RUGBY A 13

El milagro del dragón catalán

El club de Perpinyà disputa este sábado la final de la Challenge Cup en Wembley y logra codearse en la élite en poco tiempo

Imagen del partido de los Dragons Catalans contra Wigan.

Imagen del partido de los Dragons Catalans contra Wigan. / .44739431

Josep Martí Blanch

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¿Y si Sant Jordi no hubiera acabado con todos los dragones? ¿Y si el dragón no fuera malo? ¿Y si en lugar de regurgitar llamaradas de fuego y atemorizar princesas se dedicara a señalar a otros hombres el camino del éxito?

Tomen nota, ese dragón existe, está vivo en Perpinyà, tiene 58 años, se llama Bernard Guasch y preside el Dragons Catalans, el equipo de rugby que este sábado saltará al césped del estadio de Wembley para disputar la final de la Challenge Cup (Esport 3, 15.50 horas). Se trata, para entendernos, del torneo del K.O más importante del hemisferio norte en lo que a rugby a 13 se refiere y que viene organizándose desde 1896, con la sola excepción de dos paréntesis bélicos (1915-1919 y 1940-1941).

Bernard el carnicero, así recogen su nombre algunos medios de comunicación por la empresa de productos cárnicos de la que es propietario, es genio y figura. Hombre de rugby, abanderó en el 2000 la fusión de dos equipos que no se sostenían en pie (el XIII Catalans fundado en 1934 y el A.S Saint-Estève fundado en 1965) para poner en marcha un nuevo proyecto con bases más sólidas que fue bautizado como Union Treiziste Catalane.

Pero ahí no acababa el sueño de Bernard Guasch, más bien empezaba. Seis años más tarde, conseguía la licencia para incorporar a su equipo en la Super-League, codearse con los ingleses y sentarse en la mesa para hablar de tú a tú con los grandes del rugby, convirtiendo a los catalanes del Rosselló en unos invitados de excepción. Podría ser el primer equipo no inglés en levantar la copa.

Hombre de carácter

Puede que el rugby le suene a chino, y en ese caso todo esto le parezca una exageración. Pero sepa que en el Reino Unido esta semana no se habla de otra cosa que del milagro de los Dragons Catalans. Y, si bien es cierto que no todo empieza y acaba en Bernard Guasch, no hay pieza informativa que no se refiera al presidente del club como el gran hacedor de milagros sin el cual no podría explicarse que este sábado sus jugadores vayan a pisar la hierba del templo deportivo británico más codiciado.

Los Catalans pueden convertirse en el primer equipo no inglés en levantar la Challenge Cup

El carnicero es hombre de carácter. En el 2015 fue multado por la Rugby Football League con 1.000 libras de sanción por acusar al árbitro de robarles el partido que perdieron ante el Huddersfield. Como si las cuitas históricas estuvieran todavía vigentes Guasch se despachó a gusto afirmando que “el patriotismo inglés es más fuerte que cualquier otra cosa”. Sin pelos en la lengua, tampoco se anda con chiquitas cuando ha de hablar clarito a los suyos. “Algunos jugadores creen que en Perpinyà el rugby es todavía amateur”, dijo para referirse a la poca profesionalidad de una parte de la plantilla antes de limpiar el vestuario tras una mala temporada. Sin carácter uno no va a ningún sitio, y menos a Wembley a jugar la final de la Challenge-Coupe.

Se le supone también generoso, tanto en lo que atañe al tiempo que dedica a su equipo como al dinero que ha salido de su bolsillo para apuntalar la fe en los Dragons Catalans. “El dinero no es lo más importante. No sé cuanto dinero he puesto en el equipo”, ha dicho en alguna entrevista. Quizás porque, como mandan los tópicos, el rugby es deporte de señores y los señores, los de verdad, no gustan de hablar del vil metal ante terceros.

Esperan los Warrington Wolves

No es la primera vez que los Dragons Catalans jugarán en Wembley. Ya lo hicieron en 2007, recién estrenados en las competiciones británicas, para jugar la final de este mismo trofeo que ahora disputarán de nuevo. Entonces les apalizaron y el título se lo quedó el Saint Helens. Guasch, optimista entonces, dijo que volverían en dos o tres años para levantar el trofeo. Han tardado once. Ahora son los Warrington Wolves quienes esperan.

El carnicero de Perpinyà confiesa que pecó de optimista en esas declaraciones. Cierto. Los milagros no son un chasquido de dedos y ni el más productivo de los santos alcanza a realizarlos a diario. A cambio de la espera, dice él mismo, quizás ahora es más sabio y grita menos. Lo atribuye a la experiencia acumulada a base de golpes y al hecho de haber entendido que en el deporte no pasa siempre lo que uno desea.

En pocas horas se sabrá si los Dragons Catalans, esta vez sí, vuelven a casa con el honor de los campeones. Si así sucede será mérito de los principales actores en el terreno de juego. Pero el director y productor del sueño tendrá nombre y apellido: Bernard Guasch.

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