EL OPEN BRITÁNICO
Molinari, el primer italiano en ganar un grande del golf
Tiger Woods llegó a verse líder en la última jornada y acabó empatado en la tercera plaza
En menos de un mes, la vida ha dado un vuelco radical para Francesco Molinari, uno de los jugadores de más talento del golf europeo, cuyo nombre sonaba familiar para el aficionado (cinco títulos europeos, incluido un BMW PGA Championship y dos apariciones en el equipo de la Ryder), pero no había conseguido traspasar el umbral de los elegidos.
Su victoria en el Open Británico, construida en una vuelta final de 69 golpes con un ‘birdie’ final y un total de 276 (8 bajo par) cambiará esa impresión. Molinari, de 35 años, salió victorioso de los links de Carnoustie, levantó la Jarra de Plata que distingue al campeón (Claret Judge) y se consagró como el primer golfista italiano en conquistar uno de los torneos del Grand Slam.
“Las sensaciones que tengo son absolutamente increíbles, creo que me costará algún tiempo digerir esto”, admitió Molinari, orgulloso de su conquista. “No estaba compitiendo solo contra Tiger, competía contra todos. Fue una gran jornada y una pelea durísima hasta el final”.
Molinari, que tiene como caddie al guipuzcoano Peio Iguarán, llegó a Carnoustie en un sensacional momento de forma, seguramente el mejor de su carrera, con un segundo puesto esta pasada semana en el John Deere Classic del circuito estadounidense y una victoria hace 15 días en el Quicken Loans Classic que disparó su moral por las nubes. El golfista italiano no solo ganó, sino que cerró el torneo con una vuelta de 62 golpes, 21 bajo par, y ocho golpes de diferencias sobre el segundo.
Trabajo con el 'putt'
Ese estado de gracia lo ha aprovechado en Carnoustie para apartar de su camino a todos los favoritos que fueron apareciendo en una última jornada espectacular, dispuestos a tocar la gloria. Tiger Woods, que acabó empatado en la tercera plaza, a tres golpes, fue uno de ellas. Igual que el inglés Justin Rose y el norirlandés Rory McIlroy, a dos golpes del ganador, empatados con los estadounidenses Kevin Kisner y Xander Schaufelle. Todos ellos llegaron a verse con opciones firmes en una última vuelta con muchos cambios de líder y en la que el italiano no cometió ni un solo fallo y supo aprovechar sus oportunidades.
Woods, compañero de partida de Molinari, que reaparecía en el Open después de tres años de ausencia, demostró que vuelve a contar para las victorias (desde el 2009 su nombre no aparecía en la parte alta de un ‘major) colocándose como líder provisional a mitad de recorrido y mandando un mensaje claro de que ha vuelto con el objetivo de ampliar esa lista de 14 títulos del Grand Slam que aún sueña con ampliar.
El jugador italiano tenía todas las claves del juego en sus manos: la precisión de green a tee, la regularidad, la mentalidad. Tan solo le fallaba el putt. Pero su intenso trabajo con dos de los gurús del circuito como Dave Alred y también de Phil Kenyon ha acabado por darle los mejores dividendos y convertirle en una de las apuesta seguras del equipo europeo en la Ryder que se disputará en septiembre en el Golf National de París.
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