REUNIÓN EN PARAGUAY

La final de la Libertadores se jugará fuera de Argentina

Aficionados del River pasan por delante de las fuerzas policiale s tras ñla suspensión del partido el pasado sábado.

Aficionados del River pasan por delante de las fuerzas policiale s tras ñla suspensión del partido el pasado sábado. / periodico

Abel Gilbert

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La “final del mundo” ha añadido en Paraguay otro capítulo a su absurda definición. La Conmebol decidió que River Plate Boca Juniors no solo están incapacitados de jugar con público visitante: deben hacerlo fuera de Argentina. El presidente de la también escandalosa federación regional, Alejandro Domínguez, se reunió en Asunción con los presidentes de los dos equipos, Rodolfo D'Onofrio y Daniel Angelici, para comunicar que la Copa Libertadores de América se definirá el 8 o el 9 de diciembre.

El organismo se hará cargo “de los gastos de viaje, hospedaje, alimentación y traslado interno de hasta 40 personas por delegación”. El partido tendrá lugar siempre y cuando  el Tribunal Disciplinario de la Conmebol no diga lo contrario.

“No están dadas las condiciones para que pueda jugarse en la Argentina”, descubrió Domínguez, quien el pasado sábado quiso que la final se llevara a cabo contra viento y marea y pese a que el capitán boquense, Pablo Pérez, tenía un ojo lesionado por los piedrazos lanzados contral el bus que llevaba al equipo hacia el estadio Monumental. 

Asunción, se de probable

En principio, el choque tan esperado y a la vez demorado, se jugaría en Asunción, una ciudad que dista de ser apacible. El territorio paraguayo se ha convertido en otro de los intensos campos de batalla que libran en Brasil dos facciones del narcotráfico: el Primer Comando Capital (PCC), de San  Pablo, y el Comando Vermelho (CV), de Río de Janeiro. La Conmebol maneja otros escenarios, de difícil llegada para los hinchas de River y Boca: Miami y la lejana Qatar.

La decisión de jugar fuera de Argentina supone una sanción implícita a River por su responsabilidad en los episodios vergonzosos del fin de semana pasado que acaban de costarle el puesto al encargado de seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo. Todavía no se resolvió sin embargo si la final se jugará con público ni qué hacer con las miles de personas que compraron su entrada y se quedarán sin nada.

Petición de título

La única certeza que tienen los organizadores del certamen más desorganizado del planeta es que deben terminarlo antes del 12 de diciembre, cuando comienza el Mundial de Clubes. El Tribunal Disciplinario de la Conmebol tiene que pronunciarse antes sobre el pedido de Boca de ser proclamado campeón y que, además, River sea castigado, como ocurrió en el 2015, pero al revés, cuando desde la Bombonera se lanzó gas pimienta contra los rivales de toda la vida.

“La violencia no es parte del fútbol, esto se resuelve con goles”, sermoneó Domínguez, a quienes los jugadores de Boca acusaron de estar más preocupado por los intereses de la televisión que por la seguridad de ellos. “No tenemos la cabeza para jugar otra final. Vamos a esperar el fallo y, si no estamos de acuerdo, iremos al Tribunal de apelaciones dentro de la Conmebol”, dijo Angelici.

El directivo no parece confiar mucho en las autoridades del fútbol sudamericano. “Espero que puedan actuar libres. Si se apegan al derecho, creemos que hay antecedentes suficientes para cumplir con lo que está pidiendo Boca”, dijo, en alusión a los episodios “que tuvimos en el 2015”. Pero si dictamina en contra, Boca recurrirá ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en Lausana (Suiza).