CAMINO AL CLÁSICO

Marcelo, síntoma de la histeria en el Real Madrid

Las dudas del equipo en el primer triunfo después de cuatro derrotas y un empate mantienen la inquietud en torno al proyecto

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Alejandro García

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Lo que debía haber sido un día feliz, el primer paso para dejar atrás los malos momentos y mirar al futuro con optimismo, se tornó, con las declaraciones posteriores, en irascibilidad, turbación y agitación contra el ambiente. Con Marcelo a la cabeza, el Real Madrid escudriña el entorno para encontrar un enemigo que nunca ha estado fuera del césped.

Más allá de reivindicar el triunfo, después de cuatro derrotas y un empate, el contexto que rodea al equipo en el último mes ha crispado el ambiente hasta hacer de la victoria un plato amargo. Desde la chulesca amenaza de Isco en la previa: “Los que nos criticaron terminaron metiendo el rabito entre las piernas”, dijo; hasta la acusación directa de Marcelo a la prensa tras el partido: “Intentáis hacer daño al vestuario. Será envidia, yo que sé, o porque no sabéis jugar al fútbol”, le espetó el brasileño a las radios; el vestuario del Madrid transmite inquietud y ansiedad.

Las dudas de Lopetegui

Desde el banquillo no se proyecta, ni mucho menos, más sosiego que desde los jugadores. Lopetegui se revela irascible en sus últimas comparecencias públicas, desbordado por la presión de trabajar en la cuerda floja. Él, siempre correcto, acostumbraba a escuchar con paciencia y despachar con una buena retahíla de tópicos cada reflexión en forma de pregunta. Ahora rebate con comentarios cortantes las preguntas incómodas: “¿Tú has estudiado psicología?”, le espetó a un periodista que reparó en su semblante serio tras la victoria, “no me veas tocado, estoy contento”, dijo, como quien afirma con la cabeza mientras niega con la mirada.

Para el técnico del Real Madrid es una realidad palpable el consejo de autoayuda más célebre, el de vivir cada momento (partido) como si fuera el último. Como para los jugadores, el rácano triunfo ante el Viktoria Pilsen no fue un bálsamo ni para el público, que termino demostrando su enfado, ni para el entrenador, consciente de que era la victoria en una batalla que solo retrasa su derrota en la guerra. Lopetegui sabe que está haciendo, como Moisés, la travesía por el desierto, atravesando la península del Sinaí, para nunca llegar a pisar la Tierra prometida.