IRRUPCIÓN EN ESPAÑA

La historia del ciclón Adama: el camino del trabajo

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Alejandro García

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La historia de Adama Traoré es la de un luchador incansable, que ha encontrado un camino hacia el éxito y que lo recorre a la velocidad de un rayo. Ha llegado desde L'Hospitalet hasta una irrupción espectacular en la selección española, siendo una estrella creciente de la Premier tras salir del Barça, y a sus 24 años no parece tener límites. La anchura de hombros de Adama es directamente proporcional a su dedicación al trabajo, probable herencia de unos padres inmigrantes africanos que crecieron de la mano de Barcelona. “Si soy el mismo de ayer, para mí es un día de mejora que he perdido. Esa es mi mentalidad”, transmitió con serenidad y con insistencia el día después de su puesta de largo con España. 

Nacido en la Maternidad de Barcelona, al lado del Camp Nou, su primer equipo fue la Florida, de allí a L'Hospitalet y casi inmediatamente al Barça, aún con 7 años. Casi diez años después debutó con el primer equipo, en un partido de La Liga ante el Granada en noviembre de 2013. “He sentido un gran orgullo después de tantos años trabajando en La Masia”, explicaba después de su primer partido con el Barça en un catalán nativo. 

Sus padres habían llegado a Cataluña desde Mali a trabajar, en los primeros años de los 80. Se instalaron en Barcelona, la madre trabajó como empleada de hogar, el padre como mecánico y la familia creció. El hermano mayor, Moha Traoré, ha hecho carrera en Segunda B tras pasar pasó por la cantera del Espanyol y enfrentarse a Adama, entonces en la de Barça.  

Cambio físico, sin pesas

Ya en La Masia destacaba su verticalidad constante, su velocidad y su descaro, pero aún no su espectacular físico que ha trabajado con los años para solventar los problemas musculares, de pubis y tendinitis, que le lastraron en sus primeros años en la élite. 

El extremo con potencial que se tuvo que ir del Barça, con 19 años, a la Premier por 10 millones de euros, tuvo que tomar la decisión de crecer físicamente para fortalecer su cuerpo con trabajo específico para minimizar las lesiones, ganar en potencia y no perder velocidad. “Pesas exactamente no hago, con mi genética gano mucho volumen rápido, pero sí hago mucho trabajo fuera del terreno de juego para mejorar físicamente”, explicó.

Aceite lubricante

Su primer año en Inglaterra no fue fácil, su contrato de cinco años con el Aston Villa se rompió al primero. No encontró continuidad hasta la temporada siguiente en el Boro de Karanka, con el que ascendió a la Premier League. Luego llegó la oferta del Wolverhampton y la eclosión de un huracán alimentado por el juego rápido y de transiciones que propone su equipo. 

Tal es su capacidad de desborde, que se lubricaba los brazos con aceite para evitar los agarrones de los defensas: “Eso era un secreto, para las faltas que me hacen y porque he tenido problemas de hombro”, reconoció el internacional español.

El año pasado marcó sus primeros goles de la temporada en una victoria abrumadora en casa del City de Guardiola. “Siempre busco las ocasiones, juegue de delantero, de extremo o de lateral carrilero”, decía días después en una entrevista con EL PERIÓDICO. 

Velocidad y desborde

Cuando se colocó en la banda a esperar el cambio, momentos antes de debutar con la selección absoluta y después de dos intentos fallidos por lesión y por protocolo covid, su imagen la de un jugador de la selección de rugby de Samoa infiltrado en el equipo de Luis Enrique. Cuando saltó al campo, como viene haciendo cada semana en el Wolverhampton de la Premier, era casi poético ver moverse con esa rapidez vertiginosa a esa masa ingente de músculo y fibra. “La velocidad es parte de mí y de mi juego, algún día haré una prueba de correr los 100 metros”, confesó con media sonrisa. 

En sus primeros minutos con la selección española cumplió con rigurosidad el papel de encarador. Cada vez que cogió el balón se lanzó con determinación a superar a su marcador y fue el mayor generador de peligro del equipo. Un soplo de aire fresco entre el toque, la combinación y la triangulación que priorizan el resto de internacionales. 

Es la antítesis física de Jesús Navas, pero uno de los pocos seleccionables españoles que comparte con el sevillano esa capacidad de desborde. Luis Enrique le demuestra confianza y no deja pasar la oportunidad de dedicarle un elogio, con insistencia en el mensaje de que Adama es un arma que atrae muchos recursos defensivos del rival y que puede generar constantes desequilibrios. 

Reunión de La Masia

En la selección ha está compartiendo vestuario con muchos productos de La Masia: Busquets, Dani Olmo, Èric García o Sergi Roberto, pero se le ha visto que hace especialmente buenas migas con el incipiente Ansu Fati, con el foco en el Barça y también con España. “Ya nos conocimos hace tiempo en la cantera del Barça, nos llevamos muy bien y hablamos de todo, los dos hemos estado muchos años en el club”.

Los intentos de Mali por reclutarlo para su selección nacional han sido numerosos e insistentes, pero Adama ya venía siendo un internacional recurrente en las categorías inferiores de España y auguraba su futuro. “Yo soy de aquí y mi intención es jugar con España. Ojalá pueda cumplirse algún día”, decía Adama en 2012 en una entrevista en el Diario AS, en una concentración de España sub-16.

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