REGRESOS DE LEYENDAS

Mike Tyson y los retornos más sonados de la historia del deporte

Jordan, Cruyff, Borg y Schumacher, entre otros, también volvieron a competir tras sus retiradas

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Roger Pascual

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Hay pocas cosas en la vida de un fan del deporte que emocionen más que el retorno de su ídolo. Aunque a la hora de la verdad la realidad suele estar muy lejos del recuerdo. Mike Tyson se ha convertido en un adicto a los 'comebacks'. Pero no es el único héroe del olimpo deportivo que ha decidido bajar del pedestal para volver a la arena.

Muhammad Ali

Si hay un deporte en el que se prodigan mucho los retornos es el boxeo, con el dinero detrás de la grandísima mayoría de los casos. Muhammad Ali, el más grande de todos los tiempos, también colgó y descolgó varias veces los guantes. "Estoy exhausto, no tengo nada que probar. Creo que lo mejor es retirarme como campeón, como el más grande", sentenció en 1979. Icono cultural y planetario, cuyo impacto fue mucho más allá del ring, había decidido que a partir de entonces solo libraría peleas fuera de él, en la lucha por los derechos civiles. Pero tan solo medio año después, y apremiado por las deudas producto de malas inversiones y estafas, tuvo que volver. En 1980, con 38 años, aceptó medirse con Larry Holmes, que había sido sparring suyo. Pero no pudo conquistar por cuarta vez el cetro mundial y perdió por abandono en el décimo asalto. Lo dejó definitivamente después de perder el 11 de diciembre de 1981 contra Trevor Berbick, en Nassau (Bahamas). Tres años después se le diagnosticó Parkinson. Arrancaba su combate más largo y duro. Mientras lo libró no dejó de pelear otras luchas, convirtiéndose en mensajero de paz de la ONU, en voz contra la intolerancia, en un guerrero infatigable por la igualdad.

Johan Cruyff

"Creo que cada uno tiene su destino. El mío era, seguramente, dejar el fútbol siendo aún joven, cometer una estupidez enorme y retomar el camino del fútbol. En realidad, esa es toda mi historia como futbolista resumida en tres líneas", sintetizaba Johan Cruyff en su autobiografía. El hombre que cambió la historia del Barça primero en el césped y luego en el banquillo, decidió colgar las botas tras su paso por el Camp Nou. "Por increíble que parezca, invertí en ganadería porcina. ¿Cómo es posible que lo hiciera…? (...) Como me había retirado a los 31, aún era joven para volver a jugar al fútbol. Imagina que hubiera cometido el mismo error a los 36 (...). Después de que nos embargaran el piso de Barcelona, decidimos empezar de nuevo en América".

Se embarcó en la liga norteamericana, donde jugó un par de años en Los Angeles Aztecs y los Washington Diplomats, con un breve paréntesis para volver a jugar en España vestido de azulgrana... en el Levante. El club levantino estaba literalmente arruinado, en Segunda, pero con aspiraciones de ascenso. Se pensó que con Cruyff crearía un círculo virtuoso: mejora del juego, grandes taquillas con las que se le pagaría y ascenso. El holandés dejó pinceladas de su genio pero el equipo bajó sus prestaciones, la grada no se llenó como se esperaba, el ascenso se frustró y Cruyff acabó marchándose antes de tiempo, tras jugar 10 partidos. Habían pactado un fijo de 180.000 euros en base a la taquilla que generara, pero al no cumplirse las expectativas renunció a la propiedad de un club de tenis que el Levante tenía junto al estadio y que se le ofreció para saldar la deuda. "A Johan lo engañaron como hicieron con todos nosotros. No le pagaron lo que le habían estipulado”, explica en la web del Levante Antonio Calpe, segundo entrenador del club.

Al final terminó su carrera en su país natal, donde ganó tres ligas en tres años, las dos primeras con su Ajax y la última con el Feyenord. "Mi última temporada como futbolista en activo en el Feyenoord fue toda una fiesta", relataba Cruyff, que con 37 años fue elegido mejor jugador de la liga holandesa ese 1984.

