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BARÇA - INTER (2-1)

Suárez evita que el Barça se haga daño

El uruguayo lidera con sus dos goles la reacción azulgrana ante el Inter (2-1)

Messi, Suárez y Dembélé celebran el gol de la victoria

Messi, Suárez y Dembélé celebran el gol de la victoria / periodico

Rafael Tapounet / Barcelona

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De los italianos decía Winston Churchill que pierden las guerras como si fueran partidos de fútbol y los partidos de fútbol como si fueran guerras. El Inter de Milán cayó en el Camp Nou en un encuentro que el Barça solo empezó a dominar cuando se aplicó en el aspecto bélico del asunto, una vez constatado que con el juego no le iba a llegar. A punto estuvieron los azulgranas de hacerse mucho daño, tal como había vaticinado Gerard Piqué en una suerte de profecía autocumplida, pero un arrebato de amor propio y dos goles de ‘killer’ de Luis Suárez permitieron a los de Valverde remontar el madrugador tanto de Lautaro Martínez y cerrar con victoria el primer partido en casa de la Champions 2019-2020.

Lleva el cuadro barcelonista desde mayo del 2013 sin perder en su feudo en la máxima competición europea, una estadística bastante impresionante que durante muchos minutos pareció a punto de saltar por los aires. El aspecto entre alicaído y desaliñado de Antoine Griezmann en el encuentro con la prensa previo al partido ya nos había puesto sobre aviso, porque esa pinta de estar atravesando una separación especialmente dolorosa no auguraba nada bueno. Y esa misma fue la imagen que transmitió el Barça durante casi toda la primera parte, como si el divorcio entre jugadores y directiva pesara en el ánimo del equipo y no le dejara pensar con claridad en el fútbol.

Por fortuna para la culerada, la segunda mitad fue otra cosa, con un Barça dispuesto, esta vez sí, a marcar jerarquía en Europa e imponer su personalidad ante el competitivo pero algo asustadizo conjunto que dirige Antonio Conte.

Messi, la buena noticia

El primer gran golpe de efecto llegó una hora antes del partido, cuando se dio a conocer el once inicial del Barcelona y ahí estaba el nombre de Messi, a quien (casi) todo el mundo esperaba ver de salida en el banquillo. La titularidad del capitán, que se quedó fuera de la convocatoria para el partido de Getafe por una elongación en el aductor de la pierna izquierda, fue probablemente una cuestión de “sensaciones”, como sucede con tantas otras cosas en el funcionamiento del club en los últimos tiempos.

La mala noticia, por el contrario, fue la baja de última hora de Junior Firpo, con problemas en los isquiotibiales de la pierna derecha, una ausencia que, con Jordi Alba en la enfermería, dejó a Valverde sin laterales zurdos y le obligó a alinear a Semedo en la banda izquierda y a devolver a Sergi Roberto a ese lateral derecho en el que se suponía que no lo íbamos a volver a ver.

Estaban los futbolistas todavía tomándole las medidas al campo cuando un infortunado lance entre Piqué y Sergio Busquets dejó a Lautaro Martínez solo ante Ter Stegen y el ariete argentino cruzó el balón a la izquierda del guardameta alemán. Corría el minuto 2 y al Barça le tocaba remar, una vez más, a contracorriente. En esta ocasión, ante un equipo italiano y entrenado por Conte. Mal asunto.

Tras el gol, el conjunto ‘nerazurro’ dio un paso atrás y dejó toda la iniciativa del juego a los locales, que movían la pelota con cierto criterio pero pecaban de acumular hombres en el centro del ataque, lo que facilitaba el trabajo a los experimentados centrales interistas. Con el Barça volcado en ataque, los milaneses se dedicaron a aprovechar las cada vez más frecuentes imprecisiones de los azulgranas para explotar los desmarques al espacio del rapidísimo Lautaro Martínez e inclinaron así de su lado, de manera notoria, la estadística de ocasiones de gol.

El joven delantero argentino tuvo la oportunidad más clara en el minuto 36, con un estupendo remate de cabeza que obligó a Ter Stegen a sacar su mano salvadora. Para entonces, los de Valverde parecían haber abdicado del rigor táctico y empezaban a mostrar una alarmante falta de ideas, como si jugaran con un teclado predictivo que permitía a los rivales adivinar todas las acciones y adelantarse a ellas. Viendo el panorama, el público dedicó a su equipo los primeros silbidos y Valverde hizo salir a calentar a Arturo Vidal. La cosa se ponía sombría.

Cambios efectivos

Entró el chileno en el campo en el minuto 53 por Busquets y el juego barcelonista ganó en intensidad, ya que no en orden. La inyección de adrenalina sirvió a los locales para irse arriba y plantarse con muchos efectivos en el último tercio de campo ante el desconcierto del Inter, que pagó su pasividad cuando Suárez, espeso como la melaza hasta ese momento, vio llegar en la frontal del área una pelota servida por Vidal y la remató a la red con una volea formidable.

Reincidió el ariete uruguayo a seis minutos para el final, exquisitamente asistido por un Messi que solo dio señales de verdadera recuperación en el último tramo del partido, con el Barça ya convertido en amo y señor del encuentro. No fue el de los azulgranas un partido brillante, pero su forma de reaccionar ante la adversidad y de darle la vuelta a un duelo complicadísimo abre un horizonte de expectativas. Con Messi de vuelta, debe llegar una nueva etapa. Ahora toca olvidar las rencillas y empezar de nuevo. ‘Dimenticare e ricominciare’, como cantaba ese milanés e interista acérrimo llamado Adriano Celentano.

FICHA DEL PARTIDO

FC Barcelona 2 - 1 Inter de Milán