APUROS BLANCOS

El Madrid, más allá de los penaltis

La derrota en Valencia refrendó las carencias de un Madrid con Zidane en el foco de las críticas

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Alejandro García

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No hay mayor ciego que el que no quiere ver, dice el refranero, y a ese recurso que surge de los más profundo de la conciencia colectiva es al que lleva de inmediato una somera reflexión sobre la situación del Madrid. Ya se preocupó Butragueño, como portavoz del club, de poner sobre la mesa las quejas sobre la actuación arbitral en Valencia, un debate que se ha propagado entre el público y la crítica, pero que en ningún caso puede ocultar las carencias que exhibió otra vez el equipo de Zidane, un juego muy poco fiable, irregular y un desempeño defensivo que concede demasiado a los rivales menos pensados.

Más allá del hecho histórico de que al Madrid le señalaran tres penaltis en contra por primera vez, además de un gol en propia puerta para completar un partido atípico, la lectura que deja la última derrota es que el rendimiento de los de Zidane fue demasiado pobre ante un Valencia cogido con pinzas, incapaz de sobreponerse al primer contratiempo. 

El proyecto del Madrid ha elegido sobrevivir permanentemente al filo del abismo, a un mal viento de despeñarse. Así que, cuando llega esa ligera brisa que destruye lo construido sin cimientos sólidos, la culpa no puede ser el dios Eolo y sus caprichosas ventiscas. 

Derrotas en serie

Algunas novedades en la alineación, una mano sin intención o un despiste defensivo, por sí mismos, son suficientes para que el proyecto de partido del Madrid se desmorone. Son derrotas relacionadas, con un denominador común. Ya pasó ante el Cádiz, ante el Shakhtar y en Valencia, augurios de un futuro incierto cuando lleguen con la primavera las instancias decisivas.

En partidos como la final anticipada europea ante el Inter o la última visita al Camp Nou, el Madrid ha demostrado que puede pelear una victoria en un arrebato de orgullo y pundonor rabioso, pero no todo el monte es orégano y en el día a día es donde llegan los problemas y el esquema de implicación colectiva que predica Zidane se resquebraja al primer contratiempo.  

En Mestalla el partido había empezado muy de cara, con gol de Benzema incluido, pero desde el empate del Valencia, el equipo blanco desapareció del partido para no volver a hacer acto de presencia.  

Críticas para todos

La confección de la plantilla del Madrid, otra temporada más, tiene más sombras que luces, de la misma manera que tuvo más salidas (Reguilón, Ceballos, Achraf, Bale, James, Mayoral…) que nuevas adquisiciones (ninguna), sin más caras nuevas que el retorno del cedido Odegaard. Ese es un problema recurrente del Madrid, que sigue aplazando el relevo generacional a la espera de consagrar el gran objetivo de la llegada de Mbappé, pero también un foco de críticas que traspasa al difuso organigrama de mando deportivo del club para llegar a las decisiones del entrenador, desde los veranos hasta las alineaciones. 

Además de en Zidane, las grandes iras de los críticos está en muchos jugadores, especialmente en Isco, la novedad de un once más o menos habitual en el que casi nadie rindió al nivel exigido, desde Asensio hasta Vinicius, pasando por una base de futbolistas cuyos mejores partidos ya han pasado, hace más de una temporada. Aun así, el partido del malagueño fue otra clara demostración de que no tiene un buen momento de forma desde la primera etapa de Zidane en el banquillo blanco, hace más de dos años, y las críticas han llegado en forma de avalancha.

La sensación es que el proyecto pandémico de Zidane que tuvo éxito la pasada temporada terminará, con más pena que gloria, peleando una Liga sin un dominador claro y en la que los clubs históricos siempre están ahí hasta el final, pero también se percibe con claridad que, para aspirar a los objetivos continentales, se tendrán que alinear los astros para que no haya el más mínimo contratiempo. 

En el futuro inmediato de los blancos, después del parón de selecciones, se avecina otra tanda de partidos decisivos para la temporada, con visitas al Villarreal, al Sevilla, al Inter o al Shakhtar, partidos en los que Zidane no se puede permitir rotaciones si quiere tener opciones de ganar. 

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