Polémica en el Madrid

Solari pone a Bale por encima de Isco

El galés, sin reprimenda ni disculpa pública, parece quedar eximido de su desobediencia y desconsideración públicas

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Alejandro García

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La precariedad de la situación de Bale en el Madrid ha llegado hasta límites insospechados, defendido a medias, al menos no atacado, por un entrenador que tuvo que sufrir su indisciplina y admitir el desplante a sus compañeros, comenzando por Lucas Vázquez, titular en su puesto y una de las apuestas más firmes de Solari.

Con sus decisiones, el entrenador del Madrid se ha granjeado fama de preponderar la meritocracia, de impulsar el espíritu colectivo y de fomentar la entrega, pero el galés ha puesto a Solari entre la espada y la pared, entre la disyuntiva de menoscabar su autoridad frente al vestuario o añadir otro nombre, junto a Isco, en la lista de los defenestrados, antiguas estrellas a las que el club tendrá difícil encontrar una salida satisfactoria económicamente.

Solari parece querer escurrir el bulto, dejar pasar el problema sin que afecte en nada al transcurso de unos acontecimientos que ya tenía preconcebidos. Sin disculpa pública del jugador, ni tampoco privada, según las filtraciones que ha habido; y sin castigo aparente de ningún tipo, Bale sigue en la pelea por un puesto en el once titular ante el Barça.

Posible titularidad

Su alineación en el clásico de este miércoles dejaría al técnico en una posición comprometida ante el vestuario, el club y la afición, con su autoridad menoscabada, zarandeada y retorcida por el comportamiento intolerable de un jugador que, en verano, aglutinó buena parte de las esperanzas del madridismo.

Bale, que ya hizo público y notorio su enfado con la situación que atraviesa y con el entorno, con un corte de manga a la galesa por el que aún espera sanción; lo refrendó de la forma más desconsiderada y mal educada posible tras el gol de la victoria ante el Levante, pero eso no parece que le vaya a pasar demasiada factura.

Como una dieta milagro con la que adelgazas repentinamente unos kilos que se recuperan rápido, el Madrid se agarró a Bale como el último clavo ardiendo que le quedaba, después de haberlo educado y criado durante años a la sombra de Ronaldo, al que estaba destinado a suceder en el sillón de privilegio blanco. Unos meses después, Bale ha vuelto a la irregularidad, su implicación en el proyecto no mejora y su actitud ha empeorado desde que su descenso al infierno deportivo es una evidencia.

El caso de Marcelo

Por sentido común, por coherencia con las pautas de comportamiento que él mismo ha marcado, Solari tiene que morir con los soldados que le han sido fieles y le han dado rendimiento, Lucas Vázquez por delante de Bale. Incluso Reguilón por delante de Marcelo, aunque el comportamiento del brasileño es bastante más positivo para el grupo y en el clásico de hoy puede estar su última gran oportunidad, después de filtrar su interés por abandonar el club el próximo verano.

Sin embargo, por el discurso de Solari se atisba que las oportunidades para Bale no van a dejar de llegar, como así lo hicieron para otros jugadores, aunque no sea como titular, pese a los reiterados desaires que le contemplan.

Lo que a todas luces fue una falta de respeto ostentosa y desconsiderada hacia sus compañeros, precedida de una insubordinación al entrenador manifiesta y evidente, no ha sesgado el discurso de Solari con él como hizo con Isco, del que no pronunció su nombre en meses. Sea titular o no y, pese a la racha de desplantes que acumula, Bale sigue estando por delante del malagueño en la preferencias de Solari.

Mala dinámica del equipo

Deportivamente, prescindir de Bale también parece un impedimento para revertir una dinámica negativa que ha vuelto a mostrarse en los dos últimos partidos, con una derrota reveladora ante el Girona y un triunfo ante el Levante sustentado en polémicas decisiones arbitrales.

En ninguno de los dos escenarios el Madrid de Solari encontró el juego con el que dio la cara ante rivales de primer nivel y en situaciones límite, como la que tiene este miércoles, de nuevo ante el Barça, para hacer bueno el empate a uno de la ida.