El City remonta con 10 en el último suspiro

Tenía el partido perdido y estaba con un jugador menos por la expulsión de Otamendi. Tenía el partido descontrolado cuando en cinco volcánicos minutos el Manchester City remontó la ventaja del Schalke, construida con dos penaltis, y se acabó llevando un valioso triunfo gracias a los goles de Sané, prodigioso disparo el suyo en una soberbia falta directa, y de Sterling. De pronto, el conjunto alemán se quedó con las manos vacías incapaz de comprender lo que había sucedido en ese enloquecido final, que le abre ahora las puertas de los cuartos de final de la Champions.

El City había iniciado la noche gobernando el partido. No con un juego brillante pero sí tenía todo bajo control, especialmente después de que David Silva se activara en la presión para robar un balón a la defensa alemana. Un robo que era el prólogo del primer tanto del partido. Convertido por un instante en un medio centro defensivo, el jugador canario llegó antes que su rival para darle al Kun Agüero uno de los goles más fáciles de su vida. A puerta vacía y sin problema alguno anotó el delantero argentino. Estaba entonces aturdido el Schalke porque era consciente de su imperdonable error defensivo.

Intervención del VAR

Estaba calmado el equipo de Guardiola hasta que el VAR, con una lentitud indigna de la UEFA, entró en acción, sobre todo en el primer penalti señalado por Del Cerro Grande. El colegiado madrileño entendió que la mano de Otamendi era clarísima, a pesar de que no pudo ver las imágenes en el campo, llamando incluso a los dos capitanes (Fahmann, del Schalke, y David Silva, del City) para tener una larga charla.

Del Cerro Grande pitó dos penaltis y en el primero acabó llamando a los capitanes de Schalke y City para explicarles que no podía ver las imágenes

Casi cinco minutos de deliberación para llegar a la decisión inicial. Era penalti. Penalti transformado por Bentaleb para cambiar el panorama del encuentro. Un paisaje que mutó aún más después con el segundo penalti al equipo de Guardiola porque vio empujón de Fernandinho. De nuevo, Bentaleb. De nuevo, el centrocampista argelino fue eficaz. El primero lo chutó a la izquierda de Emerson; el segundo, a la derecha del solvente guardameta brasileño.

Cambios decisivos

En siete minutos se vivió un partido nuevo con un esperanzador final de la primera mitad para el Schalke, mientras el City estaba aturdido. Nada fue igual en la segunda mitad, por mucho que el equipo de Guardiola comenzara a dominar el juego. Pero la expulsión de Otamendi, por doble tarjeta amarilla, le colocó en un escenario delicado, jugándose literalmente su futuro en Europa. Perdía 2-1 y tenía que jugar con un futbolista menos en los últimos 20 minutos.

Tuvo que quitar Guardiola al capitán David Silva para darle más consistencia a la defensa con la entrada de Kompany. El City ya no sufría atrás, pese a jugar con 10.  El Schalke, ingenuo él, no temía entonces por la derrota, pero dos cambios en el último cuarto de hora modificaron todo. Entró Sané por un ya cansado Kun Agüero. Su primera aparición resultó decisiva ejerciendo un efecto devastador sobre la mentalidad alemana.  El partido agonizaba cuando Ederson, un futbolista disfrazado de portero, detectó en la otra punta del campo a Sterling. A partir de ahí, y tras un pase increíblemente largo y preciso, dejó solo al extremo para darle la vuelta a un partido que tenía perdido el City. Y lo ganó en el último suspiro.