EN BUSCA DE LA SALVACIÓN

El Huesca ficha a Enric Gallego, un obrero catalán del fútbol

El delantero hasta ahora del Extremadura, de 32 años, se había convertido en el gran reclamo de Segunda gracias a sus 15 goles

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Sergi López-Egea

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La palabra obrero va perfectamente ligada también al mundo del fútbol. Obrero es el que trabaja, casi siempre en el anonimato, y con el sudor de la frente levanta no solo edificios sino países. Y, en el caso concreto del fútbol, este sería el perfil del nuevo y flamante fichaje de la Sociedad Deportiva Huesca, Enric Gallego (Barcelona, 12 de septiembre de 1986), el delantero catalán que se había convertido en el nuevo reclamo de Segunda, como artillero del Extremadura, un equipo que, sin duda y a partir de ahora, notará su ausencia, tanto como la del novio que lamenta la distancia con su pareja cuando el trabajo lo envía a miles de kilómetros de casa.

Enric Gallego no creció futbolísticamente siendo un jugador de aquellos que poseen la etiqueta de delantero de gran futuro, ni se crió en los vestuarios de grandes clubs que cuidan a su cantera con mimo. Él, sin más, ha sido un trabajador de este deporte, un trotamundos del balón que antes de empezar a conocer el éxito tuvo que compaginar el oficio de futbolista con otros trabajos alejados del deporte profesional. Fue repartidor de mercancias con un camión, muchas horas al volante, también albañil y hasta colaboró con una empresa como instalador de aires acondicionados.

Veterano de joven corazón

Es un veterano de metro noventa con corazón joven y con las piernas cargadas de esperanza y goles. Se formó en el equipo del barrio barcelonés del Buen Pastor, antes de que se fijase en él, en su etapa infantil, la Gramanet y posteriormente el Badalona. Continuó enseguida su periplo por equipos catalanes, como el Premià, que lo incorporó a su plantilla en el 2009 y fue entonces cuando pudo tener la oportunidad que anhelaba. Lo fichó el Espanyol, aunque para el equipo B, aunque vestido de blanquiazul no le salieron las cosas tal como deseaba. Solo marcó dos goles y decidió irse al Cornellà; otra vez en Tercera División, como cuando estuvo en el Premià.

De nuevo, el Badalona y a continuación el Olot fueron los siguientes destinos de Enric, quien decidió regresar al Cornellà en el 2015. El mercado de invierno del año pasado fue algo así como el premio de lotería, el inicio al gran cambio en su vida futbolística. Se incorporó al Extremadura, en Almendralejo, y se convirtió en el gran artífice y el jugador decisivo para el ascenso a Segunda. En seis meses consiguió 11 goles.

15 goles con el Extremadura

Y no ha decepcionado, ni mucho menos, en el primer tramo del campeonato, en Segunda, en la denominada Liga 123, en la que sorprendentemente se ha convertido en el Pichichi de la categoría con 15 goles, el aval para dar el salto a Primera y para que el Huesca se fijase y confiase en él para abandonar la cola de Primera y conseguir el infinito milagro de la permanencia. Ha firmado con el club aragonés para lo que queda de temporada y otras tres. Por fin cumple el sueño de jugar en la máxima categoría y poder enfrentarse a los clubs más grandes.