UNA HISTORIA HUMANA

El hermano represaliado que salvó la carrera de Zico

Perseguido por los militares, en Brasil, donde incluso fue torturado, y en Portugal, Nando colgó prematuramente las botas para no perjudicar al astro, el menor de la saga Antunes Coimbra

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Joaquim Piera

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Su delito fue haber sido profesor en el Programa Nacional de Alfabetización (PNA), del Gobierno de João Goulart, a principios de 1964. El 31 de marzo de aquel año hubo en Brasil un golpe de Estado militar. “Allí empezó mi pesadilla, ya que nos acusaron a todos los docentes de ser subversivos”, explica Fernando Antunes Coimbra (Río de Janeiro, 1945).

“Yo tenía 18 años y jugaba en la base del Fluminense – relata Nando a EL PERIÓDICO-; solo quise ayudar alfabetizando trabajadores adultos, que en aquella época eran muy explotados, por eso los introducíamos a la política y les explicábamos sus derechos”.

La dictadura militar

Su caso es único en la oscura etapa de la dictadura militar brasileña (1964-1985): un futbolista, de familia conocida, a quien el régimen persiguió, por sus ideales, en los diferentes clubs donde jugó, incluso en Portugal. Fue torturado y, por toda la presión sufrida, acabó retirándose, a los 26 años, para intentar no perjudicar a sus hermanos, principalmente a Zico.

La Comisión de Amnistía, del Ministerio de Justicia, lo reconoció en el 2010 como un represaliado político y se convirtió en el primer futbolista amnistiado en Brasil. “Fue un reconocimiento en vida de que actué correctamente”, afirma.

Este habilidoso delantero zurdo conformó una saga, tal vez la mayor del fútbol brasileño: los Antunes Coimbra. Cuatro de los cinco varones triunfaron con el balón: Zeca (conocido como Antunes, ya fallecido), NandoEdu… y Arthurzinho, o sea Zico.

La persecución a Nando afectó a los Antunes Coimbra. “Mi hermano Edu fue el mejor jugador de Brasil en 1969 y si no fue a México 70, fue por mi causa, en su lugar llamaron a Dadá Maravilha, el protegido del presidente, el general Médici”, cuenta.  “Otra putada fue con Zico, que marcó contra Argentina el gol de la clasificación para los JJOO de Munich 72 y no se lo llevaron, a esa gentuza les encantaba joder a los otros, aunque solo fuera un chico de 19 años”, afirma. Nando lo tiene claro: “Yo no me arrepiento de nada, de hecho, si pudiese volver atrás, lo haría todo exactamente igual”.

Objetivo de los ‘milicos’

Las represalias se iniciaron en 1964 cuando el Fluminense lo cedió al Santos (no el de Pelé), un club ya desaparecido en Vila Velha (Espírito Santos). Nando recuerda: "Yo que era uno de los principales jugadores, el técnico fue despedido y lo sustituyeron por un militar que ni me dirigió la palabra y me sacó del equipo”. 

Jugó en el tradicional América donde formó tridente ofensivo con sus hermanos: Antunes (uno de los grandes nombres de la historia del club) y Edu. “En 1967, teníamos un equipazo”, asegura. El ex azulgrana Evaristo de Macedo, que empezaba su etapa como entrenador, no vio claro tener una delantera familiar. Y Nando fue cedido al Madureira. “Jugué a un gran nivel y, sin previo aviso, el director de fútbol me apartó”. Se repetía la historia. A través de un amigo supo que un directivo era un chivato de la policía: “fue allí cuando tuve claro lo que ocurría”.

Infierno en Lisboa

Fichó por el Ceará, de Fortaleza, en el norte del país. “Estuve menos de un año, pero me volví ídolo en el club”, relata. Aunque fuera la tierra de origen del mariscal Castelo Branco (presidente del país entre 1964-67), allí no sufrió ninguna represalia. Y le llegó una oferta del Belenense, en Portugal.  “Sin saberlo, salí del paraíso para caer en el infierno”, dice.

Con 22 años, vivía solo en el hotel Eduardo VII; en el centro de Lisboa, donde una tarde dos tipos trajeados del PIDE, la temida policía política portuguesa, lo intimidaron: “Como era hijo de portugués me amenazaron en enviarme a la Guerra de África, me asusté muchísimo”.

El Belenense era el equipo del presidente portugués, el militar Américo Thomaz, y el club era afín al régimen. Aterrorizado, encontró la ayuda de un directivo y huyó hacía Rio de Janeiro, donde no explicó a nadie lo ocurrido: “dije a mi familia que no me adapté”.

Encarcelado con sus primos

Lo peor llegó en 1970. Su prima Cecília, que también había estado en el PNA, y su marido, José Novaes, fueron detenidos. “Fui a casa de mi tía y acabé encarcelado con mis primos”. Estuvo cuatro días en manos del DOPS (Departamento de Orden Político y Social), en la calle Barão de Mesquita. “Fue horrible, me humillaron, era un interrogatorio detrás de otro, siempre encapuchado, fue algo más psíquico que físico”, recuerda.

"Oíamos los gritos desesperados de la mujeres siendo torturadas. Era algo aterrador"

“Me tuvieron dos noches de pie con las manos en alto de cara a la pared, cuando bajábamos los brazos nos encaraban con los mosquetones y las bayonetas, de madrugada oíamos los gritos desesperadores de la mujeres siendo torturadas, era algo aterrador”, recuerda. La presión de sus dos hermanos Antunes y Edu, dos futbolistas conocidos, junto con su madre, en la puerta de la comisaria le ayudó a salir. Su hermana Zezé, coordinadora en el PNA, se refugió fuera de Río en casa de unos familiares. “La peor parte se la llevó mi prima y su marido, que fueron torturados durante tres meses”, afirma.

Representante comercial

Poco después, colgó las botas, prematuramente, tras un paso fugaz por el Gil Vicente portugués la temporada 1971-72. “Todos en mi familia sabíamos que Zico iba a ser el mejor del mundo, no podía perjudicarlo más, lo tenía que proteger”, señala. Se dedicó a ser representante comercial.

Su secreto, solo compartido a su mujer, lo rebeló tres décadas después. Jubilado, ha escrito dos libros, tiene la pintura como hobby, disfruta de sus hijos y nietos, mientras hace conferencias por Brasil. Podría haber sido político. “No tengo estómago para ello y además mi mujer dijo que me daría una patada en el trasero”, cuenta sonriente. 

Perplejo e indignado ante el triunfo de la extrema derecha

Nando Antunes no consigue digerir la actualidad política brasileña, con el triunfo, pronosticado por todos los sondeos, del ultraderechista<strong> Jair Bolsonaro</strong>, este domingo, en la segunda vuelta de las presidenciales. “Jamás llegué a pensar que, después de la caída de la dictadura, un día la extrema derecha ganaría unas elecciones, esto es algo muy entristecedor”, asegura. <span style="font-size: 1.6rem; line-height: 2.6rem;">“Siento pena porque la gente no tiene ningún entendimiento de lo que se nos avecina, del peligro que hay, parece que si hayan sufrido un lavado cerebral colectivo”, indica el hermano de Zico, que ve la mano de los Estados Unidos, en la victoria de un candidato que hace apología de la tortura y de los torturadores.</span>