Final de la Copa de África

Argelia reina con la defensa de un rebote

La selección del norte conquistó el título gracias a un gol afortunado tras un rechace en los primeros minutos de juego

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Alejandro García

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Con el partido aún en los momentos iniciales de tanteo, Argelia se encontró, sin buscarlo y sin merecerlo, con un gol que condicionó el resto de la final de la Copa de África 2019. Con lleno de argelinos en las gradas de El Cairo, el equipo de Belmadi especuló el resto del partido, mientras que Senegal puso tanta intensidad como carencias demostró ante el escenario escaso de espacios que le propuso Argelia. En un final agónico, con ocasiones claras para el empate senegalés, Argelia levantó su segundo título, desde 1990, con la solidez defensiva como gran argumento.

Una mala decisión del delantero argelino Bounedjah, que disparó sin muchas expectativas cuando tenía un pase claro a Mahrez, rebotó en el Sané y salió despedido con una parábola eterna e impredecible que, mientras la defensa senegalesa ya daba la jugada por terminada, se coló en la portería del paralizado Gomis. 

Nada fue igual, los planes de partidos saltaron por los aires y Senegal tuvo que llevar el peso del partido más de lo que hubiera deseado, con los espacios limitados y con Mané sometido a base de continuas faltas. 

Argelia siguió su plan habitual con ventaja en el marcador: un paso atrás y la búsqueda descarada de balones largos hacia sus atacantes, con el compromiso defensivo innegociable de todos sus jugadores, pero sin más ocasiones en su haber.

El partido se fue ensuciando, cada vez con más roces y encontronazos, hasta que el juego se perdió entre faltas, agresiones fingidas y una tensión desbordante, con pelea en la retirada al descanso incluida. Aliou Cissé se desesperó con la falta de criterio de su equipo, que solo consiguió hostigar el área rival a base de empuje y bravura, con infinidad de ocasiones desperdiciadas a balón parado pese a la envergadura de sus jugadores.

Corrección del VAR

El peligro quedó reducido a acciones aisladas, que aparecían de forma fugaz entre imprecisiones y parones, como un animal deslumbrado que cruza una carretera comarcal en medio de la noche. La inoperancia voluntaria de Argelia en ataque, por falta de voluntad, se acentuó en la segunda parte, centrada en sobrevivir a las acometidas en tromba de Senegal. El VAR, activo en el torneo desde cuartos de final y con un colegiado francés al frente en la sala de revisión, corrigió al árbitro, que señaló un penalti por mano en la mejor llegada de los senegaleses, con superioridad y con espacios, que terminó en el brazo recogido de Guedioura. 

Senegal no bajó la intensidad, pero el penalti señalado y rectificado se percibió por el subconsciente del equipo como una repentina y casi insalvable complicación. 

Los argelinos empezaron a visitar campo contrario, cuando Cissé terminó de vaciar el centro del campo para acumular delanteros. Belmadi respondió un central, con un casi inédito en el torneo Brahimi y con Slimani, en busca de algún socio para Mahrez, que pasó por el partido sin presencia en ataque.

En el escaso tiempo añadido para las vicisitudes del juego, cuatro minutos, las opciones de Senegal se dispersaron entre la precipitación y la imprecisión y Argelia se llevó una final rácana, en la que Senegal propuso más, por obligación, pero se quedó sin su primer título continental.