Michael Jordan

El más grande de todos los tiempos se retiró dos veces. En octubre de 1993, tras el asesinato de su padre, decidió dejar el baloncesto. Cuatro meses después anunciaba que iba a probar suerte con el beisbol para cumplir una promesa que le había hecho a su progenitor. Dejar de ser el mejor de lo suyo para pasar a ser un 'rookie' en las ligas menores en un nuevo deporte no fue fácil. Pero aunque progresó rápidamente en los Birmingham Barons y más de uno ya le veía MLB, el gusanillo del baloncesto volvió a asomar la cabeza. El 18 de marzo de 1995, con la nota de prensa más corta y más esperadas de las historia ("he vuelto"), Air Jordan volvía a su hábitat natural. Adaptar su cuerpo a un deporte completamente distinto no fue fácil y, aunque empezó jugando con el 45, pronto pidió que descolgaran su camiseta con el 23 para volver a ser él mismo. No ganó el anillo ese año, pero sí los tres siguientes. Tras el último, inmortalizado en 'The last dance', volvió a colgar las botas. Pero aún habría un par de bailes extra. En el 2001, camino de los 39, anunció que regresaba de nuevo, pero esta vez para vestir la camiseta de los Wizards, club al que había llegado un año antes como copropietario y presidente de operaciones. Jugó un par de temporadas, en las que demostró seguir a un altísimo nivel, con más de 20 puntos por curso, aunque no consiguió que su franquicia entrara en los 'play-off'. En su última campaña se convirtió en el primer jugador de más de 40 años en anotar los 43 puntos en un partido de NBA, aunque incluso con 50 siguió alimentando el sueño de un nuevo retorno.

Magic Johnson

En 1991, el mundo del deporte se quedaba en 'shock' después de que Magic Johnson anunciara que se retiraba porque tenía el virus del sida. Uno de los mejores jugadores de básquet de todos los tiempos explicó que a partir de entonces aprovecharía su proyección pública para convertirse en portavoz de la lucha contra esa epidemia. El genial base de los Lakers contribuyó a normalizarla al disputar al año siguiente el All Star y los Juegos de Barcelona. Tras la gloria olímpica, llegó a hacer la pretemporada con los Lakers pero las dudas que jugadores como Karl Malone expresaron pública y privadamente sobre el riesgo de jugar contra él le hicieron colgar las botas de nuevo. Pero cuatro años después volvió a las pistas. "Es momento de volver. Quiero que mi hijo y mi hija me vean jugar. No me fui como quería irme antes y estas es el motivo de mi vuelta". En febrero de 1996 tuvo un retorno de película, rozando el 'triple doble' (19 puntos, 10 asistencias y 8 rebotes) ante una afición enloquecida. A sus 36 años y con unos kilos de más, el base pasó a jugar de ala-pívot, rememorando aquel primer anillo que ganó, siendo un 'rookie' de 20 años, decidiendo en la pintura como pívot improvisado ante la lesión de Kareem Abdul-Jabbar. Con 36 años, en una edad en la que la mayoría de jugadores se retiraban y en una posición que no era la suya, promedió en 36 partidos 14,6 puntos, 6,9 asistencias y 5,7 rebotes. Pero más allá de los números demostró que no había perdido la magia.

Michael Schumacher

En el 2006, a los 37 años y tras 16 en la fórmula 1, Schumacher puso el freno a su carrera. El heptacampeón alemán siguió colaborando con Ferrari, la escudería con la que había conquistado cinco de sus siete campeonatos y en agosto del 2009, tras el grave accidente de Felipe Massa, se anunció que 'Schumi' cogería su volante. Pero unos dolores persistentes en el cuello le hicieron aparcar el retorno, que llegaría finalmente al año siguiente con Mercedes. Su regreso revitalizó el circuito, aunque los resultados no le acompañaron: tan solo pudo volver a subir una vez al podio, tras ser tercero en València, en los 58 GP que disputó hasta que anunció su retirada definitiva en octubre del 2012, un año antes del accidente de esquí.

