EL TOQUE INGLES

Imbéciles, antisemitas y racistas

La Premier League está viviendo unos días muy tontos a cuenta de estas lacras

Pierre-Emerick Aubameyang.

Pierre-Emerick Aubameyang. / periodico

Josep Martí Blanch

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El jueves fue el día que más cerca he estado en mi vida de la utopía. Visité una librería marxista y, de no tener los años que le permiten a uno militar en el cinismo, al salir de ella hubiera entrado en el salón de tatuajes que quedaba cerca para grabarme en la piel algo revolucionario del tipo: “Abajo los bistecs, ¡vivan las zanahorias!”.

En vez de ello me apunté a una velada con gente enamorada de las letras para saber más cosas del Grupo de Bloomsbury y las correrías de Virginia Wolf, John Maynard Keynes o Edward Morgan Forster en la primera mitad del siglo XX. El fútbol en este ambiente, como pueden imaginar, no fue el plato principal. Lo más cercano al deporte que escuché es que debería prohibirse fustigar a los caballos en las carreras. Es un debate abierto en la sociedad británica. Como no tengo ni idea de hípica, no tengo reparo alguno en darles la razón.

Unos días tontos

Hacerse un poquillo el intelectual le ayuda a uno a convivir mejor con la idiotez siempre presente en el fútbol. A ver, que idiotas hay en todas partes, también en los clubs de lectura o en las plateas de los teatros operísticos. Pero como quiera que en el fútbol somos más los seguidores, pues es natural que el número de idiotas también sea mayor. Vamos, que a los futboleros nos toca pasar vergüenza ajena y defender nuestra afición más a menudo que los otros ámbitos.

Llevamos, en este sentido, unos días tontos en el fútbol inglés a cuenta del racismo y el antisemitismo. Hace dos jornadas, en el campo del Tottenham, un aficionado de los spurs lanzó una piel de plátano al jugador del ArsenalPierre-Emerick Aubameyang, para decirle, que, como negro, su dieta debe ser la misma que la de los monos.

Pero el ojo de la tormenta ha acabado situándose encima de una parte de la afición del Chelsea. Tan bonito que es el barrio, tan pijo y adinerado, y tan ignorantes e imbéciles como son algunos de sus seguidores. En una semana el Chelsea se ha visto obligado a suspender a cuatro de sus socios por insultos racistas al jugador del City, Raheem Sterling, y ha iniciado una investigación para identificar y tomar medidas contra los seguidores del club que el jueves se pasaron el partido de la Europa League contra el Vidi, en Bulgaria, entonando cantos antijudíos.

Fustigar a las personas

Nadie se toma a broma estas cosas aquí y los estamentos oficiales del fútbol, junto a los jugadores y entrenadores, han reaccionado enseguida. El propietario del Chelsea, el empresario multimillionario y judío, Roman Abramovich, ha dado instrucciones para que se corten las cabezas que haga falta. Buenas noticias en un club en el que los cánticos antisemíticos son habituales, especialmente cuando juegan contra el Totthenham, el club londinense que se asocia tradicionalmente a la comunidad judía de Londres.

El día que no haya idiotas será porque alguien le ha puesto el punto final a la novela del mundo. Pero no es obligado comérselos con patatas. Ha sido educativo ver al señor Colin Wing, uno de los aficionados del Chelsea que ha perdido la condición de socio y también su trabajo, arrastrándose por los medios de comunicación explicando que no había dicho lo que había dicho. Si encuentro su teléfono le invitaré a mi próxima excursión cultureta. Puede que le convirtamos en un ser normal si escucha suficientes conversaciones sobre si hay que fustigar o no a los caballos visto que él, y los que son como él, aún están convencidos de que debiera fustigarse a las personas.