UN AÑO DE CRISIS

La 'guerra civil' del Valencia se recrudece

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zentauroepp54833140 valencia200909092423 / MIguel Lorenzo

Nacho Herrero

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Hace ahora un año que, con la destitución como técnico de Marcelino García Toral y la defenestración como director general de Mateu Alemany, estalló la 'guerra civil' en el Valencia y el conflicto, el divorcio total entre su propietario Peter Lim y sus aficionados, lejos de amainar se ha recrudecido.

Durante el verano, al calor de las ventas de muchas de sus principales estrellas, se han sucedido las manifestaciones de seguidores pidiendo la marcha del inversor; el club ha tenido que recurrir a 'pagarés' para abonar las fichas de la pasada campaña, las administraciones públicas le han exigido públicamente que retome las obras del abandonado ‘Nuevo Mestalla’; y en los últimos días la Agrupació de Penyes y el club han ‘roto’ relaciones.

Marcelino, el estallido

Tras volver a tocar el cielo después de más de diez años de sequía con la conquista de la Copa del Rey de 2019, la relación entre el equipo que formaban García Toral y Alemany (en alta estima para la mayoría de los seguidores) y Lim y sus directivos se deterioró a la carrera y la entidad echó al entrenador el 11 de septiembre de 2019 con la Liga ya en marcha y acordó la salida del ejecutivo. Después puso en marcha una operación para fulminar el proyecto que habían construido.

Empezaron a desaparecer de fotografías y sus nombres se olvidaban en las transcripciones de declaraciones. Finalmente, amigos y colaboradores suyos dentro del club empezaron a ver rescindidos sus contratos, incluido el histórico exjugador Paco Camarasa, despedido como delegado del primer equipo al final de la pasada campaña.

Con el argumento de la profunda crisis económica por la que atraviesa el club, agravada por el COVID 19 y sobre todo por la no clasificación para competiciones europeas, la entidad decidió hacer ‘LIMpieza’ en el vestuario y entre los elegidos estuvieron también aquellos que más se significaron públicamente a favor de su exentrenador.

Plantilla desmantelada

Primero fue la no renovación de Ezequiel Garay, luego la venta de Francis Coquelin al Villarreal con el capitán Dani Parejo casi regalado en el pack y finalmente la de Rodrigo Moreno al Leeds. La marcha de los dos últimos, las dos caras del proyecto ganador de la Copa, acabó de soliviantar a la afición.

Ambos se despidieron con elegancia pero las lágrimas de Parejo reconociendo que no supo explicarle a su hijo porque dejaba el equipo "de su vida" y la resignación de Rodrigo admitiendo su "pena" por la deriva del club no hicieron sino reforzar el ‘pegamento’ entre la incipiente oposición. A todo esto, no hay director deportivo.

Aún lo hace más, el presidente Anil Murthy, que llegó avalado por su pasado diplomático pero cuyas intervenciones (en carta o en un desconocido fanzine asiático porque en València no habla con los medios) suelen acabar en incendio.

Ha vuelto a pasar durante el verano con una misiva a los seguidores en la que deslizaba que sólo esta nueva política de venta de jugadores y de no fichajes puede salvar al club de la quiebra. "El gato escaldado del agua fría huye. Debes ser un tonto para seguir el camino del gasto sin pensar en cómo va a pagar el Club", apuntó en un desconcertante símil.

El estadio, en el foco

En medio de este clima de desapego, el Ayuntamiento de València ha reabierto y redoblado su presión para que el club retome las obras del Nuevo Mestalla, algo a lo que se comprometió sin obligarse legalmente Lim cuando adquirió la mayoría accionaria del club. Por la imagen de la ciudad y porque debe hacer también una serie de equipamientos deportivos públicos. Este mismo miércoles el alcalde Joan Ribó instó a Murthy en una reunión a pedir la licencia de obras de nuevo y a empezar un polideportivo.

Iniciadas en 2007, las máquinas llevan paradas desde 2009 y cíclicamente el club rehace el proyecto sin que vuelvan las excavadoras. Su argumento es que no tendrá dinero para hacerlo hasta que no venda el actual Mestalla.

Pero la Actuación Territorial Estratégica que Lim firmó en 2015 con la Generalitat incluía el compromiso de acabar las obras en ambos escenarios en 2025. De hecho, el nuevo estadio debería estarlo en mayo de 2021. Si no hay prórroga, decaería la reconversión en zona comercial pactada para el viejo Mestalla. Otro revés para una economía que está (y en esto coinciden todos) al borde del precipio.

Oposición y denuncias

Después de varios meses de perfil, la Agrupació de Penyes se puso de frente hace unos días y en una asamblea extraordinaria suspendió la gestión de Lim y pidió la dimisión de Murthy o, en su defecto, su cese. La contestación del dirigente no se ha hecho esperar: una carta exigiendo que en quince días abandonen el local que tienen desde hace más de veinte años en los bajos de Mestalla con la excusa de necesitarlo para la Fundación.

Pero no han sido sólo ellas. Varios grupos de presión buscan agrupar acciones para presionar legalmente y un exconsejero ha presentado una denuncia contra Lim y su socio y 'súper agente' Jorge Mendes (entre otros) por blanqueo de capitales y corrupción por, supuestamente, haberse lucrado ilícitamente de la compra venta de derechos de jugadores.