REAL MADRID 2-1 SD EIBAR
Benzema salva el ridículo del Madrid
El Eibar puso contra las cuerdas a los de Zidane ante un Bernabéu semivacío antes de la reacción liderada por el francés para ganar el partido
Alejandro García
Periodista
Alejandro García
El partido había empezado entre un silencio sepulcral, roto apenas a los tres minutos por los primeros pitos a Bale. Fue solo el principio, cada intervención del galés parecía despertar una grada tan amodorrada como el partido, salvo para mostrar su desencanto con el galés. El juego tenía el ritmo de una siesta, con falta de intensidad competitiva, como si, en efecto, la temporada estuviera acabada. Pero en su particular travesía por el desierto, Zidane hizo reaccionar al equipo tras el descanso, recuperó la dignidad sobre el campo y, de la mano de Benzema, salvó una caída libre hacia el más absoluto ridículo.
Todavía con el recuerdo del roto que les hizo Cucurella en el partido de la primera vuelta, el Madrid asumió con las complicaciones justas las previsible presión del Eibar, que ganó terreno hasta confinar al Madrid a su campo. El equipo de Mendilibar no se escondió, con la defensa todo lo adelantada que podía y con una determinación envidiable para atacar la portería de Navas. A cambio, el Madrid tenía una autopista a la espalda de la línea de cuatro defensas eibarresa y, al contrario que otros días, también parecía tener claro que esa era la vía a explotar.
Los de Zidane, bajo el constante escrutinio de una grada casi vacía, se encontraron con la bandera levantada del juez de línea en sus mejores intentos, pero la profundidad que había encontrado por medio de un activo Asensio y algún destello de Isco y Modric, se fue diluyendo como la influencia de sus jugadores en el juego.
Reguilón y Valverde
Zidane, que había seguido con su rotación constante, dió entrada a Reguilón por obligación, con Marcelo sancionado, y a Valverde por convicción en la idea de que todos tengan oportunidades. El lateral dio cierta solvencia defensiva y estuvo muy lejos de ser determinante en ataque; el centrocampista aportó pelea sin el balón e imprecisión en el pase. No desentonaron entre el nivel ínfimo de todo el equipo.
Al contrario de lo que se podía atisbar con la alineación, el Madrid apenas trabajó la elaboración de juego, sin posesión ni, al menos, apariencia de interés en mandar en el partido.
Pitos en el Bernabéu
El Eibar fue mejor desde el inicio, tuvo el partido constantemente en su terreno y, justo antes del descanso, desató el sonido de viento que estaba latente en el Bernabéu. Los de Mendilibar fueron creciendo con el paso de los minutos, rondando el área de Navas hasta adelantarse en el marcador. Entre Cucurella y Escalante desarbolaron la defensa blanca para asistir en el lateral del área a un Marc Cardona que resolvió con una clase infinita ante la salida del portero.
Con las banderillas recién clavadas y todavía hirientes, el Madrid recibió los pitos unánimes de su grada con un lenguaje corporal que no llamaba a la esperanza, cabizbajo y con un lamento generalizado, ni siquiera con rabia para reaccionar ante el bochorno. Una conducción de Varane, extrañamente sensibilizado con el balón, y una carrera de Odriozola fueron lo mejor de una reacción blanca que apenas mereció esa denominación, entre llegadas continuas y claras del Eibar.
Lesión de Ramis y reacción blanca
La lesión de Ramis desencadenó la reacción blanca, asistida por el movimiento de posiciones que se generó el el Eibar. Sin centrales en el banquillo, Mendilibar retrasó a Sergio a la defensa, a Jordán al doble pivote y el equipo perdió su jerarquía.
Empató Benzema con un cabezazo inapelable en el segundo palo, ante la impotencia de una defensa armera que empezaba a sentirse sobrepasada. El Madrid se encaminó a la restauración del honor mancillado en el primer tiempo, con Asensio revitalizado y Benzema concienciado, con Bale señalado y Modric sustituido. Entró Kroos y le puso al francés otro balón medido a la cabeza, calcado al del primer gol, para volver a batir a Dmitrovic y dejar en nada el trabajo de los de Mendilibar, con un cabreo monumental por los despistes que le costaron los goles.
Ficha del partido:
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