HISTORIAS IRREPETIBLES DEL DEPORTE (5)

Jochen Rindt, el primer campéon de F-1 a título póstumo

El piloto de Lotus, con solo 28 años, se estrelló en Monza a casi 200 kilómetros por hora el 6 de septiembre de 1970

Jacky Ickx no pudo ganar las tres carreras que faltaban para acabar el Mundial por lo que logró el campeonato ya fallecido

"si quieres ganar títulos ficha por Lotus, pero si quieres permanecer vivo quédate en Brabham", le había dicho Bernie Ecclestone

Sport  Motor Racing  Formula One  18th July 1970  British Grand Prix at Brands Hatch  The winner of the British Grand Prix 1970  Austria s Jochen Rindt receives the trophy from Lotus Chief Colin Chapman  as Jochen Rindt s wife Nina looks on  Jochen Rindt  became the first Formula One  posthumous world champion in 1970  winning the title after being killed at Monza  but way ahead in points at that time  (Photo by Popperfoto via Getty Images Getty Images)

Sport Motor Racing Formula One 18th July 1970 British Grand Prix at Brands Hatch The winner of the British Grand Prix 1970 Austria s Jochen Rindt receives the trophy from Lotus Chief Colin Chapman as Jochen Rindt s wife Nina looks on Jochen Rindt became the first Formula One posthumous world champion in 1970 winning the title after being killed at Monza but way ahead in points at that time (Photo by Popperfoto via Getty Images Getty Images) / Getty Images

Juan Carlos Álvarez

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Jochen Rindt llegó al mundo en medio de un avispero. Nació en abril de 1942 en Mainz en medio de la locura que fue la Segunda Guerra Mundial. Su madre era austríaca y su padre, Karl Rindt, un abogado alemán de buena posición. Pero nada era sinónimo de seguridad en aquellos días. Solo tenía quince meses cuando los aliados comenzaron en 1943 el devastador bombardeo de Hamburgo al que se puso el nombre bíblico de 'Operación Gomorra'. Se calcula que más de 42.000 civiles murieron aquellos días bajo el intenso fuego, entre ellos el matrimonio Rindt.

El pequeño nunca supo por qué se salvó si se encontraba con sus padres en el momento del fatal desenlace. Días después sus abuelos maternos se lo llevaron a Graz, en Austria, el lugar en el que crecería pero cuya nacionalidad nunca adoptaría. Rindt desarrolló su carrera con licencia austríaca aunque siempre mantuvo el pasaporte alemán. Era un asunto que le incomodaba y que trataba del eludir cuando tenía que referirse a él. En cierta ocasión dijo que sus orígenes eran una "terrible mezcla" y a la pregunta de si se sentía más austríaco que alemán respondía que "europeo".

El joven era un loco de los deportes que le ayudasen a subir la adrenalina. Le gustaba el esquí pero siendo muy joven se fracturó la parte alta del fémur durante un accidente en un descenso y tuvo que someterse a un puñado de intervenciones quirúrgicas que le dejaron una pierna sensiblemente más corta que la otra y generaron una pequeña cojera le acompañaría por el resto de su vida. Convencido de que no iba a hacer historia en el esquí se centró en la que era su gran pasión: los coches de carreras.

La nueva pasión

Era un adolescente cuando asistió por primera vez a una carrera en Nurburgring. Allí, en el 'infierno verde', vio ganar a Sterling Moss y tuvo claro a lo que quería dedicar su vida. Con 18 años disputó la primera carrera de su vida en Viena conduciendo el Simca Abarth 2000 de su abuela que acabaría por destrozar. Desde ese momento fue evolucionando de forma imparable en el mundo del motor. En 1963, con 20 años, pasó a la Fórmula Júnior gracias a la ayuda de Bardi Barry, el propietario de una agencia de viajes y uno de los grandes pilotos austríacos de aquel tiempo. En su segunda carrera en la categoría ya consiguió la victoria. No tardó en llegar a la Fórmula 2, categoría en la que se doctoraría sumando triunfos de forma permanente. Era evidente que la máxima categoría era una cuestión de tiempo.

En 1964 inició su tiempo en la Fórmula Uno cuando el equipo Brabham lo contrató para la disputa de una única prueba, el Gran Premio de Austria. Hizo una gran calificación pero en la carrera hubo de abandonar por problemas mecánicos. Cooper lo contrató y en esa escudería estuvo tres años en los que sumó tres podios y grandes actuaciones que le hicieron volver a Brabham que en aquel momento dirigía Bernie Ecclestone (actual responsable de la Fórmula Uno) y que se había llevado los dos mundiales anteriores. En esos años Rindt había demostrado su versatilidad. Seguía corriendo y ganando en la Fórmula 2 (categoría que nunca abandonaría) e incluso se había llevado las 24 horas de Le Mans al volante de un Ferrari.

