Debate

Himno y protestas: la crisis irresuelta de la NFL

Colin Kaepernick se niega a levantarse y pone la rodilla en tierra durante el himno de EEUU, este viernes en un partido de pretemporada.

Colin Kaepernick se niega a levantarse y pone la rodilla en tierra durante el himno de EEUU, este viernes en un partido de pretemporada. / periodico

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay debates que no acaban nunca, menos cuando se les intenta poner fin con tibieza y confusión. Y uno tan complejo como el que se vive desde hace un par de años en Estados Unidos por las protestas durante la interpretación del himno nacional de jugadores de la Liga Nacional de Fútbol americano (NFL) no ha hecho sino volver a enconarse esta semana, cuando esa liga, y los 32 propietarios de sus equipos, han aprobado una nueva políticanueva política para tratar de regular las protestas.

La directiva fue publicada el miércoles por Roger Goodell, el comisionado de la NFL.  Dicta que todos los jugadores en el campo “deberán estar en pie mostrar respeto por el himno y la bandera”, aunque permitirá a los jugadores quedarse en el vestuario mientras suena 'The Star Spangled Banner'. La norma establece también que el equipo (no los futbolistas) pagará una multa si se vulnera esa obligación. Y deja en manos de cada equipo desarrollar sus propias reglas. Según Goodell la política fue aprobada “por unanimidad” pero al menos dos propietarios han revelado que se abstuvieron.

Lo que claramente intentaba la liga más popular de EEUU, un mastodonte que ingresa 14.000 millones de dólares anuales de beneficios, era proteger sus intereses económicos. Y es que estos se han visto afectados por un debate que se inició en 2016 cuando el 'quarterback' de los 49rs Colin Kaepernick empezó a protestar durante el himno para volver el foco a temas de justicia social, desigualdad racial y brutalidad policial y explotó en 2017 cuando el presidente de EEUU lo convirtió en una cuestión casi de estado.

Trump, en insultantes andanadas de claros tintes racistas donde llegó a llamar “hijos de puta” a los jugadores que protestan (mayoritariamente negros), intentó enmarcar lo que estaba sucediendo como una cuestión de patriotismo y llamó al boicot de la liga. Hubo fans que respondieron a su llamada, aunque incluso varios responsables de las lucrativas retransmisiones televisivas asumen que la caída de índices de audiencia (10% el año pasado respecto a 2016 y casi el 20% respecto a 2015) tienen que ver con otros muchos factores, incluyendo los cambios en consumo de televisión, una creciente mediocridad en el juego, la brutalidad que ha creado una epidemia de lesiones y la fatiga con el fútbol americano por la saturación de partidos.

Inicialmente la NFL y los propietarios (30 de ellos blancos en una liga abrumadoramente dominada por jugadores negros) respondieron a Trump con una muestra de solidaridad pública con Kaepernick y otros muchos jugadores que se habían sumado a las protestas. Pero con la política anunciada esta semana muestran que han claudicado ante su mensaje. También a la presión de esponsors como la cadena de pizzas Papa Johns, que les acusó de perjudicar sus resultados “al no resolver la debacle”. Pero han provocado la indignación de los jugadores de la NFL, airados porque no se les ha consultado en la elaboración de la política, y de otros y en otras ligas.

 “Es idiota”, ha dicho sin rodeos Steve Kerr, el entrenador de los Golden State Warriors de la NBA. “Están respondiendo a sus bases de fans, básicamente intentando usar el himno como falso patriotismo, nacionalismo, asustando a la gente. (...) Han seguido a Trump, han creado esta histeria. Y es lo que está mal con nuestro país ahora mismo. La gente en puestos de poder está intentando dividirnos”.

“Idiota” (y “no muy americano y no muy patriota”) es como definió también a Trump el futbolista de los Seahawks Doug Baldwin cuando el presidente, incluso dando la bienvenida a la nueva política de la NFL, dijo que debería ir incluso más allá y no dar la opción a los jugadores de quedarse en el vestuario, llegando a decir que quienes protestan “quizá no deberían estar en el país”.

Lo que se puede dar por seguro es que el debate no va a acabar, ni mucho menos, cuando en agosto, en la pretemporada, entre en vigor la nueva política. Muchos jugadores están estudiando cómo seguir realizando protestas. Y de momento un propietario (el de los Jets de Nueva York, Christopher Johnson) ha anunciado que será la organización o él mismo quien pagará las multas. “No quiero poner restricciones nunca en la expresión de nuestros jugadores”, ha explicado Johnson. “¿Prefiero que estén en pie? Por supuesto, pero entiendo si sintieron la necesidad de protestar. Hay temas grandes y complicados con los que todos estamos lidiando y nuestros jugadores están en la primera línea de batalla”.

Los futbolistas se han convertido en educadores sobre conceptos como la libertad de expresión. “Todo el mundo pierde cuando se ahogan voces”, ha dicho, por ejemplo,  Malcom Jenkins, de los Eagles. Y Demario Davis, de los New Orleans Saints y cuyo padre sirvió en las fuerzas armadas, ha usado a sus hijos como ejemplo. “Los amo. Cuando hacen cosas mal se lo dejo saber, no lo barro bajo la alfombra porque les quiero”, ha dicho. “Esa es la diferencia entre patriotismo y nacionalismo. Nacionalismo es amar tu país solo para amarlo, cuando está en lo correcto o equivocado te pones de su parte. Patriotismo es quererlo lo suficiente para sacrificarte por él pero también para denunciar cuando se equivoca”.

Son reprimendas y recordatorios que también le hacen a la NFL grupos de protección de derechos civiles como la ACLU, desde donde se ha declarado que “decir a quienes protestan pacíficamente que lo dejen y lo hagan a puerta cerrada es peligroso y antiamericano”, o diarios como ‘The Washington Post’, que en un editorial ha escrito: “El hecho de que el patriotismo obligatorio sea el sello de sistemas dictatoriales no parece preocupar a los confusos y asustados magnates de la NFL”.

La liga, que en diciembre intentó acercarse a las preocupaciones sociales de sus deportistas acordando con la Coalición de Jugadores destinar 89 millones de dólares a una plataforma para avanzar sus causas, ahora vuelve a alejarse de ellos. Y DeMaurice Smith, que dirige el sindicato de los futbolistas, les ha recordado que “han creado una regla que la gente que odia las autocracias debería rechazar” y ha señalado: “La historia nos ha enseñado que el patriotismo y la protesta son como el agua: si la potencia es suficientemente fuerte no puede ser contenida”.