MUJERES Y DEPORTE

Récords sí, pero en desigualdad

Tres mujeres relacionadas con el deporte español denuncian la ausencia total de derechos laborales frente a sus compañeros masculinos

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Julia Camacho

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Premios de menor cuantía, trofeos que ni se entregan y, sobre todo, ausencia total de derechos laborales frente a sus compañeros masculinos, algo impensable en cualquier otra actividad. Un congreso en Sevilla sobre violencia de género y deporte saca a relucir los récords en desigualdad que avergüenzan al deporte español.

PILAR CALVO

“En el tiro al plato, era como si no existiéramos”

Desde sus inicios en el tiro al plato, allá por 1993, tuvo que acostumbrarse a que las mujeres no tuvieran ya ceremonia de medallas, sino siquiera galardón y mucho menos premio económico. La escusa, que habían reducido la competición a un solo día, y claro ‘no valía la pena’ porque los premios se entregaban tras la intervención masculina. “No nos hacían ni caso porque, nos decían, no éramos representativas”, concede, pese a que, por ejemplo, el coste de la inscripción sí era el mismo.

Defraudada, se apartó temporalmente, pero por un espíritu de competición innato, no solo volvió a disputar competiciones e incluso estar en las Olimpiadas: en 2016, cuando no podía más ante el desprecio que sufrían las mujeres –“era como si no existiéramos”— harta de no encontrar apoyo entre los compañeros varones, creó la Asociación para mujeres en el Deporte Profesional. Calvo lamenta que no empezaron a atender sus reclamaciones hasta que la respaldó la federación, con una carta de protesta escrita por ella misma. “Si uno solo se queja, no funciona”, recordando que hasta su entrenador fue apartado por denunciar lo que ocurría.

Las cosas han cambiado, reconoce, pero solo en campeonatos oficiales. Y aunque suponen el 23% de las licencias, los puestos de poder siguen copados exclusivamente por hombres. “La desigualdad se acaba con voluntad política para que la ley se cumpla, no es un problema de clubs o de federaciones, sino del Estado”, dice, “porque no puede ser que las mujeres deportistas trabajen como ilegales”. El problema no es solo la invisibilización: algunos estudios constatan que una de cada cinco menores sufre abusos, especialmente en concentraciones o desplazamientos.

MARÍA JOSÉ LÓPEZ

“Es impensable que las deportistas sean ilegales”

Experta en derecho deportivo, su primer golpe de realidad llegó al tener que demostrar la vinculación laboral del equipo femenino del Rayo Vallecano y que, cuando el club madrileño entró en quiebra, pudieran cobrar del Fogasa. Y es que “cobraban en sobrecitos en B”, dependiendo de la voluntad del presidente de turno. “Los deportes profesionales colectivos tienen un convenio que no incluye a las mujeres, son ilegales, algo impensable en cualquier otra actividad”, denuncia.

López, codirectora jurídica de los servicios jurídicos del Sindicato de Futbolistas AFE, reprocha que solo cuando el debate se ha puesto sobre la mesa, como con la huelga de las futbolistas, la sociedad se ha escandalizado ante esa falta de protección y de derechos, que discrimina y dificulta además la maternidad. “El deporte tiene un componente de segregación que es intolerable en una sociedad democrática”, afirma, y lanza: “¿una mujer podría jugar en el primer equipo del Real Madrid o el Barça, qué lo impide?”.

Las deportistas lidian además con la precariedad económica, lo que dificulta que sigan vinculadas a su deporte. “Tienen más estudios universitarios que los varones, porque saben sus perspectivas de futuro, pero tampoco se involucran porque, con sueldos de 600 euros, “cómo te vas a vincular a algo que no te permite vivir”, señala para justificar la escasa presencia en los centros de poder del deporte. Un talento que se desperdicia a veces de forma insólita, y recuerda el rechazo que sufrió la baloncestista Marina Ferragut, la segunda jugadora más veces convocada con la Selección Nacional, para ejercer de monitora de actividades extraescolares de baloncesto. “¿Habrían rechazado a Pau Gasol?”, pregunta.

VICTORIA PADIAL

“Se les llena la boca al decir ‘mujer y deporte’”

Victoria Padial es la primera española olímpica en biatlón, una disciplina que combina esquí de fondo y tiro con carabina. Y pese a sus dos medallas de plata y un bronce en campeonatos mundiales, sigue sin saber lo que es que la Federación nacional de Deportes de Invierno la respalde, le preste apoyo o infraestructura. “Para una que hay...”, le dijeron al justificar esa falta de inversión. El suyo es un deporte minoritario aún en España, y ella la única mujer que compite de forma profesional, por lo que a juicio de la directiva le corresponde buscarse la vida. “El resto no compite de forma regular, porque no hay equipo ni entrenador, así que vamos a las carreras que podemos pagarnos”, explica. En su caso, ha hecho de todo para poder acudir a esas competiciones oficiales, desde vender calendarios o lotería a buscar patrocinadores privados.

La suya no es una especialidad especialmente discriminatoria, explica: los campeonatos con más audiencia son los femeninos, e incluso hay pruebas mixtas inimaginables en otras competiciones. Hay mujeres directivas, “pero sin empatía para contactar y preguntar qué necesitamos”. Ella terminó en los juzgados porque, se queja, las ayudas que da la Federación Internacional de Biatlón a través de la federación española no le llegan.

“Se les llena la boca al decir mujer y deporte, pero la discriminación la vivo en mi piel, porque al denunciar la situación encima me señalan”, reprocha, “no tenemos derecho siquiera a quejarnos”. Y pone el acento en la falta de cantera de su especialidad. “Si las que estamos arriba no llegamos a las ayudas de mujer y deporte, como van a llegar las de deporte base”, reflexiona.