EL PERFIL

Bianca Andreescu, una tenista con mente de campeona

178 del mundo hace un año, la flamante ganadora del Abierto de EEUU tiene juego, cabeza y ambición para estar en lo más alto

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zentauroepp49757573 new york united states 07 09 2019 bianca andreescu of c190908001933 / EFE / JOHN G. MABANGLO

Idoya Noain

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Cada mañana, cuando se levanta, lo primero que hace Bianca Andreescu es dedicar un tiempo a la meditación. Desde hace años, también, realiza la práctica de la visualización. Son momentos en que la tenista de 19 años, hija de emigrantes rumanos, se pone en distintos escenarios para plantearse posibles formas de responder. Ya cuando ganó la Orange Bowl en 2015 empezó a verse a sí misma luchando contra Serena Williams y ganando el Abierto de Estados Unidos; incluso se escribió un cheque con la cantidad que se llevaba la campeona de Nueva York. Desde este sábado todo -el triunfo ante Serena, el título de Nueva York, el cheque de casi 3,5 millones de euros­ y un lugar en la historia como primera canadiense con un Grand Slam individual- no son solo fruto de su determinada imaginación.

Lo que separa a los mejores del resto es solo la mentalidad”, dice Andreescu, convencida y respaldada por su propia historia. Hace un año era la 178 del mundo, este lunes será la número 5. Y aunque tras ganar Indian Wells en marzo tuvo problemas en el hombro que le alejaron varios meses de las pistas (aunque Angelique Kerber le acusó de exagerarlos y la bautizó “la mayor reina del drama”) volvió a coronarse tras la retirada de Williams en la final en Toronto, la ciudad en uno de cuyos suburbios (Mississauga) nació.

Su récord ante jugadoras del top 10 se ha elevado a un definitivo 8-0 a su favor. Su completo tenis y su intensidad, que le granjea incontables comparaciones con Serena, tiene todo el potencial de asentarla en lo más alto, si se lo permiten las lesiones. Y ella no oculta su convicción de que puede estar ahí, y tampoco su ambición. Cuando tras la victoria le preguntaron por la inspiración que le daba Williams respondió: “Siempre he aspirado a ser como ella. Quizá puedo ser mejor”. Y cuando su entrenador, Sylvain Bruneau, excusaba su torpeza ante las cámaras con su primer premio como entrenador, ella le espetaba: “Ya puedes ir acostumbrándote”.