LA FIESTA DE LA COPA DEL MUNDO

La Macarena en Moscú

Raúl Paniagua

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Cada noche se repite la misma parafernalia en Moscú. En la zona ubicada entre las paradas de metro de Teatralnaya y Kuznetsky Most se reúnen centenares de hinchas de todo el mundo, incluso de países que no compiten en el torneo. La fiesta en la calle es espectacular, con predominio de los  sudamericanos, expertos en poner color y probar fortuna con más de una joven rusa. El buen rollo predomina, solo cortado por algún conato de violencia de los ultras locales que siempre solventa con celeridad la policía.

Entre la multitud de temas musicales destacan dos hits en castellano que causan furor. Uno es entendible porque sigue de moda. El 'Despacito' del puertorriqueño Luis Fonsi triunfa cada jornada. Se oye continuamente. En los coches, en la megafonía, en los altavoces de la plazas. Pero también hay tiempo para el pasado. La Macarena, ese éxito de Los del Río, también suena en Moscú. Han pasado 25 años desde su lanzamiento a cargo del grupo sevillano y sigue moviendo cuerpos.

Montaña rusa de emociones

Mucho han cambiado las cosas en dos semanas de torneo en Rusia. Horas antes de la inauguración en el Luzhniki del 14 de junio el ambiente era muy tranquilo. La gente no creía en el anfitrión. Solo había pesimismo después de siete partidos sin ganar y una plaga de lesiones previa al torneo. Las goleada Arabia subió el nivel de entusiasmo, pero tampoco excesivamente.

Se consideraba a los saudís el peor equipo y hasta daba algo de pena. "No les teníamos que haber metido cinco. Los rusos no somos así" decía Yuri, un veterano hincha que alucinó después con la victoria contra Egipto. Ahí cambio todo. Rusia volvía a unos octavos, lo que no pasaba desde los tiempos de la URSS. Coches con banderas, exaltación patriótica, alegría masiva. El fútbol volvía a ser importante.

Iniesta, el referente

En el Luzhniki jugará de nuevo la selección rusa este domingo ante España. La derrota contra Uruguay ha bajado los humos a los anfitriones, que vuelven a ser bastante realistas. "Contra Portugal habría posibilidades, pero ahora es casi imposible. Somos peores, aunque tenemos orgullo y es un torneo de sorpresas", explica un aficionado del Spartak.

A su lado se amontonan los hinchas en la calle Nikolskaya, cerca de la Plaza Roja. Iniesta es el nombre que aparece cuando se pregunta por los jugadores de 'la Roja'. Ni Ramos ni Piqué ni De Gea. Siempre don Andrés.

Guerra de cánticos

Entre cánticos rusos se amontonan mexicanos colombianos, dos de las aficiones más numerosas del torneo, junto a los peruanos, que ya emprendieron el viaje de regreso a Lima. El español abunda por las calles y los piques entre argentinos brasileños son constantes. A un cántico contra Maradona responde otro riéndose de los siete goles de Alemania en el pasado Mundial. Y así toda la noche.

Los hinchas se detienen en el juego del equipo de Hierro, que está sorprendiendo a todos. "Esperaba más de España, pero esto es muy largo, ahora se metieron en el lado bueno del cuadro. Y tienen a Isco, que es mejor que Messi", suelta Matías, un argentino que reniega de la estrella azulgrana. Ni siquiera el gol ante Nigeria le ha convencido.

Goles en el meto

El fútbol se palpa como nunca en el país presidido por Putin. Incluso puede seguirse en el metro, esa maravilla de 14 líneas y 214 estaciones impulsada por Stalin en 1935 que comunica con eficiencia a la capital moscovita. Los vagones de algunas líneas cuentan con monitores para seguir los partidos.

"España nos echará del Mundial pero se ha recuperado un poco el interés por la selección. Se habían hecho las cosas muy mal", explica un joven en perfecto inglés. A unos metros sorprende ver a un tipo con la bandera de Bolivia. "Vine a disfrutar del Mundial. Estamos en el mismo grupo que Italia, EEUU o Chile", bromea. La fiesta es lo primero.

En los taxis es habitual charlar de fútbol una vez superada la negociación del coste del viaje. "Rusia ha cumplido estando en octavos. No tiene la calidad de España. Veo cero opciones. Solo Golovin tiene un nivel alto", apunta Askar, un taxista de Kirguistán que intenta recitar la alineación de Hierro. Solo falla en la defensa. "¿Cuántos jugadores de Rusia conoce el mundo? ¿Uno, dos, ninguno? Pues eso", concluye.