dos mujeres en el banquillo

Jill Ellis contra Sarina Wiegman, el otro gran duelo de la final

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Mamen Hidalgo

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El camino hacia el trono mundial en Francia se inició con 24 dirigentes en los banquillos. De ellos, solo ocho eran mujeres. Este domingo en Lyon, en el duelo más esperado entre Estados Unidos y Holanda, las miradas se dirigirán de nuevo a ellas, las dos entrenadoras que han quedado en pie tras cuatro semanas de fútbol: Jill Ellis y Sarina Wiegman. Un reto que no sucedía desde 2003, cuando se enfrentaron Tina Theune-Meyer y Marika Domanski en una final entre Alemania y Suecia.

"Es importante que tengamos oportunidades de desarrollarnos como entrenadoras", dijo Wiegman tras clasificarse para la final al derrotar a Suecia. "Debemos tener agallas para tomar decisiones, arriesgarnos para obtener puestos más altos, y demostrar que tenemos cualidades". Lo dijo tras clasificar a la ‘oranje’ por primera vez para la final de un Mundial—en su segunda participación—y solo dos años después de llevarla a la victoria en la Eurocopa cuando solo llevaba seis meses en el cargo.

Exjugadora y técnica asistente antes de hacerse con los mandos, la entrenadora 'oranje' tiene el mayor reto de la historia de su país por delante: la doble corona. Ser campeona de Europa y del Mundo en dos años es algo que no está al alcance de cualquiera, y por eso se ha ganado de antemano la admiración del fútbol de su país. La tarea es complicada, pero es consciente de la magnitud que tiene no solo su presencia, sino los éxitos logrados en esta última etapa para las mujeres en Holanda. "Espero que más y más mujeres jueguen al fútbol y se conviertan en entrenadoras", añadió en la rueda de prensa previa a la final. "Tenemos que marcarles el camino, tener influencia en ellas".

Jill Ellis, una veterana de los banquillos

Enfrente, una veterana de los banquillos que quiere repetir triunfo mundial: Jill Ellis. Nacida en Inglaterra, tuvo que esperar hasta vivir en Estados Unidos a los 16 años para poder jugar al fútbol y desarrollar su carrera alrededor del balón. De disciplina militar por influencia de su padre, Ellis tuvo claro que solo con trabajo y disciplina recuperaría la mejor versión de Estados Unidos. "Parte de mi trabajo será hacerte el viaje incómodo, porque le mejor maestro es la adversidad", explicó a sus jugadoras en el primer discurso como entrenadora, un año antes de iniciarse el Mundial de 2015.

La selección norteamericana no había ganado desde 1999, y Ellis comenzaba su tarea con el objetivo de devolver al equipo a lo más alto. Lo logró, y ahora busca reeditar su éxito mientras celebra el crecimiento de otros países en cuatro años. "Quiero un entorno donde me obliguen a trabajar muy duro para tener éxito, porque lo hace más gratificante", decía en The Coaches Voice. En su mano está ganar dos Mundiales de manera consecutiva. 

Sus caminos discurren en paralelo. Ellis se hizo cargo de Estados Unidos en un momento crítico para ellas. Desde entonces, no solo remodeló el equipo sino que creó una máquina de ganar. "Creamos un sistema alrededor de las jugadoras. El proceso fue complicado pero tengo la fortuna de tener un grupo que tiene hambre aunque lo ha ganado todo". Wiegman pasó dos veces por el puesto de interina hasta hacerse definitivamente con el equipo. Estaba a tan solo unos meses de disputar una Eurocopa que ganó para sorpresa de todos. Ahora cuenta con una plantilla sólida que quiere consolidarse como una de las potencias mundiales, y esto pasa por doblegar a la gran favorita del torneo. 

Más mujeres entrenando

Quince años después del último enfrentamiento entre mujeres en los banquillos, Ellis y Wiegman son tan protagonistas de la final como las principales estrellas. "Es maravilloso", celebró Ellis. "Es especial enfrentarse a ella. Necesitamos muchas más mujeres entrenando. Las jugadoras hacen su trabajo y hay muchas jóvenes que pueden entrenar. Ver a dos mujeres es importante para que ellas crezcan".

En la misma línea se mostró su capitana, Megan Rapinoe, quien matizó este éxito porque cree que la comparación con los hombres está fuera de lugar hasta que ellas tengan las mismas oportunidades. "¿Dónde están los programas que hacen que las mujeres lleguen a este nivel, a una posición en la que solo puedan ser juzgadas por sus habilidades? Tenemos que involucrar a más mujeres, que podamos tener a más candidatas a entrenar. No podemos comparar con los hombres cuando todavía no han tenido la misma oportunidad".