LA FINAL DE KIEV

Zidane, el hombre de la Champions

El técnico del Madrid aspira a ganar por tercera vez en tres participaciones el título de clubes más importante del mundo

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Alejandro García

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“Yo sé que no soy el mejor entrenador tácticamente, vosotros ya lo decís mucho”, decía Zidane a los periodistas antes de viajar este jueves a Kiev para la final de la Champions. El francés da crédito a las críticas que le han acompañado siempre, pero si se mira su corta carrera de entrenador con algo de perspectiva, un poco alejados de la inmediatez del resultado y del primer análisis, está claro que su irrupción en la Champions es histórica. Está a un partido de ganar su tercer título en tres participaciones, cuando con este formato nadie había repetido título.

Después de haber sido ayudante de Carlo Ancelotti, del que es heredero en cierto sentido, tanto futbolístico momo de filosofía; Zidane llegó al banquillo del Real Madrid en enero de 2016 para sustituir a Rafa Benítez, sin más experiencia que la adquirida al lado del técnico italiano, con el que ganó la décima Copa de Europa, y de una temporada y media al frente del Castilla, sin grandes resultados.

"Conozco muy bien un vestuario y la cabeza de un jugador, pero eso no es todo, con eso no ganas"

Zinedine Zidane

— Entrenador del Real Madrid

Pero llegó al primer equipo, a los grandes escenarios, en los que brilló como jugador, y aportó a la plantilla una figura con autoridad futbolística para estar por encima de sus egos, una figura que guía el camino porque ya lo ha recorrido. Y algo más: “Conozco muy bien un vestuario y la cabeza de un jugador, pero eso no es todo, con eso no ganas. Hay mucho trabajo por detrás, una filosofía y la pasión y la ilusión”, se reivindicaba el entrenador madridista este martes. El mismo día, todos los jugadores destacaron su cercanía, su tranquilidad, cómo da confianza a todos los miembros de la plantilla. “Cuando te habla, se te ponen los ojos como platos”, reconoció Carvajal.

Marcado por el éxito y la crítica

Desde el principio, y con argumentos, su carrera ha estado tan marcada por el éxito como por la crítica: a su poca variación táctica, a su inmovilismo con las alineaciones, a su fe ciega en la 'BBC' (Bale, Benzema, Cristiano) o a su supuesta poca dedicación al estudio de rivales, preparación de partidos, etcétera.  Pero lo cierto es que cambiar en el éxito siempre es complicado, y de ahí venía el Real Madrid de Zidane, al menos hasta el inicio de esta temporada.

Sin fichajes galácticos, o a lo mejor por eso, en un año y medio, Zidane había ganado dos Champions y una Liga. En septiembre, recién terminada la Supercopa de España, con descalabro del nuevo Barcelona de Valverde, el Real Madrid parecía imparable. A partir de ahí el equipo se cayó y solo se levantó, con aires renovados, para su competición, la Champions.

A Zidane le costó algo más de dos años, y verse casi fuera de la lucha por cualquier título en febrero, hacer lo que tanto se le demandaba: una decisión táctica, un cambio con marca propia de entrenador. En aquel partido ante el PSG en octavos de Champions, cuando el Madrid vagaba por la Liga a una distancia sideral del Barcelona y había sido eliminado en Copa, Zidane encontró el camino. Metió en el campo a Lucas Vázquez y a Marco Asensio en el minuto 79, con 1-1 en la ida en el Bernabéu, y la cosa terminó 3-1, la eliminatoria encarrilada y otro año caminando hacia la final de la Champions.

Un trío que no repite en la Champions

Desde entonces la 'BBC' ha perdido su puesto de privilegio, las grandes noches, y las ha habido ante el Bayern y la Juventus; ya no están reservadas para el tridente que se erigía cómo causa, y a la vez solución, de todos los problemas; para aquellos que parecían elegir cuándo dar su mejor rendimiento.

Los tres no han vuelto a jugar juntos en Champions, formaron en el once inicial en el Camp Nou ante el Barcelona, con la Liga ya decidida, casi a modo de despedida poética, a ver si sonaba el último canto del cisne. Se llevaron un empate y la recuperación de Bale para la causa de la Champions.