NOCHE PARA LA HISTORIA

Andoni Iraola: el rugido de la modestia

Iraola, toda una leyenda como jugador del Athletic, busca llevar al Mirandés a la final de Copa como entrenador más joven de Segunda División

Ander Iraola en una de las ruedas de prensa del Mirandés.

Ander Iraola en una de las ruedas de prensa del Mirandés. / periodico

Igor Santamaría

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Creció en la arena de esos torneos playeros que abundan en Gipúzcoa y en una de las mejores escuelas de fútbol en Euskadi, la del Antiguoko, que le tiene entre sus referentes, junto a los Xabi Alonso, Aduriz y Arteta, y donde, siempre que puede, colabora.

Fue con 16 años cuando Andoni Iraola (Usurbil, 22-VI-1982) cruzó la autovía hasta Lezama y nutrió a la filosofía del Athletic de la clase, sencillez, alegría y empatía con las que hoy, erigido en el entrenador más joven de la categoría de plata, puede llevar al Mirandés a la final de Copa, nada menos que apeando a la Real y mirando de reojo con su corazón de león a la otra semifinal. Y lo divisa con un incalculable valor para gestionar grupos y sacar un rendimiento individual y colectivo en situaciones de presión, y el compromiso que siempre demostró como futbolista en activo encandilando a San Mamés por su carril derecho.

La influencia de Valverde

510 partidos vistió como rojiblanco, que se dice pronto, solo por detrás de Joseba Etxeberria, Txetxu Rojo y José Ángel Iríbar, y eso que decidió poner rumbo a Estados Unidos antes de lo imaginado, con 33 años. La charla previa a su encuentro 500 se la dio Ernesto Valverde, el mismo técnico que le transmitió sus primeras palabras en la élite en el verano de 2003, uniéndose eternamente a su dorsal 15. Su predilección por Txingurri nunca la esconde. “Ha tenido muchísima influencia en mí. Fue mi primer entrenador en juveniles, luego también lo tuve en el Bilbao Athletic y apostó por mí cuando accedió al primer equipo”, señala, recordando aquel debut liguero ante el Barcelona en ‘La Catedral’.

Tras aquel bienio le tocó convertirse en faro del equipo cuando se coqueteó con el descenso y Mané le entregó el mediocentro para actuar como líder. Caparrós y el virtuosismo de Bielsa también nadaron en sus capacidades, y en ese currículum tres finales de Copa, Barça mediante, y una de Liga Europa ante el Atlético donde se quedó con la miel en los labios, hasta que justo en puertas del adiós se redimió con la Supercopa ante los blaugranas. “Éramos subcampeones de todo y campeones de nada”, evoca con un partido en su retina, la semifinal ante el Sevilla de 2009.

El exlateral, que sobresalía ya de chaval con sus excelentes notas en el colegio Marianistas, inteligente y aplicado, tímido solo en las distancias largas y con su entorno de siempre arropándole, era de los que había que acostumbrarse a perder contra él porque, como afirman sus amigos de la infancia, “te ganaba a todo, al tenis, a frontenis…”.

Cuando partió del Athletic hace un lustro se enroló en el New York City de la MLS, donde compartió vestuario con Andrea Pirlo, David Villa y Frank Lampard. En 2017 zanjó definitivamente su carrera como futbolista, en la que también fue internacional por España en siete ocasiones, entre 2008 y 2011. Y a partir de entonces, arrancó su periplo en los banquillos.

Campeón de Chipre

Cogió al juvenil del Antiguoko en el verano de 2017 y un año después firmó por el AEK Larnaca chipriota, de Primera División. Tardó poco en levantar su primer título y en septiembre obtuvo la Supercopa de Chipre ante el APOEL. En enero de este año, tras una serie de malos resultados, fue destituido.

El Mirandés, un recién ascendido a Segunda División, decidió este pasado verano prescindir de Borja Jiménez, otra promesa de los banquillos de solo 34 años que había devuelto al club de Anduva al fútbol profesional en su primer año en el club. Y llegó Iraola con esa discreción que consigue convencer con un discurso analítico y táctico concreto y directo para revolucionar el formato copero y escribir su nombre en las libretas de clubes de solera. Quién sabe si mirando de nuevo a Bilbao. Antes, una vez más, en un segundo plano, callado, en modo observador y alejado de los elogios, tiene la ocasión de volver a demostrar su rugido y enarbolar al fútbol modesto. Como él.