EL PARÓN DEL FÚTBOL BASE

Los padres opinan: "Si el deporte es salud, ahora es más necesario que nunca"

Iván (de rojo) y su hermano Iago (de blanco) se entrenan un parque de Cornellà junto a Víctor, también de la UE Cornellà.

Iván (de rojo) y su hermano Iago (de blanco) se entrenan un parque de Cornellà junto a Víctor, también de la UE Cornellà. / periodico

José María Expósito

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"En unos días pasamos de la ilusión de que Iago se iba a enfrentar al Espanyol a quedarnos sin fútbol". Sergio Hernández es el padre de Iago e Iván, dos simpáticos críos que juegan en la UE Cornellà y a los que resulta difícil ver sin un balón bajo el brazo. Como en tantos hogares con niños, la suspensión de la competición y, pocos días después, también de los entrenamientos por el repunte de positivos de coronavirus de la segunda ola fue un auténtico mazazo que los padres tratan de gestionar como pueden, en lo emocional, lo físico, lo económico y hasta lo laboral.

"Se llevaron una gran desilusión. Iago sobre todo estaba muy indignado, decía que por qué la gente no se pone la mascarilla y cumple las normas, que ellos las cumplen todas", explica Sergio. No le falta razón. Los más pequeños aceptan sin rechistar pasar hasta 7 y 8 horas en el colegio con la mascarilla puesta. Quedarse, pese al esfuerzo, sin el premio del fútbol resulta frustrante e injusto.

Víctor Luque milita en el prebenjamín de la UD Viladecans. A sus 7 años, derrocha una vitalidad que el fútbol ayudaba a canalizar. "Ha asumido resignado la situación, pero notamos que está más nervioso −explica su padre, Sergio−. Cuando tiene entreno, las tardes van mejor. Hace actividad física, se desfoga, está con sus amigos, tiene una rutina. Se lo han quitado y es un palo". No es extraño verles estos días en la puerta de su casa con una portería y unos conos. "A veces también lo hacemos en casa y, claro, la liamos", reconoce mirando de reojo a su mujer, Sheila.

Sesiones de Zoom y retos online

Las videollamadas grupales con sus entrenadores y compañeros y los retos que les plantean a modo de entrenamiento (tirar bolos con una pelota, encestar en una papelera) son una manera de no perder el vínculo con el club y con sus compañeros. "Le gusta participar y sentir que está con el equipo. Se alegra de ver a sus compañeros. La gran mayoría no son de su colegio, así que solo los ve en el fútbol. Tiene ganas de volver", explica Sergio.

"No me preocupa mucho porque van a ser solo unos meses y el menor sacrificio que podemos hacer es este −opina Ariadna, la madre de Víctor Minga, infantil del Vilanova−. Pero con una Play en casa cuesta desengancharlo de la máquina". Un problema al que se enfrentan muchos padres. "En mi casa no hay Play. ¡Las odio! −cuenta Nuria, la madre de David Rodríguez, de la UE Sitges−. Tenemos juegos en casa para rato, pero me da mucha pena la situación, se está perdiendo unos años muy importantes". Para ella, tener a su hijo en casa todas las tardes en casa "es todo un reto", pero confiesa: "A mí me encanta, ¡más rato juntos!".

En algunos casos el quebradero de cabeza es aún mayor, pues esa hora de entrenamiento era la que necesitaban los padres para completar la jornada laboral. El padre de Hugo Recio, infantil de la Escola de Futbol Gavà, no llega a tener ese problema, pero sí reconoce que se ha tenido que "adaptar". "Los ratos de entreno los aprovechábamos para hacer recados y cosas", admite José Antonio.

La decisión de prohibir los entrenamientos también tuvo efectos económicos. Algunos clubs han dejado de cobrar (o han devuelto lo pagado) mientras no haya actividad, pero otros no. "Nuestro club [UD Viladecans] nos explicó que estaba en juego su sostenibilidad, y lo entiendo. Confiamos en volver a la normalidad. Si por no pagar ahora unas cuotas va a cerrar el club y luego mi hijo no va a poder ir, va a ser peor aún", reflexiona Sergio Luque. "Hay que ser flexibles y entender que no es una mala gestión del club. Es una situación de urgencia y extrema y hacen lo que pueden. Siguen teniendo unos gastos, y como quiero que cuando esto acabe mis hijos sigan jugando, no me sabe mal pagar", razona Sergio Hernández.

La comprensión hacia los clubs es más o menos unánime. Más críticas ha recibido la Federació Catalana de Futbol por haber apremiado a las familias a pagar el importe de las fichas y el seguro obligatorio para disputar algún amistoso y que enseguida se anunciara la cancelación de las ligas. "Hubo que pagar corriendo y a las dos semanas se paró todo. Se podían haber esperado un poco", protesta Loli Muñoz, madre de Yaiza, una de las jugadoras del cadete del Cervelló, que esta temporada estrena equipo femenino. Para ellas, la frustración ha sido doble. El debut tendrá que esperar, no se sabe cuánto.

El doble palo a las chicas del Cervelló

"Habían empezado un nuevo proyecto con muchísima ilusión y ganas. ¡Ojalá fuera así para todo!", explica Loli. "Íbamos a los entrenos con mucha ilusión de disfrutar, conocer gente. Y que te digan de repente que ya no puedes entrenar es una desilusión", relata la propia Yaiza, de 14 años, que tiene claro que se deberían retomar, como mínimo, los entrenamientos. "Seguíamos unas medidas de prevención: distancia, toma de temperatura al entrar, fichar para poder hacer un seguimiento si sale un positivo... En el parque están jugando a fútbol y no hay ningún control, veo más seguro hacerlo en un club".

Elda García reconoce que su hijo Bruno está "ansioso" por volver a entrenarse con el Atlètic Vilafranca y el Tecnificación Gavà, y que nota en él un "desgaste mental" natural en cualquier persona, y más en un niño. Bruno "está concienciado y entiende las medidas, pero echa de menos a sus compañeros, compartir risas y experiencias", explica. Pero no se atreve a ser tajante en cuanto al regreso: "Quizá podrían volver a entrenar sin disputar partidos, parece que los contagios en el fútbol base eran muy pocos, pero nadie puede saber cómo estaríamos ahora si no hubiéramos parado".

"Si paran todas las actividades no esenciales, es correcto que también pare el fútbol", opina Julio Bonillo, pese a tomarse muy en serio la actividad de sus hijos, Ariel Julio, que juegan en el Tecnifutbol Tarragona: "En casa hacen ejercicios de cardio y bicicleta estática y les regulamos un poco la alimentación, porque ya no queman lo mismo". Marisol, sanitaria que tiene a su hijo confinado por un positivo en su clase, cree que el parón era innecesario. "La probabilidad de contagio al aire libre es mucho menor y, en cambio, mentalmente para un niño es necesario hacer algún deporte y socializar con niños diferentes a los del colegio".

La vida social de los padres

'La salud es lo primero' es uno de los axiomas más repetidos en estos meses de pandemia. José Antonio Recio lo une a otro para hilar un argumento: "Si el deporte es salud, ahora es más necesario que nunca". Y no solo para los niños. "A ellos les han quitado su ocio y a los padres también −admite Sergio Hernández−. Nos han quitado la poca vida social que hacíamos en estos momentos. Cuando tienes un hijo que juega a fútbol, tu vida gira en torno a eso".

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