ENTREVISTA A UNA LEYENDA DEL ATLETISMO

"Antes nos veían como bichos raros, desde Barcelona-92 hay más cultura deportiva"

García Bragado, en el momento de cruzar la meta como octavo clasificado del Mundial

García Bragado, en el momento de cruzar la meta como octavo clasificado del Mundial / periodico

Luis Mendiola

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Si tuviera que escoger tres momentos de tu carrera ¿cuáles serían?  Siempre me quedaré con Stuttgart y con Berlín porque fueron la primera medalla y la última. Las dos fueron en Alemania. Y las dos tienen cierta similitud. A Stuttgart vinieron mis padres, mí tíos, que habían emigrado, estaban allí trabajando. Estaban sus hijos, mis primos. Recuerdo que vino mi hermano. Ese triunfo lo viví  con la familia. Mis padres pudieron vivir aquello.  Y después en el 2009 se dio una situación similar. Volvieron a viajar mis padres, en esta ocasión acompañados de mis hijas. Pero a su vez,  la prima que estaba en Stuttgart, se había casado y vivía en Berlín, y vino con sus hijas. Entonces viví ese salto generacional. Y sobre todo que mis hijas ya no eran pequeñas y pudieron vivirlo y saborearlo. Hay imágenes cuando se colaron y se saltaron el control. Fueron vivencias inolvidables. En esa ocasión, no conseguí un oro, pero poder vivir eso, la verdad, es que lo disfruté como si hubieran ganado ese oro. El otro momento que diría es el que viviré en los Juegos de Tokio porque voy a conseguir acabar mi carrera donde lo he decidido y eso, para mí, es muy especial.

Tener el apoyo de su familia, especialmente de su mujer, Montse Pastor, que es su entrenadora, y que entiende la exigencia y la dedicación de lo que usted hace, debe ser fundamental? Tengo la fortuna de que Montse se ha dedicado a esto y lo entiende. También he tenido la suerte de contar con unos padres que siempre me han apoyado en las decisiones que he tomado porque éste es un mundo, en realidad, muy difícil  de entender. Mucho más antes, cuando nos veían como unos bichos raros. Que te dediques en cuerpo y alma al entrenamiento y pongas todo lo demás en un segundo plano, antes no se entendía. Te decían: ‘ponte a trabajar y deja de salir a correr’.  Además con los marchadores había muchas bromas y risas. Siempre te encontrabas a algún gracioso, con algún comentario. ¡Imagínate! Afortunadamente todo eso mejoró una barbaridad después de Barcelona-92, ahora hay más cultura deportiva.

¿No siente un punto de satisfacción o de orgullo cuando mira hacia atrás y repasa su carrera? Hombre, vanidad la tenemos todos. Yo me encuentro  muy a gusto conmigo mismo. Pero hay algo que me satisface aún más. Llevo tiempo trabajando con mucha gente. Y lo que me llena de verdad  es satisfacer a esa gente que espera mucho de ti y espera que cumplas tus expectativas. No sé si es por la educación que me han dado mis padres o por qué habrá sido.  Muchas veces compito más no tanto por mí sino porque pueda satisfacer o defraudar a la gente. Siempre lo he tenido muy en cuenta.

¿Cuál es el atleta que más le impactado en toda su carrera? No tengo dudas,  el marchador polaco Robert Korzeniowski (cuatro medallas de oro olímpicas, tres oros mundiales). Cuando era pequeño, siempre me leía entrevistas de Manel Estiarte, era alguien a quien admiraba cuando el waterpolo aún no estaba subiendo.  He tenido tiempo de hablar con él en alguna ocasión, pero no lo he tratado tanto. En cambio, con Korzeniowski sí que he coincidido. He tenido tiempo de convivir con él porque he viajado mucho a Cracovia, de donde es él. La verdad es que es una persona, que tanto en el aspecto deportivo como en el humano, de cómo se ha tomado la vida, del que he aprendido mucho. Robert chapurrea muy bien el castellano. Cuando nos hemos juntado, hemos acabado hablando de muchas cosas, de lo humano y lo divino. Las circunstancias han hecho que ya no nos tratemos tanto. Pero aún seguimos en contacto y nos hablamos de vez en cuando.