NUEVA ETAPA EN LA NATACIÓN SINCRONIZADA

Mayu Fujiki: el renacer de la sincro

Mayu Fujiki posa en las instalaciones del CAR de Sant Cugat

Mayu Fujiki posa en las instalaciones del CAR de Sant Cugat / periodico

Luis Mendiola

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Cada día en el módulo nuevo del CAR de Sant Cugat, Mayuko Fujiki repasa sus notas y la agenda mientras sus nadadoras inician el calentamiento antes de otra intensa jornada de entrenamientos en la piscina.  Todo sigue un proceso cuidadoso que forma parte de la metodología de Fujiki. Nada queda al azar para esta entrenadora japonesa (Osaka, 1975) afincada desde hace años en Sant Cugat en el desafío que asumió a finales del 2017 de relevar a Esther Jaumà: devolver a la natación sincronizada española al nivel de excelencia. El Mundial de Gwangju (Corea), a mediados de julio (del 12 al 28) y los Juegos de Tokio 2020 forman parte de ese ambicioso plan.

«Cuando caes, tienes la oportunidad de construir algo nuevo», explica Fujiki, una apasionada escritora, con un grado en literatura inglesa, en la charla mantenida con EL PERIÓDICO para resumir tanto su filosofía como la motivación que la impulsa en esta etapa.

El trabajo pormenorizado de Fujiki se refleja en el día a día de la piscina. Las instrucciones se suceden y una docena de cabezas emergen o se hunden al compás de la música sincronizada en el movimiento. La escena se repite una y otra vez. Sin descanso. Sus ayudantes Gemma Mengual, Anna Vega y Natalia Didenko graban las imágenes desde todos los ángulos posibles y las repasan después en el borde del agua junto a las deportistas de forma obsesiva hasta lograr el movimiento deseado. Jornadas de seis a ocho horas suelen ser habituales.

«Para mí, entrenar a España supone un desafío muy atractivo», asume Fujiki. «Para ser sinceros, durante mi primera etapa en la selección jamás pude imaginar que España iba a quedar fuera de unos Juegos, como sucedió en Río. Viéndolo desde fuera, como estaba como responsable de China, fue un shock muy grande. Son cosas que te duelen, porque después de años de trabajo, yo sentía a las nadadoras del equipo español muy cercanas. Así que cuando me plantearon venir, pensé que sería un proyecto muy interesante. No ya pensando en las medallas o en los resultados, sino en que es un equipo muy joven y con el objetivo de que creemos un equipo fuerte y excelente de nivel».

Experiencia en China

Como muchas otras entrenadoras, Fujiki tenía las cartas muy marcadas desde pequeña, hija de una entrenadora de sincro y jueza, y de un nadador de velocidad. Primero como nadadora, para competir en los Juegos de Atlanta-96, donde logró un bronce olímpico con Japón. Y después como entrenadora, lo que le llevó a integrar el equipo técnico de Anna Tarrés, entre el 2003 y el 2011, la mejor etapa de la sincronizada en España sin discusión, a colaborar después con Jaumà, y ahora a convertirse en el referente de la reconstrucción que busca la federación después de que Mayu completara una espléndida etapa en China, a la que llevó a la plata en dúo y por equipos en los Juegos de Río 2016.

«Hay talento, en este equipo. Muchas chicas jóvenes con mucho margen de crecer y auténticas esponjas, que absorben todo lo que les enseñan», cuenta Gemma Mengual, una de las deportistas bandera del deporte español durante mucho tiempo, que ayuda a Fuyiki en el CAR y también acude a la Blume de Madrid un par de días por semana para preparar a las más jóvenes en la transición para  incorporarse al equipo. «Ahora mismo hay mucha ilusión en la sincro. Es un deporte que había estado muy arriba y ahora parece que vuelve a coger empuje. Se nota la ilusión de los que vienen de abajo», cuenta la doble plata olímpica en Pekín-2008.

