TESTIMONIO

Celia Barquín, una de nuestras niñas del golf

Celia jugaba como los ángeles, era muy buena estudiante y empatizaba con las niñas que se quedaban rezagadas

Concentración en la localidad cántabra de Puente de San Miguel por la trágica muerte de Celia Barquin.

Concentración en la localidad cántabra de Puente de San Miguel por la trágica muerte de Celia Barquin. / .45090067

Guillem Boira

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Hoy me he levantado con una noticia terrible, un drama absoluto, la muerte de Celia, una chica de 22 años con toda la vida por delanteCelia, una chica de la misma edad que mi hija Ares y que como ella estaba en Estados Unidos gracias a una beca de golf.

Lloro, lloro mucho y me cuesta parar de llorar mientras llevo a mi hijo pequeño al colegio; en mi cabeza sólo veo su cara, su gesto decidido y su sonrisa. Y su madre. No puedo dejar de recordar a su madre, Miriam, con quien tanto coincidimos en innumerables competiciones desde que las dos niñas, con 10 años, junto con su gran amiga Isabel Bascuas, empataron las tres en el subcampeonato de España del 2006 en Tarragona.

Pobres Ares Isabel, sé que no tendrán suficientes lágrimas. Me van viniendo imágenes de recuerdos, algunas deportivas, como su felicidad con la victoria en el campeonato de España infantil cuatro años más tarde, o el top ten del mismo año en el Campeonato de España cadete disputado en nuestro campo de Raimat; pero sobre todo de cómo iban creciendo las niñas de nuestra mano, y de cómo nos íbamos encontrando, y saludando, y comentando, sobre todo con su madre, que siempre iba con ella, pero también con su padre, que a menudo la acompañaba.

Y me devuelven continuamente estas imágenes de sus padres; una gente siempre educada, siempre correcta, siempre sonriente, siempre positiva conmigo y mis hijas, jugase bien o no jugase bien ese día Celia. Su madre siempre estaba, y debe estar muy orgullosa de su hija, una chica guapa, que jugaba como los ángeles, buena estudiante hasta el punto de afrontar un reto tan poco común como es estudiar ingeniería con una beca deportiva en la NCAA. Pero también empatizaba mucho con nosotros, sobre todo cuando su hija iba como un tiro hacia arriba y la mía se atascó al llegar a un cierto nivel. Ella lo entendía, siempre preguntaba por Ares y siempre nos animaba.

La beca deportiva

Y recuerdo también los últimos años de las chicas aquí, ahora hará unos 5 años, cuando ella brillaba en torneos internacionales ya camino del Campeonato de Europa Absoluto conseguido recientemente; repito, ¡Campeonato de Europa Absoluto!, y en el deporte probablemente más duro que existe a nivel mental, pues aquellos años lo que teníamos en común, cada una a su nivel, era conseguir la beca deportiva para estudiar en Estados Unidos jugando al golf por una universidad. Siempre que nos encontrábamos en los torneos lo comentábamos, cómo lo íbamos haciendo, y comentábamos cómo lo conseguimos.

Ahora es inevitable pensar en maldecir la beca, en preguntarse por qué tenían que irse, en si realmente aquella es una sociedad enferma y pasan o no más cosas que aquí; es inevitable pensar en todo esto, y más si tienes dos hijas allí, estudiando en Illinois y en Carolina del Sur. Llegas a pensar si no es mejor que vuelvan a la "seguridad" de estar a nuestro lado, pero también te rebelas contra estos pensamientos, y ves lo felices que están, y seguro que Celia también lo estaba, porque allí tienen oportunidades impensables aquí, y conocen mundo, y viven experiencias, y evolucionan deportiva y humanamente, y por que racionalizamos y sabemos que las cosas pasan donde sea y no podemos encerrar a nuestros hijos en una burbuja.

Ganas de maldecir

Pero hoy sí, hoy maldigo la beca de Celia, maldigo el enfermo mental que la ha matado y maldigo incluso el golf que la llevó allí, y mientras lo hago me vuelven a caer las lágrimas; sólo era una niña, una niña como las mías que hace nada tenían 10 años y que han luchado por sus sueños y que han trabajado muy duro para conseguirlos. Siento que para mí esto será un antes y un después, sabemos que cada día pasan cosas, y muchas terribles, pero ella era una de nuestras niñas del golf, y ahora un energúmeno sin alma se nos la ha llevado, y ha destrozado a su familia, y ha marcado las vidas de todos los que la conocíamos y la apreciábamos.

Celia, siempre fuiste un ejemplo para las otras chicas, un ejemplo de superación, de buen trato y de compañerismo, y siempre te recordaremos sonriente, sonriente y ganando; porque eres una ganadora nata, y donde quiera que estés mira por un agujero y verás la cantidad de gente que te quería y los grandes recuerdos que nos dejas.

Descansa en paz, Celia Barquín

*Guillem Boira es el padre de dos golfistas de Lleida becadas en dos universidades de Estados Unidos

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