"ESTABA HECHO UN DESASTRE"

El entrenador del Atalanta confiesa que tenía síntomas de covid-19 en el partido de Valencia

Gasperini da instrucciones en un partido de Champions del Atalanta en San Siro.

Gasperini da instrucciones en un partido de Champions del Atalanta en San Siro. / periodico

José María Expósito

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El Atalanta-Valencia de Champions disputado el pasado 19 de febrero en Milán ha pasado a la historia como posible detonante del contagio masivo por coronavirus en la zona de la Lombardía. Unos 40.000 aficionados de Bérgamo y 2.500 de Valencia viajaron a Milán cuando solo había registrados tres contagios en Italia y ningún fallecido. Al día siguiente empezaron a crecer los casos y el día 24, cinco después del partido, murió la primera persona en la provincia de Bérgamo. Como "bomba biológica" se llegó a calificar, a posteriori, aquel choque.

"Tuve el coronavirus"

Las voces que entonces pidieron su suspensión cobran hoy fuerza al confesar el técnico del Atalanta, Gian Piero Gasperini, que tres semanas después vivió el partido de vuelta, disputado ya sin público el 10 de marzo en Valencia, con todos los síntomas de la enfermedad. "Tuve el coronavirus", reconoce el entrenador italiano este domingo en 'La Gazzetta dello Sport'. "Me sentí mal el día antes del partido, y la tarde del mismo estaba aún peor. Sin fiebre, pero estaba hecho un desastre. No tenía buena cara en el banquillo. Nunca me hicieron un test PCR, aunque hace un par de semanas un test serológico confirmó que pasé la enfermedad", ha relatado.

 Los expertos señalaron en su día el partido de Milán como un más que probable foco de contagio. "Creo que fue un acelerador importante. Un tercio de la población de Bérgamo se concentró en un estadio y después lo festejaron [el Atalanta ganó 4-1 y casi selló un histórico pase a cuartos de final]. No es casual que sea la zona más afectada", apuntó el científico Walter Ricciardi, miembro de la Organización Mundial de la salud.

"Parecía una guerra"

Que Gasperini sintiera los efectos de la enfermedad 19 días después no hace sino confirmar esa tesis. "Después de Valencia, en las dos noches siguientes en Zingonia dormí poco. No tuve fiebre, pero sentí los huesos en pedazos y fuera de sitio. Además parecía que estuvieramos en una guerra: cada dos minutos se oía pasar una ambulancia. Había perdido el gusto, pero no sabía que tenía el virus", ha relatado el técnico.