ABIERTO DE TENIS DE EEUU

Naomi Osaka: la estrella naciente

El fenómeno de 20 años, un hito y un reto cultural para Japón, se mide con Serena Williams en su primera final de un grande

Naomi Osaka celebra su victoria sobre Madison Keys en semifinales del Abierto de EEUU.

Naomi Osaka celebra su victoria sobre Madison Keys en semifinales del Abierto de EEUU. / .44929926

Idoya Noain

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Hay algo de inocencia en Naomi Osaka que desarma, una frescura transparente en su forma de hablar y en su humor adolescente, una autenticidad que se siente una bendición. Hay también en el tenis de la joven de 20 años tanta fuerza, talento y consistencia como para que haya llegado al número 19 del mundo, para que este año consiguiera en Indian Wells su primer título y como para el adjetivo fenómeno se le adapte y no se hagan extraños los augurios de quienes la ven como futura campeona y número 1. Y aunque ella ante eso dice: “Si pudiera creer en mí como otra gente lo hace creo que sería muy buena, pero es algo en lo que estoy trabajando”, la labor está claramente dando frutos.

En el Abierto de Estados Unidos Osaka, con su metro ochenta, su buen servicio y sus fuertes golpes, sigue impulsando hacia lo alto su estrella. El jueves, con una victoria por 6-2 y 6-4 frente a Madison Keys, alcanzó su primera final de un Grand Slam, la primera también para una jugadora de Japón, un país para el que la tenista, nacida allí de madre japonesa y padre haitiano y criada desde los tres años en EEUU, representa tanta esperanza y potencial como reto cultural. Y cuando salte a la pista Arthur Ashe para medirse a Serena Williams, que con su victoria sobre Anastasija Sevastova por 6-3 y 6-0 retorna a la final en busca de su séptimo título neoyorquino y su 24˚ grande (con lo que superaría el récord de Margaret Court), Osaka cumplirá el sueño de medirse a su ídolo en un grande. Es lo que le ha guiado hasta este punto pero que no merma su ambición. “No sueño que pierdo”, avisa.

En su anterior encuentro con la reina del tenis, en marzo en Miami, fue Osaka quien ganó, pero era solo el cuarto partido de Williams tras volver al circuito después de 14 meses de ausencia marcados por su maternidad y, sobre todo, por complicaciones post-parto que la pusieron al borde de la muerte. E igual que Williams ha seguido su recuperación desde entonces para volver a imponer casi como siempre, como ya demostró alcanzando la final en Wimbledon, Osaka también sigue escalando. Aunque a veces flaquea en torneos pequeños, la japonesa se crece en los grandes. Para el título en Indian Wells derrotó a Maria Sharapova y a la número uno, Simona Halep. En su camino hasta la final de Nueva York solo ha cedido un set y se ha ventilado en menos de una hora tres de los encuentros.

Relevo y heredera

Aunque a los 36 años Williams tiene y ve en sí misma mucho futuro, y “muy, muy brillante”, hay en su encuentro con Osaka un aire de potencial relevo. Y alguien que sabe bien lo que conecta a las dos jugadoras es Sascha Bajin, durante ocho años ‘sparring’ de Williams y desde noviembre entrenador de Osaka. “Sus armas son igual de grandes. Tampoco tiene miedo a los escenarios centrales, y por eso creo que tiene la grandeza en ella”, ha dicho el alemán, que explica que solo ha trabajado con el diamante que encontró. “Quizá no sabía cómo manejarlo o controlarlo, no sabía del todo cuando apretar el gatillo y cuando no, quizá no sabía que hay forma de poner presión al oponente”, ha dicho. Ahora claramente lo sabe.

La jugadora más joven en el top 20, Osaka es también hito y reto para Japón, un país donde la homogeneidad racial y étnica es seña cultural, otras personalidades “hafu” (birraciales) han denunciado discriminación y su propia madre pasó años alejada de su familia tras casarse con un haitiano y tener a sus dos hijas, Naomi y Mari, unos meses mayor y también tenista. Fue el padre quien decidió que las dos, aun viviendo y entrenando en Boca Ratón (Florida), jugarían bajo la nacionalidad nipona.

Osaka entiende japonés, aunque públicamente no lo habla y contesta a los periodistas del país en inglés. Adora aquella cultura, igual que conecta orgullosa con sus raíces haitianas. Y de momento ha sido aceptada por los medios, los esponsors y fans nipones ansiosos de una estrella equivalente en el cuadro femenino a Kei Nishikori, especialmente antes de los Juegos Olímpicos de Tokio de 2020.

Más ingresos que Nadal y Djokovic

Puede ser una lucrativa experiencia para ella (Nishikori, sin ningún grande en su poder, ingresó el año pasado en publicidad más que Rafael Nadal y Novak Djokovic según 'Forbes'). El agente de Osaka, Stuart Dugid, cree que con su combinación de juventud, autenticidad y diversidad cultural, la tenista “puede tener aún más atractivo global”. Pero puede ser algo más, similar a la icónica estatura y el impacto que Serena ha alcanzado para las mujeres y las deportistas negras en EEUU. “Espero que Osaka cambie las percepciones culturales sobre la gente multirracial en Japón, que abra puertas no solo en tenis o deporte sino en toda la sociedad", le decía a 'The New York Times' Duguid. "Puede ser una embajadora para el cambio”.