Benzema alivia otro tormento del Madrid

En medio de la cuesta arriba infernal en la que se está convirtiendo el final de temporada para el Madrid, la visita a Leganés fue otra piedra en el zapato (1-1), otro argumento para que el madridismo siga maldiciendo una temporada que se inició el día que dimitió Zidane, el encargado de volver a dar lustre a una plantilla que parece ser una sombra de la que fue. Apenas se puede decir que el Madrid fue mejor en algunos tramos del segundo tiempo, sin las ocasiones suficientes como para alardear de pegada.

El equipo de Zidane dio desde el inicio la sensación de ir a contracorriente, apenas sustentado en un Fede Valverde que, con sus limitaciones, le dio un poco de empaque y vigor a un centro del campo que no anda sobrado de casi nada, ni con Casemiro en la retaguardia y Modric e Isco en la creación. Sin peso en un juego de pases horizontales en defensa, sin más pretensión que evitar los despliegues ofensivos de un Leganés sin muchos más argumentos que los balones aéreos, los jugadores del Madrid sufrieron en Butarque

Goles de Silva y Karim

Isco encabezó, pese a su falta de continuidad, ritmo y contundencia, los únicos atisbos de juego con profundidad del Madrid en la primera parte. Pero la llegada más peligrosa de los blancos la protagonizó Varane tras el barullo constante propio de un balón parado.

Acto seguido, conforme se avecinaba el descanso, el Leganés propició otro acercamiento al área de Navas, siempre en busca de una segunda jugada que apareció y Silva, con un disparo ajustado al palo, puso por delante al Leganés. Sin reacción de por medio, el Madrid se encontró con el empate, recién iniciado el segundo tiempo, gracias a una buen acción de Benzema, que penetró por el centro del las líneas rivales hasta encontrarse con Cuéllar, del que recogió el rechace para marcar.

Ocasión de Asensio

El Madrid ganó enteros en ataque y presencia en campo rival, con apariciones más recurrentes en las inmediaciones del área rival, pero por poco tiempo. En ningún caso, su dominio fue apabullante o atractivo al espectador, ni siquiera se tradujo en un número decente de llegadas de peligro al área rival, pero redimió en cierta manera la imagen de inferioridad del primer tiempo.

El equipo de Pellegrino, que parecía haber tomado ciertas precauciones, se encomendó a la velocidad de En Nesyri y recuperó mando en plaza. El partido entró entonces en un constante ir y venir, con escasez por un bando e ilusión por el otro. Tuvo la victoria Asensio para los necesitados, abrumado por un desacierto constante que está comprometiendo su futuro de blanco. El marroquí En Nesyri la conviritó para los esperanzados, una de las dos que tuvo, aunque fue en fuera de juego.