Lance Armstrong

De ser un ejemplo de superación a ser el sinónimo del fraude en el deporte. Si durante mucho tiempo la primera cara que venía a la mente al hablar de dopaje era la de Ben Johnson o Marion Jones, ahora el rostro que más rápidamente se asocia es el de Lance Armstrong. El ciclista tejano, que ganó el Tour siete años seguidos, confesó en el 2013 en una entrevista con Oprah Winfrey que todo lo que había logrado dopado hasta las cejas. Antes de que se descubriera todo el pastel, cuando era aún ídolo y ejemplo de superación, anunció a bombo y platillo que regresaba a las carreteras en el 2009. Era su segunda vuelta, después de que el cáncer le obligara a estar dos años alejado de la competición entre 1996 y 1998. Tras la enfermedad construyó su leyenda, que quería agigantar un poco más intentando otro regreso épico. A los 37 años y años después de llevar cuatro retirado, volvió a subirse a una bici, pero pese a seguir dopándose como si no existiera el mañana su suerte había cambiado: terminó undécimo en el Giro y tercero en el Tour, su prueba fetiche. Al año siguiente la cosa salió incluso peor, terminando la ronda francesa 23º tras sufrir varias caídas. Pero la caída definitiva llegaría tres años después cuando reconoció que todo había sido una gran mentira.

Bjon Borg

"¡Pobre Borg, qué tristeza! ¿Por qué lo has hecho?", se preguntaba en su portada 'La Gazzeta dello Sport'. "¡Pobre Borg, qué imagen en su retorno! Humillado por Arrese", coincidía el 'Corriere dello Sport' después de que Bjon Borg fuera arrasado por el tenista catalán en Montecarlo en su vuelta a las pistas tras ocho años de ausencia. La leyenda sueca, que se había coronado cinco veces en Wimbledon y Roland Garros, dejó prematuramente la raqueta a los 26 años. Ochos después, las necesidades económicas le empujaron a un retorno decepcionante en 1991. Perdió todos los partidos que jugó y en el que más cerca estuvo de ganar fue en el último, en 1993 ante Volkov en Moscú, donde incluso dispuso de una pelota de partido. “Estoy físicamente preparado para seguir un año más pero psicológicamente me cuesta afrontar estos desafíos", comentó con amargura anunciando su retirada estaba vez definiva a los 37 años tras esa última derrota.

Mark Spitz

Cuando cada cuatro años las piscinas olímpicas se ponen de gala, la sombra del mostacho de Mark Spitz vuelve a emerger. Durante 36 años tuvo el Zeus con bigote de las piletas. Hasta que Michael Phelps logró ocho oros en Pekín-2008, superando los siete que El Albatros se había colgado en Múnich-72. Lo que muy pocos recuerdan es que, dos décadas después de su hazaña, intento ir a los Juegos de Barcelona. Fue en la época pre-internet y la cosa acabó en naufragio. El superhéroe americano, que había batido 33 récords mundiales, se había retirado prontísimo, a los 22 años con 11 medallas en el cajón (antes de la gesta de Múnich, con tan solo 18 años ya había conquistado dos oros, una plata y un bronce en México-68). Total, que a los 41 años decidió descolgar el bañador. Bud Greenspan, afamado director de documentales olímpicos, le ofreció un millón de dólares si lograba su billete para Barcelona. Buscó con ahinco la mínima para poder ir a los 'trials', las eliminatorias para estar en la selección de EEUU. Primero con dos cara a cara con dos campeones olímpicos, Matt Biondi, y Tom Jager, que le batieron fácilmente en los 50 metros mariposa, sacándole un par de segundos de ventaja cada uno. Incluso viajó a España para lograr la marca necesaria para poder optar a una de las dos plazas norteamericanas en los 100 mariposa. Pero en Tenerife evidenció que estaba lejos de su objetivo, quedándose a tres segundos de la mínima y siendo último en una carrera en la que su compatriota Brian Alderma le sacó cuatro.

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