La llegada a Lotus

En Brabham las cosas no le fueron demasiado bien. Hizo un par de podios, pero se sucedieron con demasiada frecuencia los problemas mecánicos que le impidieron pelear por cotas más altas. Pero sus manos llamaron la atención de Lotus que buscaba un recambio para Jim Clark, campeón del mundo que había perdido la vida en un accidente unos meses antes. Rindt aceptó la propuesta y en ese momento no hizo caso a la profética frase de Ecclestone que le dijo "si quieres ganar títulos ficha por Lotus, pero si quieres permanecer vivo quédate en Brabham".

Su nueva escudería, gracias al ingenio de Colin Champman, tenía fama de evolucionar más que nadie a finales de los años 60 a costa de hacer bólidos más ligeros y sobre todo más inestables. En la temporada de 1969 hizo su debut con su nuevo equipo. Le fue mal al comienzo, pero en el último tramo del año empezaron a llegar los resultados y sobre todo su primera victoria en el Mundial de Fórmula Uno en el Gran Premio de Estados Unidos. Acabó la temporada en cuarta posición y con la sensación de que 1970 sería el año de su definitiva consagración.

El terrible accidente

Arrancó la temporada con dos abandonos, pero a partir de entonces su Lotus se mostró intratable para el resto. Consiguió cinco victorias casi consecutivas (Mónaco, Países Bajos, Francia, Gran Bretaña y Alemania) y el título parecía en su mano porque Jacky Ickx y Regazzoni, sus grandes amenazas, estaban demasiado lejos. Pasaron Austria, prueba en la que Ickx recortó algo la diferencia al aprovechar el abandono de Rindt, y llegaron a Monza para disputar el 6 de septiembre el Gran Premio de Italia.

Y allí sucedió lo impensable. El día de la calificación, pasadas las 14.15, horas el piloto alemán salió a la pista en busca de una nueva 'pole'. Justo en la recta que da paso a la 'parabólica' (la larga y emblemática curva del trazado italiano con la que se llega a la meta) el Lotus hizo un par de movimientos extraños producto de un problema en el eje. Se desvió ligeramente a la derecha antes de lanzarse con violencia contra el guardarrail izquierdo. El coche impactó casi a 200 kilómetros por hora y quedó hecho pedazos en medio de una nube de polvo. Rindt fue llevado a la enfermería del circuito y después de una serie de masajes el doctor Piero Carassai decidió enviarlo de urgencia a Milán.

Solo tenía 28 años

Las heridas en las piernas y el tórax eran terribles. Su supo tras la investigación de la colisión que Rindt llevaba sujetos cuatro de los cinco puntos de anclaje de seguridad y que el de la entrepierna estaba suelto porque así lo quería él. De todos modos, la gravedad del accidente hace que ese detalle seguramente no habría cambiado el fatal desenlace. Una hora después los médicos certificaron el fallecimiento de Karl Jochen Rindt. Tenía 28 años y dejaba una viuda (la modelo finlandesa Nina Lincoln con la que se había casado en 1967) y una hija, Natasha, de apenas dos años.

Pero la historia de aquel Mundial no acabó en el trágico accidente de Monza y en la tristeza que acompañó esos días a Bernie Ecclestone quien lamentaba que aquel oscuro vaticinio que le había lanzado unos años antes, cuando le comunicó su deseo de pilotar un Lotus, se hubiese hecho realidad. El 'circo' siguió adelante como es costumbre y Rindt continuaba siendo el líder con una ventaja bastante cómoda. Quedaban tres carreras y Jacky Ickx podía ser campeón si era capaz de vencer en todas ellas. Lo hizo en México y también en Canadá, pero en Estados Unidos solo pudo ser cuarto y el 4 de octubre de 1970 Jochen Rindt se convirtió en el primer y único campeón del mundo de Fórmula Uno a título póstumo.

Un susto en Barcelona

Se marchó del mundo sin saber que había hecho finalmente realidad el sueño que tuvo cuando era un adolescente y decidió que sería piloto de carreras. El 17 de noviembre en una emocionante ceremonia Jackie Stewart le entregó el trofeo de campeón del mundo a Nina, su viuda. A ella, Jochen Rindt le había prometido que dejaría la Fórmula Uno si conseguía el título de campeón del mundo ese año. Estaba impactado por muchos de los accidentes que se habían producido esa temporada y que le había costado la vida a algún buen amigo e incluso un susto serio a él en Barcelona y que provocó que escribiese una carta a Champman, su ingeniero, en la que le aconsejaba aumentar la estabilidad de los coches convencidos de que seguirían siendo igual de competitivos. No imaginaba hasta qué punto aquella promesa a Nina se iba a hacer realidad.