El Atlético juega bien, convence y gana

Pintaba el partido a uno de esos en los que, tras un buen juego y un mal resultado, Simeone recurría al manido dicho: “Prefiero jugar mal y ganar”. Ante la Juve no le hizo falta jugar mal, fue mejor, más intenso y más ofensivo que su rival. Le costó una buena dosis de sufrimiento, pero se lleva una ventaja considerable para la vuelta y un espaldarazo de confianza.

Se respiraba el gran ambiente de las noches de Champions que el cholismo ya ha vivido, en otro escenario, pero casi con el mismo equipo. Con ese conjunto unido, pétreo y batallador con el que recuperó sus orígenes con cuatro centrocampistas puros y Diego Costa en punta de lanza.

Quería ser el golpe de efecto de un Simeone que dispuso todo para que su equipo saliera a devorar al rival, con un Costa que ya confirmó el técnico que no estaba para 90 minutos, pero con que el que sorprendió de inicio que para que liderara la presión intensa y las transiciones vertiginosas de su equipo.

La vuelta de Costa

El delantero aguantó poco más de media hora con apariciones constantes y desequilibrantes, pero se fue apagando cuando su físico le recordó que lleva meses de baja. Ya casi fundido, al inicio de la segunda parte, marró la mejor ocasión de su equipo con un tiro desconsideradamente desviado tras una carrera espectacular, momentos antes de irse al banquillo.

Allegri, con la repentina baja de Khedira por una arritmia de la que ya ha sido intervenido, dotó a su Juventus de todavía más poder ofensivo con el balón en los pies, con la entrada del uruguayo Bentancur por detrás de un Dybala con plenas libertades, Mandzukic y Ronaldo.

La Juve intentó apaciguar a la bestia con la posesión y comenzó a rondar, a través del balón parado, los dominios de un Oblak que tuvo que intervenir ante una lejana falta de Ronaldo y solo pudo mirar cómo se escapaba por encima de su portería un cabezazo tremendo de Chiellini.

La segunda oleada del Atlético

Superado sin premio el cuarto de hora inicial, el Atlético replegó un paso más y comenzó a elaborar más sus jugadas, todavía con más peligro que las decrecientes apariciones de los jugadores más desequilibrantes de la Juve en los últimos metros.

El Atlético maniató entonces a su rival a base de ritmo, posesión y fases intercaladas de presión axfisiante y creación cuidada, con llegadas más prometedoras que productivas. Empezaba a percibirse la sensación de que el equipo de Simeone estaba gastando la mayoría de su munición sin alcanzar el objetivo, una Juve frustrada y sin demasiada presencia ofensiva.

La llegada de las contras

Tras el descanso, la Juventus adelantó unos metros su línea defensiva para mejorar su prestación en el partido, pero lo que encontró fueron dos contragolpes letales en contra que el Atlético no aprovechó, primero Costa y después Griezmann, que mandó al larguero una vaselina preciosa.

En plena ebullición y con la Juve buscando de dónde le venían los golpes, entraron Morata, Lemar y Correa, Simeone apostó todo el rojo para conseguir el premio merecido que se le había negado, y casi lo obtuvo gracias a un inconmensurable de Morata que marcó y, después de la intervención del VAR, acumuló su segunda celebración interrumpida.

Cuando empezaba a pesar sobre el Atlético como una losa el fiasco del gol anulado, en medio de la frustración y el enfado, volvió a aparecer Morata para rematar un córner que terminó rechazado en las botas de Giménez, que disparó con el corazón de todos los atléticos para conseguir el gol que había buscado con ahínco incansable. Con la Juventus noqueada, el Atlético terminó de encaminar la eliminatoria con otro gol, ahora de Godín, tras otro centro lateral, para culminar una faena grandiosa.