HISTORIAS DEL FÚTBOL (y 6)

La insoportable levedad de la liga rusa

La precariedad financiera, que incluye el riesgo de desaparecer o perder la categoría, afecta a un buen número de clubs en la 'Premier League' local

Aficionados disfrutan de la fuente iluminada del parque olímpico que alberga el estadio de Sochi, futura casa del Dinamo de San Petersburgo

Aficionados disfrutan de la fuente iluminada del parque olímpico que alberga el estadio de Sochi, futura casa del Dinamo de San Petersburgo / .44116800

Marc Marginedas

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Los números son descorazonadores. Solo seis de los 16 clubes que compiten en la 'premier league' rusa -CSKASpartakAkhmat GroznyLokomotivZenit de San Petersburgo y Rubin de Kazán- han jugado en la división de honor del fútbol local durante más de siete años.

Los restantes, en cambio, padecen una crónica inestabilidad económica que bordea la bancarrota, y que ha provocado que muchos de ellos desaparezcan, sean relegados de categoría o incluso 'trasladados' de sede, forzados por la necesidad de encontrar espónsores e instalaciones adecuadas donde competir. En opinión de los columnistas deportivos locales, en Rusia se juegan dos ligas: una para ricos, con estas seis escuadras de élite que se reparten la mayoría de los trofeos, y otra para 'pobres', que más bien se asemeja a una lucha por la supervivencia.      

Ser de rancio abolengo no es garantía de nada en el fútbol ruso actual. Sin ir más lejos, el Torpedo de Moscú, uno de los clubs históricos, con tres ligas en su haber, tres subcampeonatos y siete copas de la URSS o de Rusia, además de un riquísimo patrimonio histórico, descendió de categoría tras la temporada 2014/2015 ante la falta de patrocinadores. Pero allí no se acabaron las penas para sus seguidores. Debido a problemas financieros, que le impedían afrontar costes básicos como los viajes, solo recibió la licencia para competir en lo que equivaldría en España a la Segunda División B, y allí se ha mantenido hasta ahora.

El equipo de la KGB

Tres cuartos de lo mismo le sucede al otrora todopoderoso Dinamo de Moscú, que en 1972 fue derrotado en la final de la Recopa jugada en el Camp Nou ante el Glasgow Rangers. El equipo afiliado durante la era soviética al Ministerio del Interior y a la KGB, cuyo patrón llegó a ser Laurent Beria, el temido jefe de los servicios secretos durante el liderago de Stalin, ha cambiado constantemente de manos desde la disgregación de la URSS, descendiendo tras la temporada 2015/2016. Ese año, además, la UEFA le excluyó de la Liga Europa por violar las reglas para impedir que los clubs gasten por encima de sus posibilidades

Pero quizás el caso más significativo de esta levedad del campeonato local sea el del Dinamo de San Petersburgo, propiedad de Boris Rotenberg, uno de los hombres más ricos de Rusia, confidente del mismísimo presidente Vladímir Putin al haber practicado juntos el judo en su juventud, allá por los años 60 y 70.

El segundo equipo de la segunda ciudad de Rusia ha bajado la persiana este año, cambiará de nombre y se trasladará al sur para la temporada que viene, concretamente a la ciudad de Sochi. Y es que la sede de los Juegos de Invierno del 2014, donde Rusia jugará su encuentro de cuartos de final con Croacia el próximo sábado, cuenta con un precioso estadio olímpico con capacidad para 41.000 espectadores, pero ningún club de fútbol que dé uso continuado a tan lustrosas instalaciones.