BARRACA Y TANGANA

Así se vuelve

Lo más difícil es hacer la de Asensio, lograr que todo sea como antes desde el primer minuto, conseguir que volver parezca fácil y simple con un golazo

Marco Asensio, sonriente, celebra su gol al Valencia en el estadio Di Stefano

Marco Asensio, sonriente, celebra su gol al Valencia en el estadio Di Stefano / periodico

Enrique Ballester

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Marco Asensio se lesionó en el mes de julio, durante la pretemporada. El viernes, casi un año después y recuperado al fin, volvió a jugar. Asensio tardó apenas un minuto en marcar, y lo hizo en el primer balón que tocó. Durante la celebración, en el clásico revuelto de abrazos y collejas de sus compañeros, sobrevoló con nitidez un grito: '¡Así se vuelve, hostia!'; un alarido para zanjar once meses de dolor en un visto y no visto.

Cuando escuché el 'Así se vuelve' que le dedicaban a Marco Asensio, lamenté no haberlo aplicado para cerrar alguna noche de las de antes, cuando salías de tomar la última en algún lugar oscuro y resultaba que ya era de día, y volvías con tus amigos hacia casa en una larga caminata, arrastrando los pies de manera ridícula, minimizando las eses en el paseo, pensando qué clase de carbohidratos ultraprocesados comerías al llegar a tu cuarto. Volvías formando una procesión de seres difusos y rostros desencajados, que no podías ni vocalizar ni apenas hablar, que no lo recomiendo hacer pero tampoco lo descarto, que quizá por eso nunca nadie dijo '¡Así se vuelve, hostia!' en el momento adecuado, que nos hubiésemos abrazado como si celebráramos un gol en una final de Champions, amagando también con el infarto.

Volver es casi siempre más difícil que llegar. Volver es más difícil que ir, porque la acción incorpora un matiz. Volver es de algún modo un acto de incomodidad, porque rara vez las cosas estaban como las dejaste, y aún más rara vez quien vuelve es igual que cuando se fue. Todos tenemos amigos que se han ido a vivir a otros países, a otras ciudades. Amigos que antes veías todas las semanas, y ahora puede pasar más de un año entre reunión y reunión, más de una lesión de ligamentos cruzados, y al volver puedes pensar que están donde los dejaste, donde estaban la última vez que los viste, pero ni tú ni él sois los mismos porque mentalmente ahí algo se ha movido, algo ha cambiado de plano. Lo más difícil es hacer la de Asensio, lograr que todo sea como antes desde el primer minuto, conseguir que volver parezca fácil y simple con un golazo.

Cuanto más tiempo pasa, de más lejos parece que vuelven

Volver a la normalidad es casi un oxímoron. Cuando dejé de jugar a fútbol estaba tan harto que no toqué de nuevo una pelota hasta pasado más de un año. En aquel primer partidillo me sentí súper torpe y descoordinado, lentísimo de reflejos y medio humillado, porque cuanto más tiempo pasa, de más lejos vuelves, mucho más de lo que habías imaginado. Uno pierde el toque y el tacto pero no solo eso: tiene que aprender otra vez un montón de asuntos que antes hacía sin pensar, envuelto en la inercia del automatismo, protegido por la práctica periódica del entrenamiento, y de pronto ves una montaña donde antes solo había un llano.

Atravieso estas semanas de desescalada sintiendo que el fútbol vuelve de muy lejos, quiero decir, y que nosotros volvemos de muy lejos, sin saber si es así como se vuelve, y sin saber muy bien si encontraremos todo donde lo habíamos dejado.

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