Historia del circuito de Catalunya

Catalunya y el motor siempre mantuvieron una apasionada relación que, de alguna manera, se enfrió cuando la F-1 dijo adiós al circuito de Montjuïc tras un trágico accidente en 1975. Sin embargo, aupado al fervor deportivo que arrastró la nominación de Barcelona como sede olímpica, nació el proyecto del que se ha convertido en uno de los circuitos clásicos y referentes tanto del automovilismo como del motociclismo internacionales: el Circuit de Barcelona-Catalunya.

Fue en 1986 cuando el Parlament de Catalunya aprobó por unanimidad iniciar los trámites para la construcción de un circuito permanente, y se eligió una zona a caballo entre los términos de Montmeló y Granollers (aunque muchos no lo sepan, el tercer sector del autódromo está asentado en el término municipal de la capital del Vallès Oriental). 

La primera piedra, en 1989

En febrero de 1989 se constituyó el Consorcio del Circuito de Catalunya, en el que participaban la Generalitat, el Ayuntamiento de Montmeló y el Reial Automòbil Club de Catalunya, y se firmó un convenio con el Consejo Superior de Deportes (CSD). Ese mismo día se colocó la primera piedra del circuito.

La inauguración del autódromo tuvo lugar el 10 de septiembre de 1991, y para el acto se contó sobre el asfalto con los modernos (entonces) Seat Toledo GT-16V, los Audi 100 y los Fórmula 3 de Volkswagen, traídos expresamente desde Alemania. Pero el verdadero bautismo tuvo lugar cinco días después, con la celebración de Campeonato de España de Turismos. El expiloto de F-1 Luis Pérez Sala tendrá siempre el honor de haber sido el primer ganador en Montmeló.

Mansell y Rainey, primeros ganadores

Ese mismo mes el autódromo vivió su primer gran evento internacional, con la disputa del GP de España de F-1. El Circuit sucedió a Jerez como sede de la F-1 y Barcelona (al menos la provincia) volvía a tener a los bólidos del gran circo de las cuatro ruedas 15 años después de su triste despedida. Nigel Mansell fue el primer vencedor al volante de un Williams.

El Mundial de motociclismo aterrizó en Montmeló la temporada siguiente, entonces como Gran Premio de Europa y victoria para Wayne Rainey (Yamaha), aunque a partir de 1992 ya contaría con la denominación de GP de Catalunya, que aún hoy conserva.

Sede olímpica

Ese mismo año la pista vallesana contó con una carrera especial, sin motores mecánicos, ya que albergó el inicio y el final de la contrarreloj por equipos de los Juegos Olímpicos, en la que se impuso Alemania. De alguna manera, se podría decir que el mundo del motor formó parte del programa olímpico gracias al Circuit.

Denominado Circuit Barcelona-Catalunya desde el 2013 (ya que el Ayuntamiento de Barcelona entró a formar parte del consorcio en unos momentos de dificultad económica), el Circuit se ha convertido en un referente por el que se apuesta además como sede para los tests de la F-1 y MotoGP. En tres décadas el circuito ha ido teniendo mejoras, sobre todo en materia de seguridad. En 1995 se eliminó la 'chicane' Nissan, y ya en este siglo se ha optad por hacer dobles variantes para la F-1 y MotoGP en las curvas de La Caixa y Europcar-New Holland, si bien varios pilotos han perdido la vida en su asfalto, el más recordado Luis Salom en el 2016 durante los entrenamientos del Mundial de Moto2.

El récord de la 'alonsomanía'

Entre los mejores momentos del Circuit destacan los años de la 'alonsomanía', en los que el tirón del piloto asturiano logró que se batiera el récord de asistencia al circuito: 140.700 personas presenciaron la carrera de F-1 en el 2007 (354.700 en todo el fin de semana). Las cifras de MotoGP nunca llegaron a ser tan altas, aunque sí más constantes. En el 2008, un total de 213.350 espectadores marcaron el récord histórico de asistentes en MotoGP, 113.150 de ellos el día de la carrera. Muy diferente a lo que sucede en este 2020, en el que las carreras son a puerta cerrada.