barraca y tangana

Una motivación

No puedes con tu vida, pero miras el livescore y piensas, bueno, al menos esta noche hay partido

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Enrique Ballester

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Hay grupos que no venden las entradas anticipadas que pensaban vender y cancelan sus conciertos. A menudo emiten un comunicado diciendo que se ha puesto enfermo algún miembro, por lo general el bajista. Si tuviera un grupo me gustaría mucho ser el bajista que usan de excusa cuando no se venden entradas y cancelan los conciertos. Creo que he nacido para eso.

Hay noticias que al mediodía son una apertura a toda página, después de comer decrecen a una columna, y a la hora de cerrar resulta que se quedan en un breve. Eres un poco tú, al final, esa noticia. Te mimetizas. Piensas que has nacido para eso.

Hay días enfermizos repletos de malas excusas y expectativas menguantes sin brillo. Hay días que solo los puede salvar el fútbol. No puedes con tu vida, pero miras el 'livescore' y piensas, bueno, al menos esta noche hay partido, y por lo que sea te animas y mejor no pensar si tiene algún sentido. Es una motivación como cualquier otra para seguir vivo.

Es importante saber elegir a tus ídolos. Son al cabo referentes que señalan el buen camino. Mi nuevo ídolo es el chaval que salió del Bernabéu, después de la victoria de la Real Sociedad, pensando que el Madrid aún podía remontar la eliminatoria en el partido de vuelta. Lo entrevistan en la tele y le explican que no, que era a partido único esa ronda de Copa, que no hay vuelta que valga. El chaval es mi nuevo ídolo porque encaja el golpe con una resignación demoledora, dice 'pues ya nada' y encoge los hombros con un movimiento escueto pero tremendamente preciso. Ni mucho ni poco le afecta la caída y esa es la actitud que envidio, yo que tanto he sufrido por el fútbol, porque se le ve feliz, se le ve dispuesto a que una derrota no le estropee el día.

Perdió el Madrid y luego el Barcelona, todo en apenas un par de horas. Cuando se da este extraño fenómeno, tan inhabitual, el instinto de España se agita. Algo se remueve en las entrañas, algo que sin duda va más allá del fútbol y de una ronda de Copa. Algo que va más allá de reírte de los que han perdido, como si fueras novato en esto, y que luego pierdan también los tuyos y se rían de ti el doble, que es algo que el jueves pasó seguro. Con el rencor lógico hacia los grandes, una motivación como cualquier otra, tengo una teoría poco desarrollada: para ser concejal, en algunos lugares, no se necesita nada más que no cagarte encima y, dependiendo de la cuestión geográfica, criticar al Madrid o al Barcelona. Ni siquiera es necesario que te interese el deporte, Madrid y Barcelona son entes abstractos hacia los que canalizar de manera natural las frustraciones domésticas. Asoma ahí una labor social fundamental para mantener el orden cómodo de las cosas. Odiando a los que están lejos dejamos hacer a los que mandan en casa.

Hay reivindicaciones no siempre fáciles de afrontar. Un chico reunió decenas de miles de firmas para que la Super Bowl se juegue en sábado y no en domingo, y así al día siguiente poder celebrarla tranquilo. Mal, muy mal. Lo que debería pedir es que declaren el lunes festivo. Las cosas se hacen bien o no se hacen, os lo tengo dicho.