ABIERTO DE TENIS DE EEUU

Azarenka y Osaka, final en el Abierto de EEUU

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Idoya Noain

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Nunca había ganado Victoria Azarenka a Serena Williams en un grande, incluyendo las dos veces que se vieron las caras en la final del Abierto de Estados Unidos, donde la estadounidense ha ganado seis de sus 23 grandes. El pasado, no obstante, no importa. Este jueves, en un fabuloso partido entre dos veteranas y madres, la bielorrusa por fin logró la victoria. Y el 1-6, 6-3 y 6-3 labrado en un encuentro peleado con intensidad a ambos lados de la red por las dos veteranas (31 años Azarenka y 38 Williams) devuelven a la doble campeona de Australia a la final de Nueva York. Allí el sábado tendrá su tercera oportunidad frente a la campeona de 2018, Naomi Osaka, que también necesitó tres sets para ganar por 7-6 (7-1), 3-6 y 6-3 en otra semifinal de calidad a Jennifer Brady.

El triunfo de Azarenka es especialmente dulce. Llega siete años después de que disputara su última lucha por un Grand Slam, tras su maternidad en 2016 y un retorno a las pistas complicado por una lucha de custodia de su hijo. Llega también después de un año de sequía de títulos, un vacío que rompió precisamente en Nueva York hace unas semanas, cuando se alzó con el título de Cincinnati disputado este año de coronavirus en la burbuja de Flushing Meadows (una final de la que se retiró Osaka) y pareció tomar impulso para surcar como un rayo este Abierto.

El sueño inalcanzable de Williams

Williams estuvo a punto de frenarle. La estadounidense salió arrolladora en el primer set, desplegando el mejor tenis que se le ha visto en el torneo, aprovechando los múltiples errores de Vika, lenta, baja de energía en esa pista gigante desierta de espectadores este año. Era Williams la que parecía enfilada hacia una final que replicaría la de 2018 con Osaka, aquella que no solo perdió sino que convirtió en un triste espectáculo; era Williams quien parecía que iba directa hacia otra oportunidad para su ansiada meta de igualar el récord de 24 grandes de Margaret Court. Pero en el segundo set Azarenka, como acostumbra en sus duelos con Williams (y van 23) volvió a elevar su nivel. Lo hizo de forma inapelable, sellando el último punto con un saque directo en la línea. Y el sueño de la estadounidense sigue, de momento, inalcanzable.

A Vika el retorno le hace sentir “agradecida”. Le da otra oportunidad, una que enfrenta de forma distinta, “mentalmente en un nivel muy diferente” al de siete años atrás. Y esa evolución ha sido un viaje interior. “Entonces era joven y mi ego demasiado grande, ahora es mucho menor”, explicaba en la pista, una idea en la que luego profundizaba en la rueda de prensa virtual. “Cuando subes rápido y te haces número uno a veces te puedes creer que eres invencible y mejor que el resto y no es verdad. Crece el ego y duele mucho cuando lo dañan. He intentado quitar el ego. Se trata de aprender de los errores, de madurar, de darte cuenta de que ser jugadora de tenis no te hace mejor o peor que nadie, que sigues siendo humano. Y solo queda intentar ser mejor persona y seguir mejorando”.

Volver a la final es, tras ese viaje, “más divertido, más satisfactorio, más placentero” para Azarenka. Y el duelo con Osaka, que con Brady libró un partido de pura potencia, se siente emocionante. “Es muy poderosa, una gran campeona. Ya ha ganado dos grandes y las dos buscamos un tercero. Será divertido”, anunciaba Azarenka. No cabe duda.