POLÉMICA EN LA BUNDESLIGA

Dietmar Hopp, el hombre más odiado del fútbol alemán

El propietario del Hoffenheim, dueño del gigante de 'software' SAP, es visto por los radicales ven como un símbolo de la comercialización del deporte

Hopp y Rummennigge aplauden al público tras el accidentado Hoffemheim-Bayern del domingo.

Hopp y Rummennigge aplauden al público tras el accidentado Hoffemheim-Bayern del domingo. / periodico

Andreu Jerez

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"La riqueza te obliga a compartir". Es una de las sentencias favoritas de Dietmar Hopp. El cofundador y propietario del gigante de software SAP, una de las mayores fortunas de Alemania, es hoy el hombre más odiado de la Bundesliga pese a sus ambiciones filantrópicas. ¿Quién es este exitoso empresario? ¿Por qué su cara aparece en el centro de dianas dibujadas sobre pancartas blandidas por los hinchas radicales?

Dietmar Hopp nace en Heidelberg en 1940. Tras estudiar informática e ingeniería en la Universidad de Karlsruhe, comienza a trabajar en 1966 como consultor de IBM. En 1972, cofunda la empresa Systemanalyse und Programmentwicklung, conocida hoy como SAP EP. En 1988, la compañía da el salto a la bolsa y él es nombrado presidente de la empresa que hoy lidera el mercado mundial de software de gestión empresarial. 

Desde su retirada de la primera línea de la multinacional alemana, Hopp se dedicó a actividades filantrópicas a través de una fundación que lleva su nombre, y también a uno de los espectáculos más lucrativos del planeta: el fútbol profesional. En la década de los 90, se convirtió en el principal inversor del club de fútbol  Turn-und Sportgemeinschaft Hoffenheim (Unión Gimnástica y Deportiva Hoffenheim). Cuando el millonario comenzó a inyectarle capital, el equipo competía en ligas regionales. En 2008, y tras invertir alrededor de "350 millones de euros" –como él mismo reconoció en una entrevista–, el Hoffenheim logró ascender a la máxima competición del fútbol alemán.

Insultos en la grada

Desde entonces, ha permanecido en ella e incluso llegó a clasificarse para la Champions en el 2018. Para Hopp es un sueño hecho realidad. De joven, él mismo jugó como delantero en el club que hoy forma parte de la élite del fútbol alemán. El Hoffenheim tiene un estadio para 30.000 personas, algo menos que la población de Sinheim, la localidad del sur en la que está el recinto, y diez veces más que los habitantes del distrito de Hoffenheim.

El fin de semana pasado no fue una jornada más de la Bundesliga: los insultos y las pancartas amenazantes contra Hopp obligaron a interrumpir dos partidos. En el Hoffenheim-Bayern, los futbolistas incluso practicaron una especie de huelga: se pasaron el balón sin diferenciar al rival y sin la intención de marcar. Después Hopp se unió a los futbolistas en una imagen que pretendía lanzar una señal contra cualquier tipo de insulto o discriminación. "Como hombre blanco y millonario, Dietmar Hopp pertenece al grupo de los más privilegiados", respondía una parte de la hinchada del Dortmund a través de un fanzine del equipo aurinegro. Los hinchas pretendían diferenciar así los casos de racismo u homofobia de los insultos al dueño del Hoffenheim.

Hopp se ha convertido en el símbolo de la comercialización del fútbol alemán. Las hinchadas radicales del Bayern, el Borussia Dortmund, el Colonia o el modesto Unión Berlín, recién ascendido, lo han tomado como cabeza de turco contra un modelo que consideran fomentado por la federación, sus funcionarios y los grandes patrocinadores.

La rápida y cerrada defensa de Hopp es interpretada por las secciones de animación más críticas como una reacción del 'establishment'. Los insultos son una forma de hacer público un debate que de otra manera sería invisible, argumenta la hinchada radical del Unión Berlín.

Pasado familiar nazi

La gota que colmó el vaso fueron unas declaraciones de Hopp sobre la campaña contra él: "Me recuerda a tiempos muy oscuros", dijo el magnate, en aparente referencia a las persecuciones vividas en Alemania durante el nacionalsocialismo. Sus acérrimos críticos lo interpretaron como una banalización de los crímenes nazis, dado que su padre fue un activo miembro de las milicias nazis que participó en la deportación de judíos de Hoffenheim en los años 30, como ha reconocido públicamente la familia Hopp.