EL NUEVO ESCENARIO POSCOVID-19

Barcelona prepara el futuro de las carreras populares

Una imagen de corredores en la salida de la Cursa de la Mercé

Una imagen de corredores en la salida de la Cursa de la Mercé / Elisenda Pons

Noelia Román

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El calendario del atletismo dice que el próximo 20 de septiembre se disputará la Cursa de la Mercè en Barcelona. Es la carrera popular de 10 kilómetros que festeja a la patrona de la capital catalana. Y, de momento, se mantiene en pie: sus organizadores se han propuesto convertirla en el referente para las carreras populares en los tiempos post coronavirus.

“La Mercè es una gran prueba y puede servir para determinar el futuro de carreras similares mientras la situación sea ésta”, señala a EL PERIÓDICO Josep Maria Antentas, vicepresidente de la Federación Catalana de Atletismo.

“Todo es complicadísimo en estas circunstancias, pero es importante que no dejemos de hacer propuestas y que nos preocupemos por los aficionados y por todos los que están implicados en la organización de una carrera; hay muchos intereses en juego”, añade el mandatario.

En 2019, la Mercè reunió a unos 12.000 corredores en las principales avenidas y calles de Barcelona. Fue, como en años anteriores, una fiesta. Éste, tendrá que adaptarse a las circunstancias, reducir su escala e introducir cambios.

Las opciones

Las cuatro propuestas con las que trabaja el Institut d’Esports de Barcelona (IBE), organizador principal de la carrera, apuntan la necesidad de rebajar el número de participantes a un máximo de entre 3.000 y 5.000. Y no sólo para mantener a raya las posibilidades de contagio. También para hacer viable la salida, el punto más conflictivo y el que, previsiblemente, más modificaciones sufrirá.

Las salidas en masa, con todo el mundo apelotonado, metiendo codo para ganar unos centímetros, pasaron a la historia. Al menos durante un tiempo. Ni siquiera las salidas por cajones según marca serán posibles ahora que no sólo hay que evitar a toda costa que los corredores se acumulen sino también procurar que la distancia entre ellos sea, al menos, de dos metros a lo ancho.

El sistema contrarreloj, tan utilizado en el ciclismo, se presenta como la alternativa más factible para minimizar riesgos. Así, no importará quién cruce antes la meta, sino el tiempo real empleado en completar el recorrido.

En la propuesta presentada por Andreu Ballbé, el responsable de Championchip, la empresa que desde hace 20 años cronometra la mayoría de carreras en Catalunya, un rectángulo gigante marcaría el punto desde el que cada tres segundos saldrían tres corredores separados entre sí por la distancia necesaria. Los tres siguientes estarían preparados en la zona de espera para salir a continuación y así sucesivamente hasta completar el total. Los atletas de élite se reducirían a 20, 10 mujeres y 10 hombres, y saldrían, también con las medidas necesarias, antes que los populares.

“Con esta propuesta, que está basada en cálculos matemáticos, cada minuto saldrían 60 corredores, 3.600 lo habrían hecho en una hora y, en hora y media, tendríamos los 5.000”, explica Ballbé a este diario, pendiente aún de recibir el visto bueno.

“De este modo, si la carrera sigue siendo de 10 kilómetros y con su recorrido habitual, habría muy escasas posibilidades de que los corredores se acumularan en algún punto porque, además, saldrían de manera aleatoria, nunca tres que vayan a llevar el mismo ritmo”, añade quien fuera plusmarquista nacional de los 800 metros.

Reducir el recorrido de 10 a cinco kilómetros es una posibilidad contemplada en alguna propuesta para evitar otro de los aspectos que más quebraderos de cabeza genera desde el punto de vista sanitario: los avituallamientos. Éstos son obligatorios en una carrera de 10, pero desaparecen en una de cinco. Que cada participante lleve consigo un vaso de cartón y se lo autorellene es una de las opciones que se contemplan en caso de que La Mercè mantenga, como parece, su recorrido completo.

“Nosotros hemos creado un protocolo de 48 páginas en el que se propone desde cómo hacer la salida hasta cómo organizar el servicio de guardarropa, pasando por el uso de mascarillas o los avituallamientos”, apunta José Luis Blanco, ex atleta profesional y director técnico de la Mercè.   

Liberados de la mascarilla

Las autoridades sanitarias han descartado ya la necesidad de correr con mascarilla. Pero su uso sí se contemplaría mientras se espera para salir y tal vez en la llegada. Los corredores deberían guardarla durante el recorrido.

La feria del corredor desaparecería y los dorsales serían enviados por correo a cada participante junto a su hora de salida. Ésta se situaría, como siempre, en la avenida María Cristina. La llegada se distanciaría apenas unos metros para evitar que los corredores se crucen. Con el formato contrarreloj, aún habría participantes saliendo cuando llegasen los primeros. 

Si esta nueva Mercè sale adelante y tiene éxito -el Ayuntamiento también estudia la posibilidad de un formato similar al de la Fiesta de la Bicicleta que la descartaría como modelo para otras carreras-, marcaría la pauta para carreras posteriores como la Jean Bouin y la Cursa de Bombers. Antes que la Mercè, podría disputarse la Lloretrail -carrera de montaña- y quizás alguna otra carrera de menos de 1.000 participantes.

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