LUCHAS DE PODER

Rubiales y Tebas recrudecen la guerra por el control del fútbol español

El presidente de la Federación y el de LaLiga viven encarnizados en una confrontación constante

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Alejandro García

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Por lindezas menores que las que se han dedicado mutuamente Javier Tebas, presidente de La Liga, y Luis Rubiales, su homónimo en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), cualquier empoderado personaje del siglo XVII ya habría montado en cólera y retado en duelo al rival. Muerto el perro se acabó la rabia, debían pensar. Pero ahora no, ahora los duelos no se libran ni con espada, ni con pistola, sino con un altavoz  y con una intensa red de influencias y apoyos oculta a la luz pública, sustentos amparados en la promesa del preciado dinero.

El fútbol español vive refugiado como la gran víctima la ingente batalla entre sus dos máximos dirigentes, en la que cada propuesta de un lado es contradecida y replicada por el otro, a veces tumbada, a veces condicionada, nunca apoyada. Tebas y Rubiales se empeñan en demostrar en cada comparecencia pública su desencuentro constante e irreconciliable. Pero, más allá de la animadversión personal que trasluce, lo que subyace es la guerra por el control del mayor deporte de masas del país, en la que cada uno parece haber descartado la posibilidad de entenderse y se dirigen sin remedio a un enfrentamiento singular que acabe descabezando a uno de los dos.  

La guerra constante

El penúltimo episodio de confrontación fue el primero de una nueva temporada, focalizada en los tribunales, tras la confirmación de que la mediación del Consejo Superior de Deportes para propiciar la renovación del convenio de coordinación no surtió efecto.

Rubiales parece llevar la iniciativa en la guerra, como si un general eligiera un campo de batalla geográficamente beneficioso para sus tropas. Su última gran ofensiva fue la aprobación en asamblea de los nuevos formatos de la Copa del Rey y la Supercopa de España, una reforma importante a la que son contrarios los clubes profesionales y que La Liga ya ha anunciado que no va a impugnar. Antes llegaron el nombre de la competición, el balón y el órdago de los horarios, directo a la línea de flotación de la medida estrella de Tebas; con el anuncio de una franja de protección para la próxima temporada y la supresión de los partidos de los lunes, aún por confirmar, con los problemas subyacentes para los operadores televisivos, uno de los frentes abiertos que mantiene Rubiales.

Como un ambicioso general que termina devorado por sus propias ambiciones, el presidente de la Federación va dejando un reguero de enemigos a su paso, cada cual más poderoso que el anterior. El último en sumarse a la lista es Adidas, con quien Rubiales rompió de manera unilateral el contrato, por no ajustarse a los parámetros de “legalidad, transparencia y equidad que la RFEF considera mínimamente aceptables”, aseguró en una nota; por el que la marca alemana ha vestido a las selecciones nacionales.

La gran ofensiva de Tebas fue la tentativa de partido liguero en Miami, un proyecto que caminó y que torturó durante meses a los aficionados con innumerables y vanagloriosas declaraciones públicas por ambos bandos, hasta que la Federación terminó ganando el pulso gracias a que el Barcelona puso algo de cordura, rechazó participar y pospuso una decisión de fondo sobre si un un partido de La Liga se puede jugar en el extranjero, antes los previsibles intentos de La Liga de repetir intentona.

El progreso de la contienda ha colocado a Tebas en una posición claramente defensiva, más preocupado por conservar lo que tiene que por conquistar nuevos horizontes. Para ello, La Liga se ha entregado sin remedio a la táctica del miedo, atemorizando a clubes y aficionados por todos los frentes posibles, vaticinando un futuro apocalíptico en el que los equipos perderán un gran volumen de ingresos y La Liga su trascendencia si el liderazgo paternalista de Tebas no está a la vanguardia, y en el manejo de los recursos, de las reformas de futuro.

Duelo de figuras autoritarias

Los dos son figuras extremadamente dominantes y, dentro de las entidades que presiden, desempeñan las funciones de mando con una autoridad y un personalismo abrumador.

Tebas, que ejerce el mando con la autoridad y la jerarquía que promulgan sus filias políticas: ufano defensor de los valores de la extinta formación de ultraderecha Fuerza Nueva, de la que fue delegado provincial de las juventudes de Huesca, y proclamado votante de VOX, la alternativa que pedía para España a la imagen y semejanza del francés Frente Nacional, presidido por Marie Le Pen.

En la primera década del siglo, el actual presidente de La Liga fue parte directa implicada, desde un segundo plano, de buena parte de los conflictos concursales que sacudieron al fútbol modesto español en los peores años de la crisis económica. Como un pescador en río revuelto, Tebas aglutinó una generosa dosis de poder e influencia que le llevó tener peso en todos las grandes decisiones que marcaron el fútbol español.

La última herencia de Villar

Rubiales, que se formó en los campos de fútbol, parece haber asimilado rápido las formas de lo que aseguraba combatir. En la última asamblea de la Federación, el presidente manejó el cónclave con la toda la soberbia y la preeminencia de las que le provee el cargo, con unas promesas reformistas aún por refrendar. Se pasó del césped a los despachos para formar parte y dirigir la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), el otro actor clave en las batallas por el poder que se avecinan y que, pese a sus intentos de no ser demasiado evidente, apoya incondicionalmente las propuestas de la Federación.

Ya a la luz pública del cargo de líder de la asociación de futbolistas, Rubiales experimentó un salto cualitativo en el escalafón del fútbol español cuando redujo al mínimo las distancias con la figura de Villar, presidente de la Federación durante casi 30 años, hasta convertirse en su delfín tras el papel decisivo que jugó desde la presidencia de AFE en la guerra entre Tebas, ya presidente de La Liga, y al entonces líder de la RFEF.

Tras el caso judicial que apartó a Villar de la vida federativa, la Operación Soule, Rubiales escenificó su emancipación en el proceso de suspensión del presidente que apoyó. Ahí empezó una carrera contra las estructuras establecidas que terminó, en primera instancia, con su llegada a la presidencia de la Federación, y desde entonces arrancó otra etapa contrarreloj, con final en las elecciones del próximo año, coincidiendo con los Juego Olímpicos, antes de las que tiene que cumplir muchas promesas y remover los cimientos necesarios para mantenerse en el puesto.

En el trasfondo de todo se cuela el papel que tendrá el próximo gobierno del Estado, surgido de las últimas elecciones generales, el encargado de elaborar una nueva ley del deporte entre las inclemencias de una guerra.