CRISIS DEL CORONAVIRUS

El ataque encubierto del fútbol contra Bérgamo

El Atlanta-Valencia fue una cita histórica para el club italiano y el foco de contagio del covid-19 de la provincia más castigada de Europa

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Alejandro García

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El año 2020 era el mejor de la historia de su equipo de fútbol, el Atalanta, brillante e inesperado cuartofinalista de la Liga de Campeones. Será inolvidable en Bérgamo, porque la alegría inmensa que les proporcionó un partido europeo para la historia, trajo también de la mano una tragedia que ya ha dejado marcada para siempre la ciudad. 

Bérgamo es una ciudad de leyenda becqueriana con poco más de 100.000 habitantes, justo al sur de las primeras estribaciones de los Alpes, enclavada en la provincia homónima de la montañosa Lombardía que vio nacer al clérigo Roncalli, después Papa como Juan XXIII, impulsor del Concilio Vaticano II. Ahora esa provincia es la más castigada de Europa, con casi 7.500 positivos registrados sobre poco más de un millón de habitantes y con una tasa de mortalidad tres veces mayor que su media del último decenio. Los cementerios bergamascos están repletos y en las iglesias se acumulan féretros, pese a los convoyes militares que los sacan en una procesión lúgubre de camiones fúnebres y a que los enfermos son trasladados a otras zonas de Italia. 

El drama ha removido todos los cimientos del orden internacional establecido, hasta el límite de que militares rusos sean recibidos como salvadores en territorio de la OTAN. A Bérgamo ha tenido que llegar un contingente de más de cien soldados enviados por Rusia con material médico y de desinfección, además de personal especializado para el hospital de campo improvisado en la ciudad. 

Nunca unos cuartos de final de la Champions League se verán con los mismos ojos en la ciudad. En el imaginario colectivo bergamasco ya están incrustados dos elementos indisolubles, inseparables en la historia del sitio: la alegría de golear en una eliminatoria de Champions y la desolación por el azote del coronavirus. “Fue un partido histórico para Atalanta, algo único. Para que te hagas una idea, mi esposa tardó tres horas en llegar a Milán, cuando ese viaje normalmente toma 40 minutos”, reveló días después Papu Gómez, estrella argentina del equipo italiano.

Desplazamiento masivo

Hasta 40.000 aficionados del Atalanta, además de 2.500 del Valencia, viajaron a Milán el 19 de febrero, cuando había registrados tres contagios en Italia y ningún fallecido. Al día siguiente empezaron a crecer los casos y el día 24, cinco después del partido, murió la primera persona en la provincia de Bergamo.

Los efusivos abrazos y la alegría incontenible con la que afición del Atalanta celebró el 4-1 nunca más se verá en Bérgamo como un momento culminante de felicidad, ya se recuerda como el infausto día en que se asentó la propagación del covid-19 entre la expedición que acudió a Milán en masa, como una cofradía a una romería de primavera. “Creo que el partido fue un acelerador importante, un tercio de la población de Bérgamo se concentró en un estadio y después lo festejaron. No es casual que sea la zona más afectada”, señaló en la televisión italiana el científico Walter Ricciardi, miembro de la Organización Mundial de la salud.

"Una bomba biológica"

Las autoridades señalan el partido como el gran foco de contagio de la ciudad: “Fue una bomba biológica. No sabíamos lo que pasaba. Si el virus ya circulaba, los aficionados que fueron a San Siro se contagiaron”, reconoció esta semana a través en Facebook Giorgio Gori, alcalde de Bérgamo. Después de aquel choque, Valencia fue el primer foco de contagio en España. “Hablar ahora es ventajista, pero tal vez no debía haberse jugado ni siquiera aquella jornada de Champions”, dijo el capitán Valencianista Dani Parejo al Diario AS.

El Atalanta de Gasperini ya tenía muchos elementos para convertirse en un equipo de leyenda: orígenes humildes, un juego ultraofensivo e inesperados triunfos en instancias privilegiadas, pero ahora ha sumado un iracundo infortunio a su trayectoria que ha cortado en seco la mejor temporada de la historia de los otros neroazzurro, siempre a la sombra de sus potencias vecinas de Milán y Turín. 

La medida de la heroicidad que supuso para el Atalanta alcanzar los cuartos de final de la Liga de Campeones la refleja el hecho de que no puedan disputar competiciones europeas en su ciudad. El Estadio Atleti Azzurri d'Italia de Bérgamo, con menos de 25.000 asientos, no reúne las condiciones de UEFA, por eso el Atalanta jugó sus partidos internacionales en Milán, por eso se desplazó hasta la capital de Lombardía una masa ingente de bergamascos para apoyar a su equipo.