DESDE EL LADO DE RIVER PLATE

Andar sin pensamiento

River Plate

River Plate / periodico

Gustavo Álvarez Núñez

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“Cuando es un Boca-River a uno se le produce en la cabeza el Boca-River.” Lo decía el legendario músico y poeta Luis Alberto 'Flaco' Spinetta, que creció en el Bajo Belgrano, a diez minutos de la cancha del club de Núñez. River Plate y Boca Juniors nacieron en el mismo barrio, en el mismo fangal, en la misma ribera. Y se dividieron cual andrógino. Esa colisión en la cabeza es la que ambos bandos estamos viviendo (algunos, padeciendo) desde que la noche del miércoles 31 de octubre los xeneizes (Boca) empataron con Palmeiras (Brasil) en San Pablo. En la ida de esta semifinal, los argentinos habían vencido por dos goles. River, el día anterior, había dejado en el camino a Gremio de Porto Alegre.

Los hinchas riverplatenses (que habíamos sufrido el sopor del infierno en nuestra visita a Porto Alegre, dando vuelta la serie en los últimos ocho minutos y con un penal cobrado a través del VAR) tuvimos que esperar unos días más para que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) confirmara que River es el segundo contendiente de la final de la Copa Libertadores de América. Esto es Latinoamérica y los culebrones en este continente son como la hiedra en la pared: lo toman todo.

Napoleón ingfringiendo la ley

¿Qué? ¿Cómo? Los dirigentes de Gremio reclamaron el incumplimiento del castigo impuesto a nuestro entrenador (Marcelo Gallardo; cariñosamente y con admiración: 'Muñeco' o 'Napoleón', de ahora en más), quien estaba en “penitencia” porque el equipo salió tarde en el segundo tiempo ante la escuadra brasileña en el Monumental (nuestro templo sagrado) y Conmebol lo había multado con un partido por reincidencia. ¿El nuevo error del Muñeco? En el entretiempo en Porto Alegre entró al vestuario, infringiendo la ley. Hoy y por tres partidos internacionales más, no podrá estar en el terreno de juego ni tampoco mantener comunicación con sus ayudantes o jugadores. ¡Durísimo!

Superado el escollo (“primero hay que saber sufrir, después amar, después partir, y al fin andar sin pensamiento”, decía el tango), había que ponerse en “modo final de la Copa Libertadores”. Una de las secuelas de tanta locura vivida la noche de la revancha en Porto Alegre fue que quedé afónico. Por varios días mi voz tuvo menos líneas que la conexión 4G … en la Antártida. Balbuciente, casi afásica. La batalla de Porto Alegre se había llevado la integridad de mi voz. Aunque también la integridad de mi persona. Eso me dijo mi mujer (un capítulo aparte: ¡es de Boca!) tardes atrás, cuando me pidió encarecidamente que limpie de una buena vez la pantalla del televisor. Y sí, había gritado tanto pero tanto esa noche delante del aparato, había recordado tanto pero tanto todo el árbol genealógico de varios jugadores de Gremio y del árbitro uruguayo Andrés Cunha, había despedido tanta incorrección futbolera, que la pantalla estaba percutida de pequeños trazos de saliva ya gentrificados.

No maltrate el corazón

Pero el fútbol y la integridad perdida son algo habitual. Así que el 'modo final' ameritaba la consigna tanguera: andar sin pensamiento. Tratar lo menos posible con la realidad. No maltrate al corazón, me recomendó el cardiólogo. Acaba de cumplir 50 años. Sea compasivo. Distráigase, continuó el especialista. ¿Cómo se hace?, consulté. Nos espera Boca. ¿Se viene un tsunami?, me preguntó él. Bueno, los bosteros (apelativo que utilizamos para hacer referencia al hincha de Boca) han perdido los últimos dos superclásicos en su estadio y este sábado jugamos en la mismísima Bombonera. Pero no nos tiene que ganar el triunfalismo, le dije.

Mucho hemos conjeturado con mis amistades del grupo de Wasap 'Gallinas All Inclusive' (lo armé la noche que derrotamos a nuestro archirrival en Mar del Plata, un 28 de enero de 2017) sobre las implicancias de esta final. Que ellos han encontrado un equipo. Que ellos vienen mejor. Que en marzo pasado los vacunamos y nos quedamos con la Supercopa y ellos también venían mucho mejor que nosotros. Que ellos tienen un banquillo de suplentes de lujo y que nuestro recambio es más modesto (bueno, en el segundo tiempo seguramente ingresará la magia del colombiano JuanFer Quintero, que no es poco). Que tampoco estará en el campo de juego nuestro capitán y titán, Leonardo Ponzio, que se desgarró en Brasil. Que no nos tiene que ganar el triunfalismo…

Si bien no creo en Dios, creo en las decisiones del Muñeco. Y sé que hoy, cuando el balón comience a rodar, pese a que nuestras pulsaciones rebotarán en rojo como si fuesen los volúmenes de una fiesta electrónica, la confianza en ese hombre que nos enseñó a soñar de vuelta en grande nos cobijará en unos primeros 90 minutos que serán pura adrenalina. Quizá nos acordaremos de la frase dicha por Napoleón luego de perder el primer partido con Gremio, en el Monumental: “Que la gente crea, porque tiene con qué creer”.

<strong style="font-family: PTSerif-Bold; color: rgb(0, 0, 0); font-size: 16px;">+ Gustavo Álvarez Núñez</strong><span style="color: rgb(0, 0, 0); font-family: PTSerif-Regular; font-size: 16px;"> es periodista, músico y poeta. Fue director editorial de 'Los Inrockuptibles'. Publicó 'Vidas epifánicas' (Mansalva, 2015) y cuatro libros de poemas. En 2016, bajo el alias de GAN, lanzó el álbum 'Tierra baldía'. En Twitter es @ganposta</span>Inicio del texto del despiece <strong>texto resaltado del despiece</strong>, y resto del texto del despiece.