El Tourmalet

Sí, sí, sí, nos vemos en París

Los resultados negativos de las 785 pruebas de covid-19 del Tour 2020 plantean muchas reflexiones cuando las cosas se hacen mínimamente bien

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Sergi López-Egea

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Este periodista no será la persona que negará que estar todo el día trabajando con la mascarilla puesta en la cara es un auténtico tormento. Si llevas gafas hay que ingeniárselas para que no se empañen. Y, de verdad, cuando a las 8 de la tarde abandonas la sala de prensa, llegas a tu coche y te quitas la protección, el oxígeno que respiras te parece más fresco y hasta tienes la sensación de que recuperas cierta libertad.

Es triste llevar ya más de dos semanas siguiendo a los ciclistas a lo largo y ancho de la geografía francesa y no haber visto el rostro a muchas personas, a las que incluso te costaría identificar a cara descubierta. No es agradable tener que hablar a gritos con un corredor y tenerlo, cuando puedes conseguirlo, a una legua de distancia. Tampoco que estés todo el día fregándote las manos con el gel.

¿Un secreto personal? Desde el sábado tengo la piel de las manos peladas de tanto gel, como cuando se te cae la piel del sol playero. Te pones gel cada momento, cuando entras y sales de cualquier zona acotada del Tour, cuando sales del lavabo, cuando entras o sales de la sala de prensa, cuando terminas de recargar combustible, cuando entras o sales de un supermercado, cuando entras o sales de un restaurante que encuentras abierto... y hasta cuando estás a punto de abandonar la zona de peaje de la autopista tras recoger la tarjeta de crédito.

Un gel convertido en perfume

Hueles el gel como si fuera un perfume que llevara tu cuerpo. El Tour tiene empleados que se acercan a tu mesa de trabajo y te advierten que se te está cayendo la mascarilla y asoma la puntita de tu nariz. Hasta es un placer extremo sorber un poco de agua, casi como si fuera una cerveza al concluir el trabajo, porque es un instante en el que liberas tu cara de la mascarilla.

Pero dicho todo esto, la reflexión es que hay que hacerlo, llevar la mascarilla y disfrutar del gel, porque de lo contrario, sin realizar este sacrificio que debe ser una responsabilidad para cualquier persona acreditada en el Tour, desde los corredores, el entorno de los equipos, la organización, los patrocinadores y, por supuesto, los enviados especiales, igual no habríamos llegado a París.

783 pruebas negativas

Que hayan sido negativas las 783 pruebas PCR realizadas por el Tour entre el viernes y el lunes, día escogido para practicarlas a los corredores, dice mucho. Y no solo del Tour. Sino para tenerlas en cuenta de cara a la sociedad general y como un dato muy esencial para evitar rebrotes, en todas partes, y no solo en Francia.

Significa que la gente ha sido responsable. No es cuestión solo de suerte, sino de intentar hacer las cosas bien para no infectarse y eso no es solo cuestión de los gobernantes, sino de cada uno. No se puede hacer el burro, el idiota, si se me permite la expresión. Los equipos sabían que no solo se jugaban la imagen del ciclismo, sino el futuro de sus vidas profesionales... y el Tour la supervivencia del ciclismo, a la hora que aseguraba la disputa del Giro y de la Vuelta, que empiezan en nada sabiendo que si hacen las cosas bien podrán llegar a Milán y a Madrid.