Máxima exigencia

Fujiki siempre habla en plural. Se aleja de protagonismos y sus formas pausadas chocan con la revolución constante de la época Tarrés, cuando la sincro, ahora rebautizada como natación artística, vivió su edad de oro, con tres platas y un bronce olímpicos y decenas de medallas mundialistas y europeas. Aun así, en poco tiempo, Mayu ha generado una corriente de ilusión, cambiando el desencanto que se adueñó de la sincro en la última etapa, con la salida del podio del equipo en los dos últimos Mundiales (Kazán-2015 y Budapest-2017) y su ausencia en Río-2016. Ona Carbonell se encargó de aguantar la imagen en la competición del solo mundialista en esas citas. Pero la necesidad de cambio era evidente.  

«Aparte de ser muy buena entrenadora, es muy exigente. Se preocupa y habla mucho con nosotras y eso es muy importante», cuenta Elena Melián, a sus 18 años recién cumplidos, una de las benjaminas de un grupo que cuenta con una media de 21 años. La nadadora canaria desborda entusiasmo solo por entrenar al lado de Ona Carbonell y Gemma Mengual. «Crecí viéndolas. Eran mis ídolos. Y ahora alucino por estar entrenando a su lado», añade Elena, que está becada por la Federación en el CAR, donde estudia segundo de bachillerato.  «Cuando el líder transmite ilusión y compromiso le llega a las chicas. Mayu tiene muchas cosas buenas y está poniendo orden dentro del equipo. Tiene una metodología muy buena de trabajo», valora Anna Vega, una de las integrantes del staff.

En la hoja de ruta de Fujiki no solo está la necesidad de trabajar en el apartado técnico y cuidar todos los detalles. También está la preocupación por construir un equipo en el más amplio sentido de la palabra.Y, sobre todo, recuperar la esencia de la sincro española que, según la seleccionadora, era un valor que había conseguido construir con el tiempo y la hacía diferente.

«Quiero recuperar el brillo que tenía este equipo», enfatiza. «Muchos países miraban a España de otra manera. Sabían que tenía algo original, un color muy distinto a los demás. No solo de resultados. Era más de lo que aportaba en los cuatro minutos de ejercicio. Era algo que no tenía ningún país. Lo notabas ya cuando el equipo baja del autobús, cómo la gente te observaba con admiración. Había valentía. Un sello muy personal. Ese es el brillo que quiero recuperar. La primera vez, vine aquí para trabajar tres meses, con una mochila muy pequeña, y me quedé nueve años porque era muy atractivo lo que veía. Creo que ese brillo es el tenemos que devolver e incluso mejorar», destaca.

Apurar los plazos

Desde que empezó a trabajar con España solo dispondrá de dos años hasta Tokio («vamos un poco justas»), aunque su objetivo sigue siendo el medio y largo plazo y, por supuesto, aprovechar, la presencia de una estrella como Ona Carbonell en el grupo para lograr que se eleve el nivel tanto en el dúo como en el equipo.

«Es el mejor equipo con el que he trabajado. Viene con mucha ilusión y talento, pero además es una generación con ganas de dejarse la piel, con muy buena relación fuera y dentro del agua, muy parecida a la que tuvimos hace unos años», valora la propia Ona, la veterana del grupo a sus 28 años, que tiene muy claro lo que supone la llegada de Fujiki, a quien conoció cuando ella llegó a la selección con 14.

«Mayu lo está llevando muy bien. Ha estado en diferentes países y se ha empapado de toda esa experiencia. La veo como una entrenadora muy completa, la mejor que he tenido, muy buen en lo artístico y en lo técnico y que conoce muy bien el proceso del máximo nivel», remarca Ona, plata y bronce en Londres-2012.

En la línea de no dejar nada a la improvisación, la seleccionadora española trabaja ya desde hace tiempo en los ejercicios que presentará en Tokio y que enseñará en el Mundial de Corea, con toques de música española. «En Japón son fanáticos del flamenco. Aunque seamos muy diferentes, transmite espiritualidad, pasión y eso es muy atractivo para los japoneses», cuenta. Para eso han trabajado con Antonio Najarro, el director del Ballet Nacional, y del guitarrista Juan Manuel Cañizares. «Este deporte es esto: cuanto más puedas sorprender y crear expectación, mejor. Y nosotras podemos hacerlo con música y movimiento», remata Fujiki, volcada por completo en el renacer de la sincronizada.