgranas.

«Quiero ser la mejor de la historia», dijo recientemente la jugadora de Huelva, liberada de los problemas causados por una grave rotura de ligamentos de la rodilla. Para ello, para cerrar la discusión entre los expertos, Marín se propone conseguir la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio y en el Mundial de Bádminton que se celebrará después en su tierra natal, en Huelva. «Si consigo estos dos objetivos, creo que podré ser considerada la mejor de todos los tiempos. Por eso no me conformo con ninguna plata. Quiero oro y oro», responde a EL PERIÓDICO con una ambición voluminosa que sale de su boca de la forma más natural. No suena atrevido, ni desproporcionado. Quiere oro y oro como si dice que quiere verdura y tortilla para cenar. Algo totalmente al alcance.

Las piedrecitas

El año que viene se presenta para Carolina Marín con la esperanza de un rutilante amanecer. Como para toda la humanidad, claro, pero en su caso tiene un componente de renacimiento personal innegable. «Me han pasado muchas cosas en estos dos últimos años», explica. «Pensé que la lesión era lo peor que podía pasarme en la vida y poco después sucedió lo de mi padre. Son piedrecitas que te encuentras por el camino y, aunque en mi caso han sido algo más grandes, no hay más remedio que superarlo».

La campeona olimpica de bádminton Carolina Marín, en la presentación de su libro 'Puedo porque pienso que puedo'.

La campeona olimpica de bádminton Carolina Marín, en la presentación de su libro 'Puedo porque pienso que puedo'. / Fernando Alvarado

Lo supera porque puede, porque piensa que puede. «Es un lema que llevo conmigo. Lo he usado en momentos complicados de mi vida y durante situaciones difíciles en grandes partidos. Me ayuda a levantarme. Salió, lo forjamos, con el psicólogo que tuve hace años en una de las primeras sesiones. Y me lo he quedado para mí para siempre», razona.

Lo mismo le sirve el lema para remontar un partido espinoso como para dar título a un libro autobiográfico en el que narra experiencias de una deportista de 27 años, con sus éxitos incontestables y las dificultades, y hasta tragedia, sobrevenidas. Lo ha hecho sin pudor, dice. «Quizá el momento de revivir la muerte de mi padre he sentido un poco ese pudor. Son momentos que te forjan como persona. Escribir este libro me ha ayudado, el hecho de contarlo, de sacarlo fuera, te proporciona una liberación, y he pensado que personas en la misma situación puede ayudarles también».

Marín trabaja su resiliencia psicológica en el día a día, en las siete horas diarias de entrenamiento, en las horas extra con su psicóloga. «Es un apartado en que llevo trabajando desde hace muchos años. Creo que ya es innato en mí. Se ha convertido en un punto fuerte y los rivales con las que me enfrento lo saben».

Carolina Marín, con dolor por la lesión de rodilla producida en enero del 2019 en Indonesia.

Carolina Marín, con dolor por la lesión de rodilla producida en enero del 2019 en Indonesia. / ADEK BERRY

Horas y horas de entrenamiento en las que las mejoras en su juego aún caben. De hecho, subraya que la resistencia mental sin un físico que acompañe, sin una buena estrategia, sirve de poco. Lo sabe bien después de su lesión. Cuando volvió a jugar hace unos meses, no se sentía segura. Por las secuelas psicológicas pero sobre todo por la inseguridad al pisar la pista. Ahora se siente más preparada, asegura. Y a principios de enero parte hacia Tailandia para inaugurar una temporada en la que visualiza los mayores éxitos.

Suerte con Tokio

Carolina Marín es, de hecho, una de esas deportistas que se ha beneficiado del insólito aplazamiento de los Juegos Olímpicos. Algo bueno dentro de todo lo malo del 2020. «Es verdad, lo he pensado mucho. Me ha ido muy bien en este sentido. Debo de ser de las pocas para las que ha tenido un impacto positivo», reconoce.

Tokio está marcado como la primera de las fechas cruciales. Luego vendrá el Mundial en su casa, del 29 de noviembre al 5 de diciembre. Un Mundial en Andalucía de un deporte muy asiático. Una cita que le ilusiona y le presiona a la vez. Pero a estas alturas la ilusión predomina. La presión ya se la sacudirá. Porque sabe cómo hacerlo. Porque puede.